CAMAGÜEY.- Las expectativas sobre la posibilidad de que se desate una guerra comercial a escala universal si se mantienen las tensiones entre las dos mayores potencias económicas, la República Popular China y los Estados Unidos de América, parecen tener bastante fundamento.

Lo cierto es que en el pasado mes de marzo, continuando la política proteccionista del gobierno del presidente Donald Trump, se decidió imponer aranceles del 25% a las importaciones de acero y el 10 a las de aluminio procedentes de varios países y dentro de ellos China, ocasionando graves perjuicios a las economías de esas naciones.

Para muchos especialistas las medidas estadounidenses violan las cláusulas de excepción de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y van en contra del principio de no discriminación en el sistema de comercio unilateral, razones por las cuales dichas medidas han concitado el repudio internacional y han sido denunciadas por Pekín ante este organismo.

Desde luego que no solo esta reacción se ha manifestado como consecuencia del proteccionismo norteamericano, sino que en el caso de China, para equilibrar las afectaciones económicas ocasionadas, ha decidido suspender las concesiones arancelarias para 128 productos importados estadounidenses, cuyo valor asciende a un monto de de 3 mil millones de dólares, cifra similar a la gravada por los Estados Unidos.

En este sentido, la Comisión de Tarifas Arancelarias del Consejo de Estado consideró oportuno, para salvaguardar los intereses de China, en atención a las reglas de la OMC,  imponer un arancel del 15% a 120 productos importados desde el territorio estadounidense, incluyendo frutas y artículos relacionados con estas, y uno del 25% sobre otros productos de importación.

Las autoridades chinas patentizaron que aunque ese país practica y apoya un sistema de comercio multilateral, las suspensiones de las concesiones arancelarias a las mencionadas importaciones procedentes desde Estados Unidos constituye un ejercicio de legítima defensa de sus intereses económicos.

Hasta dónde llegará Trump por el camino proteccionista emprendido es motivo de especulación por no pocos entendidos en esos asuntos, sobre todo con China, pues en una segunda ronda anunció otra nueva lista de mil 300 productos chinos gravados con un 25% que contempla los aparatos electrónicos, maquinaria industrial, productos químicos y farmacéuticos por valor de unos 50 mil millones de dólares.

La respuesta de Pekín no se ha hecho esperar y su listado, por un monto similar , presenta ahora gravamen sobre las importaciones de automóviles, la soja y las joyas, productos químicos y determinados tipos de aeronaves procedentes de la nación norteña.

No hay que olvidar que China, segunda economía mundial y con un gran potencial de mercado, es una de las principales naciones importadoras desde los Estados Unidos y que además posee las mayores reservas en dólares norteamericanos, que algunos calculan en más de un billón de esa moneda, convertible en oro y cuyo lanzamiento al comercio internacional, lesionaría fuertemente los intereses estadounidenses.

Atienden además, que una guerra económica entre esos dos países gravitaría pesadamente sobre la economía mundial a la cual ocasionaría pérdidas multimillonarias con incalculables perjuicios para casi todas las naciones del orbe.

Por lo pronto, aunque México, Canadá y la Unión Europea fueron excluidos del gravamen arancelario en el acero y el aluminio en una nota posterior de Washington, el anuncio oficial de la subida de estos en las importaciones estadounidenses, tensó las cuerdas en estas naciones.

Otros piensan que el verdadero objetivo de la Casa Blanca es atraer a esas duras posiciones a los grupos de poder partidarios de políticas como éstas, que demandan medidas más enérgicas en defensa de la economía nacional, pero no obstante ello, estas escaramuzas se considera no tendrán un futuro escalamiento.

Según las disposiciones actuales, el nuevo paquete de Trump contra China entrará en vigor en un plazo de 30 días en caso de que ambas partes no lleguen a un acuerdo, solución que muchos consideran improbable dado la tozudez y los argumentos de “América para los americanos” que lo impulsaron a ponerlo sobre la palestra, porque considera que Pekín es responsable en gran medidas del déficit que presenta su balanza comercial, ascendente 556 mil millones de dólares, algo que China considera no es cierto.