FLORIDA, CAMAGÜEY.- Besos, abrazos, secretos, un “mami” de esos que se dice con vocecita de súplica para convencer... esas son las imágenes que vienen a mi mente al sentarme a escribir sobre nuestra visita al Hogar de Niños sin Amparo Familiar de este municipio, uno de los dos con que cuenta la provincia.

Recuerdo el ajetreo, el olor a pared recién pintada, las disculpas por el desorden y las ansias de terminar los detalles y ver puestos estos muebles aquí, aquellos cuadros allá. Y es que el 2017 comenzará en la antigua Casa de los Educadores con nuevos aires luego de una reparación casi capital que le hará la vida más acogedora a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que allí viven.

Nos dijo su directora, Marlene Sánchez Suñet, que se mudaron en febrero del 2015 porque era un lugar más céntrico, amplio y con mejores condiciones, y que en junio pasado comenzaron las labores que incluyeron remodelación del baño y la cocina, arreglo de la carpintería y la red hidrosanitaria, pintura, entre otros arreglos, que superan los 80 000 pesos.

Varios organismos han apoyado este empeño, y Marlene teme olvidar alguno, pero insiste en agradecer especialmente a la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, no por el ahora, sino por su incondicional apoyo al Hogar en todos los tiempos y hacer posible celebrar cumpleaños y quinces.

Baja la voz y con el ceño fruncido me dice que en enero presenta su jubilación y creo que para convencerse ella misma agrega: “Llevo 45 años en Educación, es el único trabajo que conozco y ya me siento cansada. Esta es una tarea de sublime amor porque lleva mucha consagración y abnegación”.

Eso es muy cierto, pero tiene la mejor recompensa de recibir a cambio el cariño de esa gran familia. En la cartica que escribió Yarianna Leyva Montejo para leerla durante la inauguración, agradecía a la Revolución por regalarles ese Hogar tan precioso donde todo es nuevo y dejó bien claro su orgullo por la atención y desvelo de su mamá y tías que se preocupan por su salud, tareas y esparcimiento.

OTRA MÁS EN LA COMUNIDAD

Esta familia es mucho más grande que las comunes, está integrada por 12 hijos y 18 adultos. Para su horcón principal, la mamá, uno de los principales objetivos de sus allegados es insertarse en la comunidad como todas las otras, y como parte de sus rutinas dice que a los más pequeños los llevan a la escuela mientras los grandes se van solos para sus respectivos centros y se les dan tareas domésticas.

Así nos cuenta Yarianna, que ella ayudó a baldear la casa completa cuando se terminaba con la pintura y arregló su cuarto. Ahora entre sus tareas está velar porque no se rayen las paredes, no se rompan los sillones y cuidar el jardín.

Aniel Alejandro Avilés Hernández, de 8 años, cooperó en botar la basura y me imagino jugó mucho con la carretilla. Además de sus hermanos él tiene un gran amigo que vive cerca y le visita para hacer de las suyas: Yilnier Daniel Medina Ávila, muy expresivo nos comenta que le gusta ir a jugar allí porque tiene muchos amigos.

Yenima Hernández Arias, auxiliar general, está contenta por la alegría de sus muchachos y reconoce el trabajo de su colectivo que ha estado dispuesto para hacer lo que sea, porque esa también es su casa.

Y entre tantas emociones un agradecimiento especial brotó de la pluma de Yarianna mientras escribía para honrar a su familia, por la tristeza de aquel que hoy no está, pero hace sentir su espíritu en obras como esta:

Hoy te damos las gracias

por extendernos tu mano

y por eso queremos decirte

Fidel te amamos.