• Agramonte, inspiración para Camagüey

    Desde la Casa Natal del héroe epónimo, de esta provincia, Ignacio Agramonte Loynaz, comenzaron las honras por el aniversario 182 del nacimiento de ese líder mambí que contribuyó al impulso de la luchas por la independencia en el territorio camagüeyano, y en el país, además de legarnos un cúmulo de tradiciones patrias.

  • Ignacio Agramonte y la estrella que ilumina y mata

    Ignacio Agramonte Loynaz vio la luz por vez primera en villa señorial el 23 de diciembre de 1841, hace 182 años, durante una navidad que parecía augurarle una existencia venturosa y tranquila en Santa María del Puerto del Príncipe (Camagüey), pero aquel recién nacido tendría un destino muy diferente cuando años después decidió consagrarse a la independencia de su Patria al ceñirse la estrella que ilumina y mata.

  • Las Clavellinas, espacios de Revolución

    Cuando rompió el alba, el 11 de octubre de 1868, la población camagüeyana despertó bajo el ir y venir de las tropas colonialistas españolas. Las iglesias y plazas eran tomadas como puntos estratégicos para reducir cualquier insurrección semejante a la ocurrida en Bayamo, un día antes. Se vivía un estado de excepción, dictado por el teniente gobernador, Julián de Mena ¿evitaría otro alzamiento? Pues el cuatro de noviembre, una partida de audaces jinetes se dirigían a Las Clavellinas para responder al oficial español.

  • Las Clavellinas fortaleció inicio de la Guerra de los Diez Años

    Los patriotas camagüeyanos estaban comprometidos con el movimiento iniciado por Carlos Manuel de Céspedes en Oriente, pero para el alzamiento del 10 de octubre de 1868 todavía prevalecían dudas e indecisiones en algunos ricos hacendados sobre la mejor fecha para iniciar la Revolución, en espera de contar con mayores recursos bélicos y financieros, sin que faltaran otros que dudaban acerca del éxito de la guerra y eran proclives a la vía reformista.

  • Por la vergüenza del sagrario patrio

    Indebidas acciones constructivas afectan la visualidad del Sagrario Patrio o cenotafio que en el Cementerio General marca con aproximación la posible cremación incompleta de los restos del Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz, héroe epónimo de Camagüey, un sitio poco conocido por los lugareños a pesar de ser un monumento con grado de Protección 1 según la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural.

  • Amalia and Ignacio, repeat their weddings

    Since 1991, the marriage between Ignacio Agramonte Loynaz and Amalia Simoni Argilagos has been instituted as a reflection of true love for these times. Those nuptials were perpetuated on August 1st, 1868, but 155 years later, Ramón Alberto Cid Sosa and Kenia Fernández Justi, reissued the eternal and symbolic alliance of those patriots, paradigms of Camagüey society.

  • Las claves de la honra a Henry Reeve

    Los cubanos honran agradecidos a Henry Reeve, llamado El Inglesito o Enrique el americano, a 147 años de su muerte en combate, ocurrida el 4 de agosto de 1876.

  • Amalia e Ignacio, reeditan sus bodas

    Desde el 1991, el matrimonio entre Ignacio Agramonte Loynaz y Amalia Simoni Argilagos se ha instituido como un reflejo del amor verdadero para estos tiempos. Aquellas nupcias quedaron perpetuadas el primero de agosto de 1868, pero 155 años después, Ramón Alberto Cid Sosa y Kenia Fernández Justi, reeditaron la alianza eterna y simbólica de esos patriotas, paradigmas de la sociedad del Camagüey.

  • El Bayardo en la palabra de admiración

    Quienes se empeñan en transformar la realidad a partir de una obra admirable para el bien futuro, por lo general atraen tanto el respeto de sus iguales, como el de los detractores.

  • Abanderan “caballería” de Aulas Patrimoniales

    A la distancia de 150 años resucita Ignacio Agramonte sobre aquella palma escrita que es la memoria patriótica de Cuba, irredenta, audaz, como jinete a galope sobre la maleza, como el río de las virtudes en el fluir de los tiempos.

  • "Mi queridísima Mamasita”

    Poco se ha escrito del legado de Filomena Loynaz Caballero, madre de Ignacio Agramonte. Un acercamiento a los lazos madre e hijo es difícil de realizar por la insuficiencia de datos en la literatura sobre El Mayor, son pocas las cartas localizadas hasta el presente dirigidas a su madre, aunque la ternura, la complicidad de una relación cercana, la tranquilidad que le ofrece como todo hijo haría junto a las opiniones personales sobre la contienda y el futuro de la patria denotan un cariño recíproco.

