Algunos cronistas definen que sus numerosas plazas, a la par de las estrechas calles, el sistema de plazas que la presiden y los callejones y barrios que las circundan, constituyen un complemento sui géneris del habitad de la añeja urbe con semejanza a trazados de ciudades cristiano-musulmana-andaluza.

La configuración de la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, fundada en los comienzos del Siglo XVI, fue determinado, en gran medida por la organización religiosa, principal autoridad de la época. Esto fijó la estructura urbana en barrios o feligresías.

¿A qué dio lugar esa ordenación? A que los primeros suburbios tomaran el nombre de la iglesia correspondiente. De ahí que el barrio de La Caridad, por ejemplo, asuma ese nombre por presidir el entorno el templo Nuestra Señora de La Caridad del Cobre.

Los que recorren sus calles advierten que en el núcleo principal de la urbe perduren plazas y en sus pupilas se agolpan las edificaciones religiosas que dieron origen a la ciudad.

Son ellas: la de la Plaza Mayor contigua al Parque Agramonte, la cual en vísperas de los 500 años de fundada, el Papa nombrara a la Catedral de Camagüey como Basílica Menor. La Merced (Plaza de Los Trabajadores) y San Francisco (en el Parque Martí). Las dos primeras tuteladas por la Parroquial Mayor, iniciada en 1517 y la Señora de la Merced en 1748.

Majestuosa se levanta en la Plaza de los Trabajadores el convento-iglesia La Merced. Después de transformarse entre 1744-1756 se erige como uno de los edificios religiosos más notables por la complejidad constructiva y belleza arquitectónica. No hay turista que viste esta urbe que no la atrape en su lente fotográfico.

¿Cómo es esta Ermita? Totalmente de ladrillos y cuenta con techos de bóvedas de cañón, que cubren las tres naves sustentadas por gruesos nervios. En el exterior, se yergue, una torre voluminosa, situada a eje de la nave principal que marca la solidez del edificio: mientras pilastras y frontones enmarca la fachada.

Sobre el repertorio religioso camagüeyano había que dedicar mucho más tiempo para exaltar sus valores que, indiscutiblemente, favorecieron a que la UNESCO declarara un segmento del Centro Histórico como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Los turistas nacionales y foráneos que se desplazan hacia el Oriente del país no pierden oportunidad de llegar hasta Camagüey para apreciar, de primera mano, los tesoros arquitectónicos de una ciudad que rejuvenece al compás del tiempo.

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