Las nuevas regulaciones –que entrarán en vigor a partir del 21 de septiembre– están circunscritas a las mismas áreas de las anunciadas en enero pasado sobre el comercio con Cuba, los viajes de sus ciudadanos a la Isla y la operación de empresas norteamericanas en la mayor de las Antillas.

Diversos medios de comunicación habían especulado sobre una posible expansión de los viajes por motivos del intercambio pueblo a pueblo; sin embargo, solo se anunció que se permitirá que los parientes cercanos acompañen a los viajeros autorizados mediante las 12 licencias generales.

Lo podrán hacer como acompañantes de los viajeros autorizados para actividades educativas, periodísticas, religiosas, de investigación profesional, así como también las relacionadas con los proyectos y actividades de las fundaciones privadas o ciertos institutos de investigación.

Esta constituye una expansión de la posibilidad de viajes de ciudadanos estadounidenses, pero se mantiene intacta la prohibición a personas de ese país de hacer turismo en Cuba.

Muy relacionado con el tema es que la transportación marítima de pasajeros entre EE.UU. y la nación caribeña –autorizados dentro de las 12 categorías– podrá realizarse mediante licencia general, siempre que las embarcaciones no hagan escala en terceros países.

Asimismo, los viajeros podrán abrir cuentas bancarias en Cuba para realizar las transacciones durante su estancia, aunque es una regulación con alcance limitado pues los estadounidenses tendrían que viajar con el dinero en efectivo o hacer una transferencia a través de terceras sucursales bancarias, pues los bancos de Estados Unidos no tienen representaciones en la nación caribeña por temor a ser sancionados por el gobierno de su país que mantiene rigurosas regulaciones sobre este tema.

En cuanto a las remesas, el gobierno de Obama eliminó el límite trimestral de dos mil dólares en la cantidad de dinero que los residentes de aquella nación pueden enviar a Cuba.

Igualmente se deja sin límites la cuantía de las remesas autorizadas que se pueden traer –hasta ahora 10 mil dólares– para personas sujetas a jurisdicción de Estados Unidos y de tres mil para nacionales cubanos.

De igual forma autorizaron que ciudadanos cubanos –en la Isla o terceros países– envíen remesas hacia la nación norteña.

Las nuevas regulaciones permitirán que empresas norteamericanas autorizadas establezcan oficinas, puntos de venta minorista o almacenes en Cuba –mediante licencias generales, no específicas– como el caso de los medios de comunicación –que en la práctica desde hace años las tienen–; exportadores de determinados productos autorizados por la OFAC, como productos agrícolas o materiales de la construcción.

Sin embargo, esta prerrogativa de apertura de oficinas no es recíproca pues las compañías cubanas no fueron autorizadas a hacer lo mismo en territorio de ese país, como otrora existió en los años ’70 bajo la administración de Carter, cuando Havanatur o Cubana de Aviación tuvieron representación allá, lo cual deja en claro cuánto más puede hacer la administración Obama con sus facultades ejecutivas.

Constituye una novedad que las entidades importadoras cubanas puedan traer equipamiento asociado solamente a la seguridad operacional y el tráfico aéreo y comprados a empresas estadounidenses, directamente o en terceros países a otras compañías.

No obstante, persiste la prohibición sobre el uso del dólar por  Cuba en sus transacciones internacionales, cuestión que obstaculiza la mayor parte de estas medidas.

De igual forma se mantiene vigente que el gobierno cubano tiene que pagar sus compras en EE.UU. por adelantado y en efectivo como establecen las actuales regulaciones.

Los anuncios de hoy del Departamento de Comercio y Tesoro solo complementan los que ya entraron en vigor en enero último.

Josefina Vidal, directora general de Estados Unidos de la Cancillería, afirmó la pasada semana a la prensa que aquellas medidas adoptadas en enero tienen en sí mismas limitaciones que impiden su correcta y adecuada implementación, pues todavía no hay una regulación que permita el acceso a créditos de bancos estadounidenses, de sus filiales en terceros países o financiamientos de instituciones internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Las propias compañías norteamericanas que han viajado a Cuba, agregó, se percatan de esas limitaciones. “Muchos obstáculos se derivan de la política del bloqueo que inhibe la posibilidad de llevar adelante estas medidas”, concluyó.

Mientras Josh Earnest, portavoz de la Casa Blanca, dijo que las nuevas regulaciones son un avance para los intereses estadounidenses en la región y una manera de “dar poder al pueblo cubano”, en realidad continúa en vigencia el bloqueo, que obstaculiza el normal desarrollo de Cuba en todas las esferas de la vida económica, social y cultural.   

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