Cuando niño, José Ramón Rodríguez fue uno de esos talentos que, tras comenzar a hacerse un nombre, dejó el béisbol desilusionado por los tradicionales problemas de las categorías infantiles. Pero a los quince años regresó para reencontrarse con su destino, que superando mil y un obstáculos lo ha llevado a convertirse en uno de los mejores pitchers jóvenes de Cuba.