A primera vista nadie pudiera “adivinarle” los 34 años que asegura tener, ni las muchas horas de sol que pasa cada día recorriendo de un extremo a otro las polvorientas calles del reparto Jayamá, de la ciudad de Camagüey, en cuyo combinado deportivo labora desde el día en que se graduó del “Fajardo”.

Allí esta buena parte de su mundo. No solo porque toda la vida la haya pasado entre esa barriada y la vecina Versalles, donde todo el mundo la conoce. En su “reinado” también tienen mucho que ver el círculo de abuelos que atiende en la calle Quinta o las clases de gimnasia musical aerobia que ocupan sus tardes y las de muchas niñas de la escuela primaria Oscar Primelles.

“Una tiene que organizarse muy bien: no puede descuidar al esposo o la casa, ni las responsabilidades que entraña el núcleo, porque si aceptó el compromiso es para cumplir, no para salir del paso”.

Con certezas como esa, Yunileisy viajó a La Habana para acudir a la cita mayor de los comunistas cubanos. En su agenda lleva inquietudes como las del salario, “que sigue siendo poco y hace que perdamos a buenos profesores”; o la necesidad de implementos e inversiones en áreas deportivas, “para que todas las personas tengan un espacio y una forma de ejercitarse”.

Sabe que alguna tal vez no tendrán soluciones en lo inmediato, pero ahí no está la esencia del asunto. “Voy al congreso para decir las cosas por su nombre. Para ser la voz de mis compañeros, para que se sepa que con nuestro trabajo los profesores del Inder también hacemos revolución”.

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