La buena luz y el ruido de la calle caracterizan el ambiente del pequeño estudio, oloroso a papel y café. En las paredes hay fotos de los nietos y los hijos, de la familia toda. Son recuerdos que renuevan su figura ya malgastada por los años. Muchos libros, perfectamente ordenados, se encuentran en las estanterías. Cada volumen aguarda el momento de ser tocado, abierto, leído, para entregar sus tesoros a quien es un fiel amante de la lectura: Roberto Pareta Beltrán.