CAMAGÜEY.- En la memoria y en el actuar cotidiano de muchos comunistas camagüeyanos, sobre todo entre los que rebasan las seis décadas, perdura el recuerdo imborrable, de aquel hombrón cuyo físico era tan inmenso como su ejemplar andar por el sendero revolucionario.

 Hoy, 1ro. de septiembre, se cumplen cien años de su natalicio, de ahí el merecido homenaje a través de las referencias a sus enseñanzas partidistas y humanas.

Felipe Torres Trujillo, a quien amigos y camaradas nombraban Felipón, era cienfueguero de nacimiento; llegó a Camagüey en julio de 1953 por decisión de la dirección nacional del Partido Socialista Popular (PSP), dado que el territorio había transitado por una etapa en la que los dirigentes de la organización política aplicaban métodos de trabajo que era imprescindible ceñir a los principios de la doctrina marxista-leninista que profesaba.

A partir de entonces este hombre se convierte en un camagüeyano más, primero como organizador del Buró del Partido, y tres años después como máxima figura de la organización política en el territorio.

Durante una década mucho tuvo que ver con el desarrollo del proceso revolucionario, anterior y posterior al triunfo del Primero de Enero de 1959, hasta que pasó a desempeñar otras tareas, dentro y fuera del país. Justamente cuando lo sorprende la muerte el 27 de mayo de 1977 estaba al frente del Departamento de Relaciones Exteriores del Comité Central del Partido.

Entre los testimonios obtenidos durante años, a más de uno le he escuchado decir que prestaba especial interés a la formación de los dirigentes más jóvenes, incluso, leí en la publicación de una de sus intervenciones: a los cuadros jóvenes tenemos que echarlos a andar, para ver lo que dan de esperanza a la Revolución".

Existe el criterio de que tenía fe en la capacidad de todas las personas para resolver determinadas situaciones; con un estilo de trabajo muy vinculado al movimiento obrero, convocando siempre a los veteranos para apoyar a los bisoños, con un gran poder aglutinador, persuasivo,  pero sobre todo, un comunista consagrado.