  • Con El Mayor, inicia jornada Agramonte-Martí

    La Casa Natal del líder insigne de esta provincia, Ignacio Agramonte Loynaz, se convirtió en el espacio propicio para inaugurar la jornada Agramonte-Martí, organizada por la Sociedad Cultural Jose Martí (SCJM), de Camagüey, con un conversatorio sobre el líder epónimo, de este territorio, que murió el 11 de mayo de 1873, en el potrero de Jimaguayú, por la libertad de Cuba.

  • La pasión de Loreto por Agramonte

     Loreto Arrieta Martín laboró en la Casa Natal de Ignacio Agramonte durante 36 años, de ellos 17 como directora, y supo apreciar lo escrito por Fidel en el libro de visitantes la noche del 11 de mayo de 1973, cuando recorrió, terminado el acto en la Plaza San Juan de Dios, el majestuoso inmueble, joya de la arquitectura: “He vivido momentos de sobrecogedora emoción y respeto”.

  • Los 150 de una enérgica cabalgata

    En la casa marcada con el No.5 en la calle Soledad comenzó el vía crucis del futuro independentista. Ignacio Agramonte provenía de un linaje familiar asociado a los apellidos más encumbrados de aquel contexto que, según la investigadora Elda Cento Gómez en Ignacio Agramonte, el hombre que va a la guerra “… les había permitido labrar fortunas y ocupar responsabilidades públicas (…) aunque (…) en vísperas de la contienda, las bolsas paternas no estaban tan holgadas como antaño”.

  • Potrero de Jimaguayú, altar sagrado de la historia

    Ignacio Agramonte Loynaz cayó en el potrero de Jimaguayú el 11 de mayo de 1873. Cincuenta y cinco años más tarde, gracias a la iniciativa de veteranos de guerra y la maestra María Salazar de Pons, se inaugura en ese lugar un obelisco para marcar el punto donde murió El Mayor, y rendirle homenaje.

  • Agramonte en Jover

    No pintó sobre lienzo ni con acrílico. No había materiales, digamos, esos materiales. Buscó nylon y con pintura de aceite volcó todo el universo simbólico. Joel Jover también cosió, pegó, martilló... para expresar una visión muy peculiar sobre Ignacio Agramonte, el héroe epónimo de Camagüey.

  • Donde la tierra es virtud

     Potrero de Jimaguayú volvió a ser hoy un campamento mambí. A la entrada se preparaba una caldosa mientras los heridos descansaban en las hamacas; en la sastrería de la tropa se esmeraban por la vestimenta de quienes partirían a la batalla y la academia mambisa entrenaba a los jóvenes insurrectos. Era el teatro dotando de magia a un acto solemne.

  • Una casa contra los ruidos y el tiempo

     Un taladro retumba frente a la Iglesia Nuestra Señora de la Merced; una motorina pasa con alguna canción que no distingo por la mezcla de voces en la cola del banco; el correo casi en silencio: “no hay sellos”, alerta una señora. Pero justo al lado aparece una casa que data del siglo XVIII y al entrar se diluye la banda sonora urbana. El hogar donde nació Ignacio Agramonte Loynaz no porta ninguna barrera sónica, es la magia de la historia y su máquina del tiempo.

  • Agramonte: el arte de lo sublime

    El camagüeyano, en todos las épocas, se ha preciado de existir en una región conocida por el cultivo de las artes. Desde el célebre Espejo de Paciencia, de Silvestre de Balboa, la pintura de Fidelio Ponce de León hasta la función de la compañía de ballet, del territorio, conforman el universo que fortalece por dentro. Si de todas las etapas hablamos, y a buenos cubanos nos referimos, es preciso nombrar el eleve espiritual, ocasionado por ese ámbito, en El Mayor, Ignacio Agramonte Loynaz.

  • El Mayor, militar de luz

    Cuando meditamos un poco en la superioridad del ejército español, de inmediato nace el impulso de agigantar el valor de nuestros héroes de la Guerra Grande. Y no exageramos, porque si conspirar contra la metrópoli, era peligroso, enfrentarla en el campo de batalla resultaba un sacrificio de altura. Había que reprogramarse en la vida, como lo hizo, Ignacio Agramonte Loynaz, para vestir de militar y encarar a una de las huestes más poderosas del mundo, por aquel entonces.