CAMAGÜEY.-Pienso que ninguna derrota fue más humillante para el Gobierno de los Estados Unidos que la sufrida en esta vigesimoséptima votación en la Asamblea de Naciones Unidas ¡189 a favor y 2 en contra!, no solo por el resultado del escrutinio, sino por el ridículo que hicieron al llenar de enmiendas el proyecto presentado por Cuba contra el bloqueo y circular documento apócrifo con la intención de desacreditar a la Isla.

Otra vez quedaron aislados en su política genocida de pretender rendir por hambre y enfermedades al pueblo cubano, ignorantes de nuestra capacidad de resistencia y la facultad de sobreponernos a todas las adversidades de cualquier naturaleza que sean y en cualquier terreno.

Esta es la veintisiete ocasión en que la Asamblea aprueba por inmensa mayoría el proyecto cubano: Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos impuesto a Cuba, a pesar de que obligaron al plenario a votar cada una de las 8 enmiendas cuyo objetivo era revertir el contenido del documento y volverlo contra la Isla, para lo que usaron además, brutales presiones sobre los delegados e incluso a funcionarios de la Secretaría. 

Pretendieron engañar a las representaciones diplomáticas de los países miembros con tales enmiendas relacionadas con los objetivos de desarrollo de la Asamblea de Naciones Unidas para el 2030 en las que quisieron presentar a la Isla como incumplidora y usaron  el manido argumento de los derechos humanos para identificar al Gobierno de la Isla como violador de tales derechos, a pesar de que estas nada tenían que ver con el tema a debate.

Ahora, donde en realidad mostraron su desvergüenza es en el documento circulado entre bastidores por el Departamento de Estado en el que hipócritamente reconoce que la intención de la resolución cubana tiene como propósito la condena del impacto que   el bloqueo provoca con daños humanos significativos a nuestro pueblo, privaciones, carencias, dificultades y  afecta a todas las familias y el desarrollo económico del país.

Tal reconocimiento iba dirigido con fines propagandísticos a modificar las intenciones de votos de las naciones representadas en la Asamblea, pero tremendo chasco se llevaron, porque ni una sola delegación de las que tradicionalmente condenan el bloqueo cambió su posición y solo  Estados Unidos e Israel votaron en contra.

Claro que no son estos documentos disuasivos los que pueden impedir que la opinión pública internacional esté convencida de que los Estados Unidos no tiene moral alguna para acusar a otros con el pretexto de los derechos humanos, porque ellos son los principales violadores, pues bastaría con mencionar las consecuencias genocidas de su bloqueo para los cubanos, y seguir con la discriminación de que son objeto negros y latinos, encarcela en jaulas a cientos de niños inmigrantes al separarlos de sus padres, encarcela y tortura a decenas de supuestos terroristas en la prisión de Guantánamo, territorio usurpado ilegalmente a la Isla,  sus mujeres reciben menos salarios que lo hombres por igual trabajo, los miles de sus ciudadanos que son privados de sus derechos a votar porque tienen deudas, y a otros miles que se les impide viajar a Cuba, o todos los civiles que mueren o son mutilados por sus guerras de conquista en distintos lugares del orbe o los cientos de inmigrantes huyendo de la miseria que ellos provocaron en sus países, y se les niega cruelmente querer compartir en su suelo las riquezas que acumularon a su cuenta.

Quién no sabe que el bloqueo, además de las penurias que causa a los cubanos viola el derecho internacional público, la Carta de la ONU, todos los principios del Derecho internacional al igual que los derechos de los Estados al ser victimas de su aplicación extraterritorial y el derecho mercantil internacional al desconocer las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

El bloqueo no solo es ilegal sino también obsoleto y frustrante para las distintas administraciones estadounidenses porque no han podido lograr sus objetivos de rendirnos, a pesar del recrudecimiento de su política hostil ahora patrocinada por el presidente Donald Trump y la industria anticubana de Miami.

Los cubanos seguimos el rumbo que nos hemos trazado de alcanzar un socialismo próspero y sostenible y nada ni nadie podrá torcer nuestro camino y mucho menos acallar nuestra voz de denuncia del bloqueo y de condena, en cualquier escenario del orbe, del sistema capitalista que no ofrece ningún presente y menos futuro, para nuestros pueblos.