CAMAGÜEY.- La lepra es una enfermedad infecto contagiosa, producida por el Mycobacterium leprae, conocida también como bacilo de Hansen. Tiene una característica muy peculiar y es que no todas las personas en contacto con el bacilo desarrollan el padecimiento.

Así comenzamos nuestra consulta con Nieves Atrio Mouriño, Doctora en Ciencias Médicas, Profesora Consultante en Dermatología y Asesora del Programa de Lepra en el Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología (CPHEM), a quien le preguntamos:

—¿Quiénes enfermarían entonces y por qué?

—Está comprobado que solo el 10 % de la población que se ponga en contacto con el bacilo enfermará, el resto, o sea, el 90 % no.

“Quienes no se contagian poseen una inmunidad específica que no les permite enfermarse”.

—¿El contagio se manifiesta rápido?

—No. El período de incubación es muy largo, es decir cuando la persona presenta los síntomas o manifestaciones cutáneas es porque el bacilo entró en su organismo entre cinco o 10 años antes.

—Esta enfermedad es muy temida y fue estigmatizada…

—No tiene sentido temerle porque otra de sus características es que se transmite precisamente en el período en que no se sabe que la persona está enferma, luego de ser diagnosticada y aplicarle el tratamiento en las 72 horas subsiguientes los bacilos no infectan y por eso se realiza una investigación de 10 años atrás.

“El estigma está dado por varias causas. Todavía hay quienes piensan que a una persona con lepra se le caen los pedazos y eso ya no es verdad, quedó como algo de películas y ciencia ficción”.

—¿Cuáles son los síntomas?

—El comienzo es una mancha o cambio de coloración de la piel con falta de sensibilidad. En sus inicios pierde la sensibilidad al tacto hasta desaparecer la dolorosa también, pero como en ocasiones surge en la espalda no se detecta fácil, mucho menos llama la atención la insensibilidad.

“En esa etapa se conoce como lepra indeterminada que es su primera forma clínica y si no se le pone tratamiento es la que rota hacia la lepromatosa, a la dimorfa o la tuberculoide, y estas tienen otras manifestaciones como la aparición de nódulos, pérdida de la cola de las cejas, manchas que confunden con la urticaria, grandes placas infiltradas que son identificadas equivocadamente como resultado de la intolerancia a medicamentos.

“Ante una intoxicación o intolerancia a medicamentos hay picazón, lo que nosotros llamamos prurito; sin embargo, en esta afección lo detectado radica en la falta de sensibilidad que es su característica, por eso siempre recomendamos que las personas no consuman medicamentos por su cuenta y menciono un ejemplo: no es prudente tomar prednisona al comienzo de la enfermedad porque esconde las lesiones, enmascara la dolencia y retrasa su diagnóstico. Si alguien descubre una lesión en su piel debe ir al médico”.

—¿En qué radican esas denominaciones y cómo se encuentra la diferencia de sus formas clínicas?

—La indeterminada es por donde comienzan todas, y si el individuo no tiene defensa alguna rota a la lepromatosa (la más contagiosa), si tiene defensas, pero la agresión bacilar fue mucha va hacia la tuberculoide (la menos contagiosa y más deformante) y un grupo se queda en la dimorfa, que es la intermedia.

“La lepromatosa se presenta por nódulos, la tuberculoide por lesiones en placas, mientras la dimorfa, esta es una forma intermedia entre las dos mencionadas antes”.

—¿Cura?

—Sí, y esta es una de las tres verdades de este mal.

—¿Cuáles son las otras dos?

—Con tratamiento no contagia y con tratamiento no mutila.

“Si no le pone tratamiento diez años después empieza con retracciones en las manos y hace lo que se conoce como manos del predicador o en garras, incluso, si se trata tarde se cura, pero queda con las manos así, y los demás dicen: ‘Fulano tiene lepra’, y es porque no se atendió a tiempo, de lo contrario ni se enteran.

“Las amputaciones no responden a que tienen lepra sino a que no sienten y pueden sufrir lesiones u obstrucciones venosas que los lleven a eso como puede suceder por otras enfermedades. Inclusive, pacientes que se enfrentaron a esta dolencia antes de que tuviera tratamiento tienen sus dedos pequeños por la reabsorción de los huesos, pero mantienen las uñas, algo que puede suceder en las manos y los pies.

“Ellos se paran encima de una piedra o algo bien duro e incómodo sin mover los pies y hacen una úlcera llamada mal perforante plantar, porque hay una toma del nervio y no sienten, sucede siempre en dependencia del lugar donde se presentan las lesiones”.

—Luego de diagnosticado un enfermo, ¿qué sigue?

