La mujer camagüeyana, en lo esencial, tuvo siempre fama de buen vestir y ese gusto se lo debemos a todos los siglos anteriores, aunque el XIX puso el sello, pues entonces la burguesía lugareña, que era quien marcaba la pauta de la moda, alcanzó sus más altos vuelos con una notoria influencia del refinamiento de París, traída a la ciudad por familias que visitaban Francia, Italia o los Estados Unidos.