El 17 de diciembre de 2014 sorprendió al mundo al anunciarse los primeros pasos rumbo a la normalización de los vínculos, expresarse la voluntad de ambas naciones de restablecer relaciones diplomáticas, así como el reconocimiento por Obama, de que la política de Estados Unidos hacia Cuba, incluido el bloqueo, es obsoleta y debía cambiarse.

Sin embargo, como pronto advirtieron las partes, el camino para lograr tal normalización ha de ser largo y complejo, a lo cual se suma el hecho de que el Congreso de Estados Unidos (actualmente de mayoría republicana) es el órgano facultado para revocar las legislaciones que sostienen la política de bloqueo contra Cuba y decretar su fin.

No obstante, la acción del Legislativo puede estar precedida del desmontaje de la inmensa mayoría de las restricciones que la conforman, a través de acciones ejecutivas de parte del presidente.

De ahí el llamado permanente del gobierno de la isla al Jefe de Estado norteamericano a aplicar sus facultades ejecutivas que posibiliten la desaparición de muchas de las limitaciones que impone el bloqueo, y constituya un serio espaldarazo al proceso de normalización de vínculos.

En consonancia con tal contexto, en enero de 2015 Obama instó al Congreso de su país a iniciar el trabajo de poner fin al cerco económico y como parte de los cambios en la política estadounidense hacia la isla, anunció varias disposiciones dirigidas a modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo.

Este fue el primer paquete de medidas de cuatro que hasta el momento ha impulsado la administración demócrata con el fin de flexibilizar las restricciones derivadas del bloqueo en diversas esferas referentes a los viajes, remesas, telecomunicaciones y comercio, entre otras áreas.

Pero a juicio de las autoridades cubanas aunque tales disposiciones constituyen avances en la dirección correcta, estas resultan limitadas e insuficientes ante las facultades ejecutivas del Presidente y la magnitud y alcance que tienen las leyes del bloqueo para Cuba y el resto del mundo, las cuales se mantienen y se aplican con rigor.

La postura de Cuba se explica, pues -pese a estas medidas- en la práctica la esencia y entramado del bloqueo persiste, de modo que este cerco pervive como obstáculo fundamental para la normalización real de los nexos y deviene principal escollo para el desarrollo del país en todas las esferas de su vida económica, social y cultural.

LA ESENCIA DEL BLOQUEO

Para entender la complicada y hostil esencia que rodea al bloqueo hoy día sería necesario remitirse a tres puntos fundamentales dentro de las diversas problemáticas relacionadas con esta política, a todas luces obsoleta ante los nuevos tiempos de diálogo que apuntan a normalizar los vínculos entre ambos países.

La primera de ellas es el carácter extraterritorial de este cerco económico, que cuenta con el abrumador rechazo de la comunidad internacional expresado en la voz y voto de 191 países que en Naciones Unidas claman por la terminación de esta política.

En ese sentido, la Cancillería de la isla caribeña ha denunciado reiteradamente que a pesar del nuevo escenario derivado del proceso de normalización de relaciones, en el período se ha mantenido el recrudecimiento de la extraterritorialidad, cuyas múltiples manifestaciones tienen especial impacto en la dimensión financiera.

Todo ello -tal como demostró Cuba en el texto de la Resolución anual que presentara en 2015 en Naciones Unidas sobre la Necesidad de poner fin al bloqueo- se evidencia en la persecución de las transacciones financieras internacionales cubanas.

Más recientemente, un editorial del principal diario cubano, Granma, denunciaba que la realidad sigue mostrando que el bloqueo se mantiene y se aplica con rigor y con un marcado alcance extraterritorial, lo cual tiene efectos disuasivos para las empresas y los bancos de Estados Unidos y otros países.

Ejemplo de ello -agrega el texto- son las multas multimillonarias que se continúan imponiendo a compañías y entidades bancarias internacionales por relacionarse con Cuba.

Igualmente, otras acciones punitivas son la denegación de servicios y el cierre de operaciones financieras de bancos internacionales con Cuba; y la congelación de transferencias legítimas de fondos hacia y desde Cuba, incluso en monedas distintas al dólar estadounidense.

Actitudes como esta -entre otras manifestaciones hostiles de este cerco económico- explican por qué se califica y tipifica a esa política como bloqueo, al buscar el aislamiento, la asfixia y la inmovilidad de Cuba, toda vez que se pretende incomunicar por diversas vías a la isla con el exterior para lograr la rendición del país.

Un segundo punto a considerar en el actual contexto es señalado asimismo por Granma al denunciar lo paradójico de que, por una parte, el gobierno norteamericano tome medidas tendentes a modificar la aplicación de este cerco y que, por otra, arrecie las sanciones contra Cuba, las cuales afectan la vida cotidiana del pueblo caribeño.

Cabe señalar además que el daño económico ocasionado al pueblo cubano por la aplicación del bloqueo, considerando la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, asciende a 833 mil 755 millones de dólares.

A precios corrientes, según la más reciente valoración de las autoridades cubanas, durante todos estos años el bloqueo ha provocado perjuicios por más de 121 mil 192 millones dólares.

Un tercer elemento a tener en cuenta -además del cúmulo de restricciones que todavía gravitan sobre Cuba producto del bloqueo y que le han negado la posibilidad por más de medio siglo de una relación normal con su norteño vecino- es el hecho de que si bien las medidas tomadas son positivas, su alcance es insuficiente.

Al respecto, analistas resaltan el carácter parcial (o "a medias") de muchas de estas medidas (en contravía al desarrollo pleno de una real normalización), y advierten también sobre la velada intención de promover el llamado cambio de régimen en la isla a través del apoyo a sectores de la sociedad cubana, que Washington considera motores a favor de sus intereses.

En general, en su más reciente editorial Granma reconoce que no ha sido posible implementar una buena parte de las medidas, por su alcance limitado, así como por la persistencia de otras regulaciones y por los efectos intimidatorios del bloqueo en su conjunto, que ha sido aplicado duramente por más de 50 años.

Señala no obstante el principal diario del país que el pueblo cubano espera que la visita de Obama a la Mayor de las Antillas -del 20 al 22 de marzo- consolide su voluntad de involucrarse activamente en un debate a fondo con el Congreso estadounidense para el levantamiento del bloqueo.

Igualmente expresa el rotativo que el pueblo de Cuba espera que entretanto, Obama continúe asimismo haciendo uso de sus prerrogativas ejecutivas para modificar tanto como sea posible la aplicación de este cerco económico, sin necesidad de una acción legislativa.

Recuerda Granma -al igual que el Gobierno de la isla- que para normalizar las relaciones con Estados Unidos será determinante que se levante el cerco económico, comercial y financiero, que provoca privaciones al pueblo cubano y es el principal obstáculo para el desarrollo del país, así como para el proceso de normalización.

*Periodista de la Redacción Nacional de Prensa Latina

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