—Lo que llamamos control de foco en el cual participa su médico de familia, el epidemiólogo, el dermatólogo y la enfermera encuestadora. Los médicos de familia que sospechen de un caso con lepra lo remiten a su área de salud, en todas hay un especialista en dermatología y este debe confirmarlo con una baciloscopia y biopsia de piel y si el resultado es positivo se envía a una consulta especial y multidisciplinaria que se ofrece todos los martes en la policlínica José Martí o Centro.

“El paciente es entrevistado y su cooperación es importante, tiene que ser sincero para evitar males en otras personas. Se chequean quienes tienen contacto con el afectado y todo con privacidad.

“Si los expertos determinan que sí la padece se notifica porque es una enfermedad de declaración obligatoria a nivel internacional, se le ubica el medicamento que es gratuito en todas partes, no solo en Cuba. En nuestro país es ofrecido en su área de salud y de manera controlada. Esto garantiza que lo tome y de la manera adecuada y, además, si hace alguna reacción es atendido enseguida”.

—¿Cómo se transmite?

—Por las vías respiratorias, no por cuchara, ni tenedor… Muchas veces una persona con lepra habla por teléfono y otra va con un paño y lo limpia con alcohol y es un error garrafal porque es un bacilo ácido-alcohol-resistente, entonces lo estaría fijando. Para que se le pegue, como decimos, tiene que estar en contacto mantenido por mucho tiempo.

“Por un día que converse con algún afectado no va a tener problema, si lo hace sostenidamente y sin que este se encuentre bajo tratamiento porque no lo sabe sí puede ocurrir y la pareja está expuesta por las vías respiratorias no por contacto sexual.

“Hemos tenido casos en que la pareja no se infecta y un hijo sí, porque recuerda estamos ante una enfermedad que se nace o no con resistencia inmunológica específica a padecerla. Puede padecer de Sida y ser resistente a la lepra”.

—¿Qué ocurre con los identificados y entrevistados?

—Se les hace un estudio dermato-neurológico, su piel es examinada e igual los nervios periféricos todos los años durante cinco y después se le dice que esté pendiente de las manchitas. La primera vez se les administra un tratamiento profiláctico con dos tabletas de las que son utilizadas por una sola vez porque estas destruyen el bacilo y evita la enfermedad.

“En nuestro país se efectúa una prueba muy costosa conocida como PCR a los hijos menores de pacientes porque es capaz de detectarse hasta un bacilo que tenga en el organismo, lo estratifica y aunque no esté enfermo se les aplica el tratamiento por seis meses, e igual a otros casos que se consideres necesarios, no de manera masiva y ni hay dudas, solo en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, de la capital.

“Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso erradicar la lepra en el año 2000, hay algunas naciones que no lo han logrado en América Latina, como Brasil”.

—¿Cómo se determina que está erradicada?

—Como problema de salud ante una prevalencia inferior de un caso por 10 000 habitantes, ya logrado en Cuba en el año 1993 y en Camagüey en el 2000. Aquí se notifican entre 27 y 30 casos todos los años, antes eran 60 o un poco más.

“El país no exhibe la misma situación en las provincias. Santiago de Cuba, Guantánamo y Camagüey son las de más cantidad de enfermos. Se dice que se relaciona con que son las de mayor afluencia de familias españolas y de africanos que llegaron como esclavos. En la época de los aborígenes no era conocida y se hizo endémica”.

—¿Pueden disminuirse los enfermos?

—Por supuesto, con mucha cooperación, sin miedo, y sin omitir información.

—¿La higiene influye para evitarla?

—Se dice que en Europa no tienen nativos con la enfermedad y lo lograron con el desarrollo, es más bien por el modo de vida. El cubano es dado a besar, a tomar café en casa del vecino, del amigo, y más bien lo que influye es el hacinamiento.

—¿Por sexo y edades?

—El sexo es por igual, no tiene preferencia de uno u otro, y en un país como el nuestro y un Programa tan fuerte y estable, generalmente no aparece en niños, sino en edades entre 45 o 60 años por el período de incubación y las medidas adoptadas, no por los años en sí. En África, por ejemplo, hay mucha lepra en los niños, se ofrece el medicamento gratuito y sin control, por eso no es fructífero, y el hacinamiento es tremendo, lo mismo ocurre en la India.

—Por color de la piel…

—Tampoco, aunque en la piel negra es más difícil de visualizar y como no pica no se dan cuenta.

—¿Cuál sería el seguimiento?

—El tratamiento en nuestro Programa depende de la forma clínica, la lepromatosa es por un año, y nosotros lo prorrogamos por cinco; y las tuberculoide con seis meses de tratamiento, pero los seguimos por tres años porque el sistema de Salud lo garantiza.