LA HABANA.- (ACN) Al igual que todas las especialidades de la salud pública, la enfermería cubana se ha visto afectada por el bloqueo económico, comercial y financiero que durante más de medio siglo han mantenido y recrudecido los distintos gobiernos de Estados Unidos.

En declaraciones a la ACN la Máster en Ciencias Idalmis Infante Ochoa, presidenta de la Sociedad Cubana y jefa nacional de Enfermería del Ministerio de Salud Pública (Minsap), condenó esa política coercitiva que ha impedido el intercambio con las enfermeras norteamericanas, entre las más preparadas de la región, expresó.

Infante Ochoa ejemplificó que en varias ocasiones Estados Unidos negó visas, con lo cual obstaculizaron la participación en eventos e intercambios científicos en esa rama.

Asimismo, hay implementos de trabajo de esta especialidad que no siempre tenemos toda la facilidad para desarrollarlos, sobre todo implantes de vía de administración de algún tratamiento que es más factible, daña menos al paciente y no recarga el trabajo de enfermería, precisó.

Cuba posee más de 89 mil de estos profesionales, el 87 por ciento de ellos, mujeres.

Infante Ochoa aseguró que hoy están presente en los 10 mil 854 consultorios, donde realizan funciones determinantes para la dispensarización de la población, prevención y control de los grupos de riesgo, la pesquisa activa, y las acciones de promoción, prevención, recuperación y rehabilitación de salud.

Además, su quehacer figura en todas las unidades de riesgo o terapias intensivas, cuerpos de guardia y en las neonatologías.

Ponderó la encomiable labor de ese personal en los días del huracán Irma, cuando enfermeros y enfermeras sustituyeron la labor de muchos otros trabajadores y se mantuvieron todo el tiempo al lado de los pacientes.

Son proezas del personal de enfermería, porque una de las tareas de nosotros es el cuidado de las personas, recalcó Infante Ochoa.

Pese a las grandes limitaciones y al recrudecimiento de la hostil política, los enfermeros y enfermeras cubanos tenemos entre los retos ser cada día mejores profesionales, más competentes, éticos, con valores espirituales y humanos para ayudar a los enfermos que tanto nos necesitan, concluyó Infante Ochoa.