CAMAGÜEY.- Por años, la política del bloqueo de los Estados Unidos a Cuba ha generado, y acumulado, miles de afectaciones, que van desde lo económico hasta lo humano, sobre todo porque muchos recursos y medicamentos imprescindibles para salvar vidas nos han estado vedados.

El proceso de formación de profesionales en las universidades cubanas se ha visto obstaculizado por esta política genocida, entre ellas la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz.

La prohibición del acceso a información de alto valor científico, incluido el uso de software, y la limitación de intercambio académico y bibliográfico, inciden negativamente en casi todos los procesos sustantivos de la Universidad camagüeyana, y han limitado cualitativa y cuantitativamente las posibilidades de mejorar y crear infraestructuras en varias especialidades, sobre todo en materia de textos y laboratorios especializados, muchos de los cuales subsisten gracias a la mano amiga y solidaria que, a riesgo de “violar lo establecido por el bloqueo” se han extendido a la institución.

En intercambios con el claustro universitario —el que integro— he constatado las restricciones para clasificar con sus publicaciones y publicar en el Grupo Uno en revistas dedicadas a temas sobre derecho, alimentos, química, electricidad, lenguas, de economía, de interés e importancia en la formación de postgrados, de maestrías y doctoral. Algo similar sucede con la asistencia de los nuestros a cursos en territorio norteamericano.

Hasta el momento, con independencia del avance en los acuerdos, durante este año se han suscrito carreras como las de ciencias agropecuarias, arquitectura, e ingeniería civil, la imposibilidad del intercambio llega al plano del correo postal con homólogos norteamericanos, incluso a través de terceros, como son las instituciones mexicanas vinculadas a ese país. No son pocos los académicos extranjeros que han desistido de viajar a eventos internacionales organizados por la Casa de Altos Estudios camagüeyana, por temor a que luego se les prohíba viajar a los Estados Unidos. 

Cuba se ha visto forzada a erogar un 30 % y hasta el 50% sobre el precio original para adquirir equipamiento necesario en mercados distantes; los más actuales producidos por grandes fabricantes mundiales, como es el caso de las computadoras y tabletas, en su mayoría está controlada por la firma norteamericana Intel.

A esto se suman otros recursos materiales, como las propias bibliografías, reactivos, incluso métodos científicos de organización del trabajo, algunos software de uso profesional, como el architectural desktop, de diseño, simuladores de procesos, cálculo numérico como el Solidworks, AutoCAD, Abaqus, MathCad y el Matlab; las plataformas de desarrollo colaborativo más importantes del mundo.

La relación incluye a los celulares y dispositivos móviles como las tabletas y laptops basada en Android, de las últimas tecnologías de avanzada en el país, las que tienen como fuente principal de instalación de aplicaciones del mercado de Google donde están disponibles de manera gratuita, sin embargo el acceso a ese sitio continúa cerrado para Cuba.

Con todo y eso, nuestros profesores y estudiantes universitarios, parte indisoluble del pueblo de Cuba, no se han quedado cruzados de brazos; en el quehacer cotidiano está presente el enfrentamiento al bloqueo, sin renunciar a la excelencia como objetivo primordial de la formación profesional.