CAMAGÜEY.- Un largo silencio tuvo su sepelio, porque a Manuel Villabella Marrero no se le despide fácil, menos en lides del periodismo cultural en Camagüey, desde donde tomó la palabra como caricia y látigo.

Pasadas las dos de la tarde familiares, amigos y conocidos llegaron para acompañarle hasta el Cementerio General de esta ciudad, su nueva escena por investigar para las cuartillas que seguirá escribiendo.

Otro abrazo le dieron colegas del periódico Adelante y de Radio Cadena Agramonte, autoridades políticas y representantes de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), la Unión de Periodistas de Cuba, el Centro de Estudios Nicolás Guillén y la fundación homónima.

Un breve texto contuvo parte de su ejecutoria como fundador de la Uneac, de los grupos de teatrales Guiñol de Camagüey, La Edad de Oro y del grupo Dramático, además del Conjunto Dramático Nino Moncada de la radio y del Festival Nacional de Teatro.

El desempeño como guionista radial e iniciador de las series históricas para la radio en la provincia fue destacado tanto como su profusa labor para conformar su visión de la historia del teatro cubano y en especial del teatro bufo en el país.  

También ganó el respeto en círculos académicos por la indagación en la vida del coterráneo Nicolás Guillén, amigo al que vindicó la obra periodística mientras la crítica solo prefería resaltar el talante de Poeta Nacional de Cuba.

Villabella cerró sus ojos sin ver publicada su investigación El negrito en el sainete cubano, Premio de Teatrología Rine Leal, 2012, otorgado por la Casa Editorial Tablas-Alarcos y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas.

Además padeció el irrespeto a su derecho intelectual como compilador de Pisto Manchego (Letras Cubanas, 2013), al omitirse su crédito en los tres volúmenes donde rescató el primigenio quehacer periodístico de Guillén, en el diario El Camagüeyano de principios del siglo XX.

Foto: Otilio Rivero Delgado/ Adelante/ ArchivoFoto: Otilio Rivero Delgado/ Adelante/ Archivo

Desde la prensa late el compromiso con el único en el territorio y de los pocos en Cuba con el Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro, recibido en el 2004.

Durante más de 30 años coordinó la página cultural del Adelante, donde ayudó a romper el esquema de la política editorial que condenaba los asuntos de la cultura como algo suplementario de la dinámica social:

“Siempre tuve el concepto de que tenía que hacer periodismo, nadie me obligaba. En Adelante fue una etapa bonita. Me adentró en el periodismo de una forma realmente profesional. Me proporcionó amistades valiosas”.