NUEVITAS, CAMAGÜEY.- La hazaña que hacen hoy obreros portuarios de esta norteña ciudad industrial y los integrantes de la patana grúa Pablo Sandoval, de occidente, en la demolición del muelle “B”, de vivir la guionista de telenovelas de la Televisión Cubana, Maité Vera, pudiera ser un nuevo argumento para su obra El Viejo Espigón, difundida por el Canal 6 en 1981.

La urgente necesidad de encontrar un puerto alternativo para la descarga de mercancías de buques de gran calado y que aseguren un pronto despacho y darle mayor vitalidad a las terminales marítimas de La Habana y Santiago de Cuba, obligó a desarrollar el proceso inversionista que tiene lugar aquí con planes de ejecución trazados por etapas.

Un recorrido por esas instalaciones, bajo un intenso sol, permitió apreciar cómo los trabajadores cubanos sortean dificultades y van imponiéndose a las limitaciones con la voluntad de sí se puede y la premisa de ahorrar recursos financieros, tan necesarios en estos tiempos.

Acelerar la demolición era un imperativo. Dos intentos iniciales no fructificaron, incluso, se pensó en el proyecto Ceta de iniciativa municipal de desarrollo local, capaz de realizar faenas de rehabilitación subacuática y también en tierra, pero el monto económico, según Freddy Pérez Ortiz, jefe del grupo de ingeniería y desarrollo del puerto, resultaba alto: 1 200 000 pesos, a la vez que adelantaban pocos metros por día.

El ingeniero de El Gancho. Fotos: Orlando Durán Hernández/AdelanteEl ingeniero de El Gancho. Fotos: Orlando Durán Hernández/AdelanteEl ingeniero Roberto Curbelo Morales, director de la UEB del puerto, dio en el blanco al escoger a Carlos Rodríguez Cobas, mecánico de grúas pórtico, para probar una nueva variante que revolucionó las labores. Con un gancho, hecho de un material desechable de una grúa, el innovador, con un pailero en calidad de ayudante, nombrado también Carlos y de igual apellido al suyo, desencadenó las primeras pruebas.

“Enganchamos la pieza, una losa de cuatro por cuatro metros, con un peso de 12 y hasta más toneladas, la levantamos, estiramos los cables y la apartamos hacia esta área y trasladada finalmente para un punto detrás de los almacenes. Es un tiempo cuatro veces más rápido”, explicó Cobas, a quien lo han bautizado con el nombre del ingeniero del gancho.

Él se autotitula cacharrero, que siempre está inventando y por el dinamismo que se le ve no parece tener 50 años de edad, sino menos. “Estoy contento porque vi que me dieron la tarea y adelantamos en el trabajo”, dijo, y acto seguido le recomendé inscribir el trabajo en la ANIR.

Pérez Ortiz explicó que con ese aditamento rústico, pero de gran utilidad, han logrado demoler unos 80 de los 150 metros del muelle B, a la vez que añadió las razones por las que se decidió ejecutar el trabajo. “El puerto de Nuevitas tiene las condiciones para la descarga de algunos buques, pero en este muelle a la hora de atracar un barco con más de 28 metros de manga o ancho, no era posible, porque los remolcadores topaban. Ahora se busca mayor calado”.

En la cuenta de inversiones poseían ese día 550 000 pesos, comentó Pérez, y adelantó que esta es la primera etapa, con un segundo momento de preparación para otros espigones en el 2018.

Los trajines hablan del interés de los nueviteros para acompañar la economía en los momentos que más lo necesita el país para afianzar la máxima alcanzable de un Socialismo próspero y sostenible.

Entre el gancho y la grúa desaparece el viejo muelle.Entre el gancho y la grúa desaparece el viejo muelle.

Las operaciones de descarga no se han paralizado. Las operaciones de descarga no se han paralizado.