Era viernes, La Habana andaba a su ritmo capitalino, en la esquina de Prado y Dragones como todos los días muchas personas esperaban algún transporte o simplemente caminaban contemplando su ciudad. El Hotel Saratoga vivía un ajetreo poco común, se preparaban los detalles para su reapertura cuatro días después, luego de dos años cerrado a causa de la COVID-19.