CAMAGÜEY.- Asunción Pérez Torres (Suncia) vivió momentos buenos y malos en Cayo Cruz. De los primeros grabó en su mente -como un hecho inolvidable-el encuentro con Fidel el 22 de septiembre de 1989, el cual le provocó un latido del corazón más rápido que de costumbre, al lado de Manolo, el esposo, únicos habitantes en esa época del hermoso paraje.

De retrasarse la embarcación en que venía de Cayo Romano, de donde la mandaron a buscar horas antes de la Unidad de Flora y Fauna, a la que pertenecía como trabajadora, quizás se hubiera perdido esa oportunidad. No lo hubiera perdonado. Vio pasar el helicóptero.

Pocos días faltan para que se cumplan dos décadas y media del recorrido del Líder Histórico de la Revolución por la Cayería Norte de la provincia de Camagüey, una suerte porque a partir de esa visita quedaron delineadas las principales ideas para el desarrollo turístico en estas extensas llanuras con hermosas, atractivas y vírgenes playas.

Después de tantos años de conocer a los humildes personajes, en ocasión de reseñar periodísticamente las labores de una expedición de investigadores de diferentes organismos, que permaneció allí del primero al ocho de octubre de ese propio año, realizando estudios preliminares para la determinación de las potencialidades del entorno, nunca más vimos a Suncia y a Manolo, a quienes encontramos en la comunidad La Gloria, del municipio Sierra de Cubitas, sitio no muy lejano del mar.

En el portal de la modesta casa, ubicada en la calle Quinta, marcada con el número 12, improvisamos una de estas tardes de los primeros días de septiembre, una conversación con Asunción y Manolo, organizada para que las declaraciones de ellos queden para la posteridad como un símbolo de entrega y de lealtad a Fidel, a la Revolución y al mar.

-¿Cómo recuerda aquel encuentro? Pregunté a Suncia, hoy con 78 años y aquejada de trastornos cardíacos.

-"Quisiera que volviera a suceder y tener a Fidel allí como en aquella ocasión. Hay personas que dicen: yo quisiera ver a Fidel y yo le digo: lo tuve tan cerquita, en mis manos. Y eso me da mucho sentimiento.

-¿Qué impresión te causó porque Fidel no llegó vestido de verde olivo como era habitual verlo?

-"Él llegó a la casa con una bata de baño con la barba mojada de agua salada. Y cuando se fue a ir, dijo: ¡ay!, si no le he dado un beso de despedida a la compañera. Conversamos de algunas cosas, ciertas preguntas no las contesté, como cuando quiso saber si en la casa podía tener aire acondicionado.

Me dije ¿una casa de madera con aire acondicionado?, me parece que no era posible. También preguntó si teníamos planta eléctrica, le dije que sí, de gasolina, pero que estaba en Camagüey, radio, pero televisor no.

-¿No vio donde se bañó?

-"No. Fue allá en El Pino en Punta Cocina, donde hace el recodo. Lejos de la casa".

Afloró en el diálogo el cumpleaños 88 de Fidel el pasado 13 de agosto y el lamento de no poder pasarle un telegrama, como hacía en los últimos tiempos, porque no encontró quien pudiera enviarlo desde Sola, la cabecera municipal, al no existir correo en la comunidad de La Gloria.

"Conversé con él de la marea, que cuando había mal tiempo subía hasta la casa. Que hasta donde yo conocía no entraba; el Kate fue el único ciclón que pasó por aquí por la costa y no sucedió la subida. Preguntó cómo nos sentíamos y le dijimos que estábamos bien, contentos y más con él allí".

-¿No ha vuelto al cayo ni se imagina cómo está aquello?

-"Del cayo no sé nada. El personal de La Gloria que trabaja allá no viene a mi casa"

Cayo Cruz ha cambiado para bien. Con el pedraplén de 43 kilómetros que une playa Jigüey-Cayo Romano-Cayo Cruz, construido por el contingente Camilo Cienfuegos y empatado en una fecha importante de la UJC: el 4 de abril de 1995.

Cuenta Suncia que vio una parte de esa nueva acción ingeniera, pero no los puentes y otras obras de fábrica que en total suman 13, algunas dañadas por la erosión, el golpe de la marea y la falta de mantenimiento. Buscan la circulación de las corrientes marinas y la protección del ecosistema natural del lugar.

"¡Tan lindo que se veía y tan sano", dice Suncia al retomar el tema de la estancia de Fidel en la casa del cayo y comentó con picardía que Manolo nunca la celó y que si lo hubiera hecho, se muere con tanta gente de la isla que los visitaba.

Manuel Narciso Garcés Basulto, con sus 77 años a cuesta, cuando se incorporó a la conversación recordó que hoy anda con zapatos, todo lo contrario, al recorrer el cayo que lo caminaba descalzo, incluso, por encima de los dientes de perro.

"Ver a Fidel allí fue emocionante. ¡Increíble! para nosotros. Llegaron los helicópteros y un escolta me dijo: viene por ahí. ¡Muchacho! Fue para la playa y también con él Lázaro Vázquez (entonces primer secretario del Partido Comunista de Cuba  en Camagüey) y Manuel Chaos Piedra, miembro del Buró Provincial. Al rato regresa. Yo lo esperaba con el uniforme verde olivo. Dentro de la casa me abrazó, estuvo como dos horas hablando del pedraplén que iban a construir y de todo lo que pasaría.

"En la cocina al irse me tiró el brazo arriba y dijo: vas a tener bastante amigos aquí con ochenta y pico de camiones. Y así mismo fue: a los poquitos días el 29 de septiembre empezaron a llegar".

Sonríen al recordar que el primero de octubre llegaron los que iban a estudiar el cayo, de cómo se establecieron a vivir provisionalmente en el ranchón, donde pernoctarían, con el que se les dio la bienvenida, y la abundancia de jejenes y corasí.

Fue una tarde inolvidable el reencuentro con Suncia y Manolo, acompañado de unas tacitas de café Citan las últimas veces que han visto a Fidel por televisión, cuando la visita del presidente de China, de Maduro y el contacto con el niño.

"¡Si a mí me llevaran donde está él para verlo, me vuelvo loca. Los telegramas que le pasábamos poníamos: los viejitos de Cayo Cruz!".

De los momentos malos ni recordarlo, de enfrentamiento a los recalos de droga, tema del que quizás pueda escribirse en otro momento para que sepan que Suncia y Manolo, además de cuidar la flora y la fauna fueron en su vida laboral activa unos soldados en el combate contra ese flagelo.