CAMAGÜEY.- El presidente Donal Trump acaba de firmar la renovación por un año más de la Ley de Comercio con el Enemigo que lo faculta para aplicar sanciones económicas en tiempos de guerra o en cualquier otro período de emergencia nacional y prohíbe el comercio con el enemigo o sus aliados durante conflictos bélicos.

Tal decisión dada a conocer en memorandos enviados a los secretarios de Estado y Comercio, confirman la voluntad del gobernante de mantener el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba impuesto hace más de 55 años y que él se ha encargado de recrudecer con el establecimiento del “Memorando Presidencial de Seguridad Nacional sobre el fortalecimiento de la Política de Estados Unidos contra Cuba”, rubricado en el mes de junio del 2017 acompañado de la más recalcitrante mafia miamense.

El gobierno cubano volverá a insistir en la presentación ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el próximo 31 de octubre del documento “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, aprobado por este órgano internacional con abrumadora mayoría en 26 ocasiones.

Durante estas sesiones resultan ridículos los alegatos del representante estadounidense ante el plenario al que pretende convencer de que el bloqueo no es contra el pueblo cubano sino contra su gobierno al que quieren hacer ver como la dictadura opresora causante de todas las penurias de los pobladores de la Isla.

Desde luego, las evidencias manifiestan todo lo contrario y la última votación así lo demuestró cuando 193 países aprobaron la Resolución cubana y solo Estados Unidos e Israel votaron en contra, quedando en total aislamiento.

Estados Unidos no puede ocultar que el bloqueo es el principal obstáculo para el pleno disfrute de todos los derechos humanos del pueblo cubano y que constituye una genocida violación de la Convención para la Prevención y Sanción de ese Delito, de 1948, de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional.

Los impactos de esta férrea política de estrangulamiento económico, comercial y financiero se reflejan negativamente en todos los procesos de la vida nacional, el más sensible en la Salud, privando al pueblo de medicamentos, reactivos, instrumentales, piezas de repuesto para equipos, tecnologías y otros recursos indispensables para la atención, tratamientos y curas de enfermedades, algunas de ellas terminales.

No hay un solo aspecto en el que el bloqueo no golpee con sus efectos negativos los planes de desarrollo y servicios del país, como la producción de alimentos, la educación, la cultura, el deporte, la ciencia e incluso en los intereses personales y profesionales de millones de cubanos.

Cuando Cuba trata de expresar en cifras los estragos de la agresiva política norteamericana durante estos casi 60 años y cita daños al país por más 993 mil 678 millones de dólares en ese período, está denunciando el grado de sufrimientos y penurias ocasionado por las criminales sanciones y prohibiciones dictadas contra la Isla, incluidas las de carácter extraterritorial.

El próximo octubre volveremos a la carga en la Asamblea General de las Naciones Unidas con la confianza en que nuevamente la historia se repetirá cuando la casi totalidad del plenario condene la genocida política de bloqueo de los Estados Unidos de América contra Cuba.