Camagüey.- Con extrema gentileza nos recibió Mons. Juan de la Caridad García Rodríguez. El encuentro tuvo lugar en la tranquilidad de la sede del arzobispado de Camagüey, allí, el quinto obispo de la diócesis reconoció la importancia de la responsabilidad que tiene sobre todo como sucesor de “un hombre extraordinario” como Monseñor Adolfo, quien dirigió la comunidad católica del territorio por 36 años, “algo que por una parte es bueno, porque el camino está allanado, y por otro es un reto continuar su obra”.

Para quien es reconocido por su obra misionera , no fue sorpresa que el motivo fundamental de nuestro encuentro fuera la esperada visita del papa Francisco a Cuba.

¿Cómo se ha preparado su congregación para el recibimiento al Sumo Pontífice?

Desde un inicio a la visita hubo una gran alegría cuando recibimos la noticia, un gran lamento también porque no visite Camagüey pero al final el papa viene para todos los cubanos, así que hay un gran gozo. Siempre hay una preparación espiritual porque para nosotros es el sucesor de Pedro, Pedro es apóstol que más responsabilidades tuvo, que se las dio el mismo Jesucristo, él viene como responsable universal de la iglesia, viene a confirmarnos en la fe, como misionero de la misericordia. En este sentido la iglesia en su catecismo tiene lo que llama obras de misericordia, siete corporales y siete espirituales y estamos reflexionando y trabajando sobre eso a partir de un textos bíblicos y en la preparación logística hemos recibido el apoyo de las autoridades del territorio.

“Iremos a la misa en Holguín, el 21 de septiembre, alrededor de 1 870 camagüeyanos y ya todo está preparado para la realización de un viaje largo, hay que hacerlo de madrugada y estar al sol, en una plaza que parece muy calurosa, esperamos que haya nubes, pero eso no depende de nosotros; pero lo más importante es que hay una gran disposición y alegría porque viene a alentarnos en nuestro camino de esperanza y amor y de servicio al prójimo”.

Usted, primero desde la posición de obispo auxiliar hasta hoy como arzobispo ha estado involucrado en los preparativos de todas las visitas papales a la nación. ¿Cómo ha resultado ser esta experiencia?

Con san Juan Pablo II, que estuvo en Camagüey, tuvimos casi un año de preparación, y eso fue muy importante, se llegó a muchas personas casa a casa, creyentes o no. Benedicto XVI vino cuando los 400 años del hallazgo de la virgen de la Caridad, ya no era la primera vez que teníamos un evento así y además en materia de preparación el mismo recorrido de la virgen peregrina ayudó.

“Algo singular es que cuando Juan Pablo los camagüeyanos cantaban ‘el papa se queda en Camagüey’, con Benedicto le cantaron ‘aunque el papa no vaya a Camagüey iremos a dónde él esté’, no sé si habrá alguno nuevo para Francisco, pero son buenos recuerdos”.

Juan Pablo señaló que era necesario que Cuba se abriera al mundo y que el mundo se abriera a Cuba. Solo 17 años después de esto suman ya tres los papas que han visitado la Isla. En materia de religión, a su entender, cómo han sido estos casi 20 años.

Hemos mejorado mucho en cuanto a las relaciones Iglesia-Estado. Hace como nueve años los obispos cubanos tuvimos un encuentro con Fidel y él manifestó una alta valoración de la religión y yo le dije esa valoración no era todavía generalizada y él lo reconoció. Hoy, creo que hemos progresado mucho, la relación es más acogedora, participativa y de entendimiento con nuestra misión, y todavía nos falta camino de andar, la vida es así, avanzamos mediante el diálogo y la convivencia, sin importar si creemos o no.

Para este misionero que también es arzobispo es una alegría que las personas se acerquen a la iglesia “lo hacen por un sentimiento hermoso y bello, pero la religión no es solo sentimiento es conocimiento es vida es caridad, y entonces eso es también un crecimiento en la persona, en su familia, y al final en toda la sociedad”.

La misma que recibe con fe a Francisco, pues san Pablo señaló que ésta es “la certeza  de lo que se espera”; y al papa lo espera en Cuba un pueblo respetuoso y amable, junto al que podrá celebrar los 80 años de las relaciones ininterrumpidas de la Santa Sede con el país.

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