El Sumo Pontífice de la Iglesia Católica saltó el protocolo de impartir su homilía prevista, para compartir con sacerdotes, religiosos, religiosas, diáconos y seminaristas el “espíritu de pobreza y despojo, de dejarlo todo para seguir a Jesús”.

Cuando los bienes entran al corazón y comienzan a escamotear la vida, ya perdiste, fue una de las reflexiones del Misionero de la Misericordia.

Asimismo, el Jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano convidó a amar la pobreza como a la madre, a fin de hacer bien a la vida consagrada y presbiteral.

Cuando uno busca al más pequeño, al más abandonado, al más enfermo, al que nadie tiene en cuenta, y le sirve, está sirviendo a Jesús de manera superlativa, señaló el Obispo de Roma, y exhortó a acoger a “quienes el mundo descarta” por su condición física.

A los sacerdotes: no se cansen de perdonar, sean perdonadores, como lo hacía Jesús, no se escondan en miedos o en frigideces, fue otro de los mensajes del Papa durante la liturgia.

El Sumo Pontífice enrumbó sus reflexiones luego de que el Cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana, destacara el carácter pobre de la Iglesia Católica en Cuba, “que cuenta con el abnegado y admirable testimonio de sacerdotes y personas consagradas”.

Quizá sea la pobreza la que contribuye de modo singular  a la solidaridad y fraternidad entre todos, señaló Ortega Alamino al referirse a la ausencia de “espacios fáciles para la competitividad y la emulación, que no sea el del servicio y el don de sí”.

Luego de concluida la Plegaria de las Vísperas, el Papa Francisco acudió al Centro Cultural Padre Félix Varela, antigua sede del Seminario San Carlos y San Ambrosio, para saludar a una representación de jóvenes.

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