La muerte, ese amargo estadío de la vida que supone el fin de la existencia, nos arrancó, físicamente, el 25 de noviembre, a nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Todos los cubanos sentimos el dolor a flor de piel y lloramos, ya fuera en compañía o en el silencio nocturno, la soledad del abandono, o el derrumbe espiritual que encarnan aquellos que han visto la partida de un amigo entrañable, de un familiar, de un padre.