CAMAGÜEY- Ignacio Agramonte, El Mayor nuestro, dirige desde su altura a su tropa mambisa. Las banderas, los vitores, las almas en convite lo prueban: esto es solo el comienzo del mejor de los días del año.

Cada Primero de Mayo esta Plaza se convierte en pista de fiesta proletaria. Desde temprano las casas quedaron vacías, ni pequeños ni abuelos quedaron atrás.

Miembros de la ACLIFIM, ANSOC y ANCI (Asociaciones de discapacitados) son los primeros en pasar por frente de la tribuna. Con sus coloridos carteles y su presencia, son ellos una prueba fehaciente de que la sociedad cubana incluye a todos, y cada uno cuenta.

Los siguen en orden de entrada hombres y mujeres que, nacidos en otras tierras, hacen de Cuba, y de esta ciudad, su hogar, el bloque de la solidaridad, también llena el lugar con sus colores y sus consignas.

Como prueba de que el relevo está seguro, se hacen dueños de la Plaza los jóvenes, el futuro, la mayor prueba de fe al joven eterno, a Fidel, a él, al Che, a todos los que no pasaron de 25 años y siguen vivos en la obra descomunal que resulta esta nación irrenunciablemente rebelde, honran, porque ellos son el impulso y los muchachos y muchachas que calientan el asfalto, el motor del mañana.

Porque Nuestra fortaleza es la unidad, continúa el desfile en celebración por el Día Internacional de los Trabajadores.

Los alrededores de la “Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz” siguen llenos de pueblo, de todos los que, sin importar edad, sexo o creencia religiosa, comparten un mismo principio movilizativo, preservar y perfeccionar nuestro socialismo.