CAMAGÜEY.- El ruido de los golpes de los martillos sobre los hierros salen del área de pailería, llegan hasta las oficinas de la dirección de la unidad empresarial de base Soluciones Mecánicas (Somec) como presagio de trabajo creador.

Casi al unísono del estremecedor golpe metálico aparecieron en ese sitio, donde son “cocinados” los planes de innovación y racionalización del centro, dos personas que han llevado sobre sus hombros la tarea de encauzar el movimiento que lleva por nombre Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (Anir).

Ni a Julio Sánchez Borrero ni a Enrique Bourricaudy Purón —presidente de la Anir de Somec, el primero, y el segundo especialista en diseño— el tiempo les alcanzó para quitarse los restos de grasa adheridos a sus manos. En ese ambiente franco emprendieron los relatos de la historia de una fuerza de hombres y mujeres seducidos por los hierros.

Caminar por dentro de los talleres reserva imágenes fabulosas. Equipos que llegan en un estado de obsolescencia tal que cualquiera puede pensar en bulldóceres, zorras (son las empleadas en trasladar equipos pesados de la construcción o tanques de guerra) y otros equipos pesados.

Enrique es dado a hablar de su experiencia de fundador de la Anir, organización creada hace cuatro décadas, de cómo no pudo resistir estar fuera del centro, de atenerse a la jubilación y con 71 años sobre sus espaldas volver a olfatear el metal, percibir los intermitentes destellos de luz de la soldadura y trazar nuevos diseños.

“Hemos recuperado 30 o más zorras, otros medios de arrastre para cargar áridos, planchas portacontenedores, silos de cemento y furgones de la industria confitera”.

No por gusto el Ministerio de la Construcción ha tendido una mirada hacia este colectivo, Vanguardia Nacional de la Anir durante varios años. Importar un bulldozer le costaría al país 250 000 dólares, sin embargo, con la garantía de piezas nuevas, adquiridas en el exterior, el costo de devolverle la vida útil se reduce diez veces. Vale entonces la inversión.

Durante un alto que se hizo en una de las grandes naves, Arnaldo Marcelino Ruiz, técnico de soldadura y jefe de brigada, explicó que con la zorra que salió hacia su destino (lástima no diera tiempo a tirarle la foto), suman 31 en los últimos tres años, con la conveniencia de reducir en más del 50 % el valor de comprarlas nuevas.

La fina llovizna no impidió comprobar sobre el terreno lo expresado por Sánchez Borrero acerca de las diferentes áreas especializadas de reparación de motores y las complementarias, encargadas del suministro de los agregados para el ensamblaje de los diferentes modelos de motores para equipos de cargar áridos y el laboreo en enclaves de producción de materiales de la construcción.

La pregunta acerca del papel que desempeñan los “aniristas” no lo sorprendió: “Nosotros tenemos un movimiento de innovadores muy fuerte, con 68 miembros, de ellos 14 mujeres, incorporadas a labores de apoyo en las áreas de trabajo. Nuestra razón fundamental: darle solución a los problemas que acarrea el bloqueo durante más de 50 años y por el estado de deterioro de los equipos.

Fuerza y voluntad se unen.Fuerza y voluntad se unen.

“A todas las dificultades que surgen dentro del proceso productivo les damos solución con la recuperación y fabricación de piezas de repuesto, en coordinación con la parte administrativa, proceso mediante el cual fluyen las prioridades a través de planes temáticos, analizados a principio de año y chequeados trimestralmente. Hay aspectos de la innovación que necesitan incorporar algunas piezas nuevas”.

Para Enrique, con más de 48 años en Somec, una de las innovaciones que más ha repercutido en su persona, de conjunto con Julio, está asociada a la recuperación de tres bancos de tecnología japonesa muy costosos, adaptándolos con más de 70 dispositivos para probar la fiabilidad de cajas de velocidad, de las bombas y agregados hidráulicos.

Contar con un colectivo así, con más de 500 innovaciones, controladas en el nuevo libro de registro, es un orgullo para la Anir y para el Sindicato de la Construcción que aquí está atento a este movimiento, donde la calidad, como lo pidió el Che, es lo primero.

El recorrido termina en el sector de hidráulica y trasmisión, donde son reparados los agregados de los equipos y motores, área considerada de excelencia, en la cual se han recibido los mayores premios de foros de ciencia y técnica y de otros eventos, reconocimientos que, según Julio, los compromete a trabajar, a seguir aportando y darle solución a los problemas que presente el país.

Dayamí Rodríguez García, directora general de Somec Camagüey e integrante del Comité Central del Partido, graduada de ingeniera mecánica, por su trabajo, calidad y prestigio escaló diferentes posiciones laborales hasta llegar a ese cargo, porque como el resto de los hombres y mujeres de allí están seducidos por los hierros.

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