CAMAGÜEY.-Por lo general, entre los rasgos distintivos de un artista naíf coinciden su formación autodidacta y la transformación de su entorno en una sinfonía de figuraciones infantiles. En las creaciones de ese género algunos advierten aires de sencillez, sin embargo, ¿acaso no es meritoria la exaltación de lo autóctono y del imaginario criollo, como lo hacen los catorce autores del X Salón Isabel de las Mercedes?

Entre la danza de colores primarios y la ruptura de la perspectiva conviven paisajes montañosos, palmas, sembrados, animales y un verdor natural que redunda como escenario para la proyección de su protagonista: el guajiro. Ese entorno envuelto en un sentido ideal -o casi ideal- es una suerte de Edén que lo salva de parajes tétricos como los del escritor José Eustasio Rivera, en su obra La Vorágine.

Debajo del cielo se desarrolla la vida campestre y, sobre la vida campestre, el cielo funciona como espejo que complementa las obras. Con Este bohío es mío, Yenifer Acosta Silvera justifica el título posesivo en las riquezas de un campesinado al que lo identifica su tierra y el fruto de su trabajo, simbolizado en el maíz. Todo, coronado por un cielo azul despejado, tranquilo, libre de saturaciones. Seguro.

Si bien un tenue añil domina la mayoría de los paisajes, la antítesis del firmamento apacible es la de Yenia Álvarez Rodríguez. En su cuadro, Ciclón Irma, capta el momento crítico de los habitantes de una comunidad rural que buscan refugio del fenómeno meteorológico. La inestabilidad del cielo origina, en su centro, tonalidades violáceas. La flora, sumisa, se curva ante las ráfagas pero, en el epicentro del dilema, los personajes se distribuyen, escalonadamente, en una pirámide humana que unifica y alivia el caos.

La diferencia de estilos, técnicas y temáticas confluyentes en la muestra naíf no son justificantes para evitar el soplo de lo vernáculo. En la pintura “Ciudad”, Miriam Hernández Hernández recrea una mirada costumbrista, sobria, conservadora que sitúa a la urbe colonial como un punto de atención en el cuadro. Ideliza Listre Ferrá, desborda algarabías dentro de una obra sin título; sumerge en una calidez colorista a tres figuras, a tres cantantes, a tres bocas bien abiertas de las que se pueden inferir desenfreno y felicidad.

En medio de la iluminación de un candil y el aroma proveniente de una jícara de café, cuatro guajiros juegan “cartas”. Uno de ellos se encuentra de espaldas al espectador; es un tramposo. La pintora Llulys B. Roque Martínez, aprovecha el entronque lúdico para quedar en un mano a mano con el público y el personaje que da nombre al cuadro: ella esconde su rostro, pero a cambio lo condena a revelar su faceta de embustero por la eternidad.

Adquiere una significación especial en la muestra, con sede en el Galería Nicolás Guillén del semanario Adelante, la creación de la fallecida Isabel de las Mercedes, considerada pionera y máxima exponente del género en la provincia. Sobre la cartulina plasma un vasto paisaje abigarrado de sistemas montañosos, bohíos y seres que ocupan lugares específicos y, por qué no, estratégicos que dotan de equilibrio el trasfondo fantasioso de la campiña. Hay fantasía en la aparente candidez. Define el campo, la vida y, sin elitismos, asume la defensa del mismo concepto de arte sincero, de criollismo y cubanía que permea la exposición.

Ciclón Irma, creación de la artista Yenia Álvarez Rodríguez.Ciclón Irma, creación de la artista Yenia Álvarez Rodríguez.

Este bohío es mío, una pintura de Yenifer Acosta Silvera.Este bohío es mío, una pintura de Yenifer Acosta Silvera.

Ciudad, obra de Miriam Hernández Herámez elaborada con la técnica del aclírico sobre lienzo.Ciudad, obra de Miriam Hernández Herámez elaborada con la técnica del aclírico sobre lienzo.