“¿Qué se sabía del negro conspirador Aponte, muerto en 1812, con ocho de sus compañeros? Vivía en la calle Jesús Peregrino”, escribió nuestro José Martí. La brevedad de la respuesta a su propia pregunta, dice cuán inexplorado permanecía el universo que rodeaba la figura del rebelde. Y la interrogante del pasado vuelve a convertirse en una incógnita para el presente, mientras transitamos por el aniversario 210 de aquellos acontecimientos. La práctica de sus ideales y respeto universal del ser humano como una sola raza, será la mejor ofrenda de respeto a aquel cuyo pecado mortal derivó de una acción: pensar.