La de hoy fue una campaña de continuidad histórica frente a la erguida figura de El Mayor que, con su noble mirada, abrazaba a esta muchedumbre que vino hasta aquí por miles para felicitar a Fidel, el gigante que el 13 de agosto cumple 90 años.

De aquí y de allá, de un extremo a otro de la plaza, la gente decía: cumplimos con el llamado de Raúl durante la clausura del VII Congreso del Partido, de colmar las calles para reafirmar el apego por la Revolución y a las conquistas del socialismo.

¿Qué decían las pancartas? Alegorías a los 55 años de Declarar a Cuba libre de analfabetismo; Cuba, te amo, en manos de un niño asido en el hombro de su padre; con el Che, Martí y Bolivar..., en fin, fueron diversos los mensajes.

Los rostros se vieron alegres, sin la fatiga de tener que demandar mejoras salariales, el derecho a la salud pública, a poseer una vivienda decorosa o de temer que su hijo o hija muera de un balazo en la cabeza.

Sí, hubo carteles con demandas en la fiesta obrera de Camagüey. Los recuerdo intactos en la mente: ¡Cese el bloqueo! ¡Cese la política de intromisión en los asuntos internos de Venezuela y de Brasil...

Hubo mensajes de solidaridad con los hermanos ecuatorianos, víctimas del descomunal terremoto y también el deseo expreso de muchas de las personas con la que hablé, de que están listas para cuando se inicie el proceso de debate, anunciado por Raúl, darle continuidad a los análisis de los documentos del VII Congreso del Partido, esa brújula encendida que señala la ruta hacia el futuro.

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