La expresiones de bienestar en los adultos mayores de ambos sexos, que sobrepasan los 70 años, dice mucho del trato afectuoso que espontáneamente reciben de cada uno de los trabajadores en esa institución.

“Estamos como en casa. A nosotros el cariño nos lo dan en “racimos” empezando por la auxiliar de limpieza. Somos reyes en este inmueble. El médico, la enfermera, la trabajadora social y muchas más personas están pendientes de nuestros alimentos, las medicinas… Quien se queje es un verdadero inconforme, aunque hasta ahora aquí no hay ninguno”, expresó Virgilio La Rosa Guerra, de 96 años.

Construida en el 2002, recibió indispensables mantenimientos el pasado calendario, colocándosele carpintería metálica en ventanas y puertas, pintura de paredes exteriores e interiores, enchape de la meseta de la cocina y colocación de tazas sanitarias y lavamanos en sendos baños.

“Se exige por el cumplimiento en la integralidad de los servicios. Los recursos para estos abuelitos se hallan disponibles. De lunes a sábado desayunan, almuerzan y comen, con seis variedades de platos, donde no faltan las proteínas, los carbohidratos ni los vegetales, además se les dan dos meriendas. La familia también los apoya como se requiere”, explicó su administrador José Miguel Noa Castañeda.

En cualquiera de esas espléndidas personas, llegadas al fin de su edad laboral, hay enardecidos cantantes, poetas, músicos y una gloria del deporte. Juan Díaz Borrero y Ricardo Rodríguez Machado animan las jornadas con los sonidos maravillosos de las filarmónicas. “Tocamos sones. La música hace olvidar las penas. Aquí los compañeros nos piden que traigamos los instrumentos; no pueden vivir sin esas contagiosas melodías”, alega Díaz.

“Hay varias parejas de baile conformadas, en cuanto tocamos no hay quien las aguante. Si usted quiere hacemos la prueba para que vea, dijo Rodríguez al reportero. Le contesté, adelante, para luego es tarde. Efectivamente, la armonización vivaz de la música incitó a varios abuelos a tirar meneados pasillitos, esos que tanto les hicieron volver a recordar su etapa juvenil.

Joaquín Figueredo Fontaine, el Chino, fue una boxeador amateur en la década del 50 del pasado siglo. En el 1962 participó en el “Playa Girón”, primer torneo de la especialidad, ya en el proceso revolucionario. “Peleé con los mejores de mi época, nunca pudieron noquearme. En total fueron 110 encuentros, gané 86. Ahora sólo canto boleros. Me preparo para el próximo activo del Adulto Mayor, donde actuaré”.

El médico y la enfermera de la familia, un profesor de cultura física y Yorbis Suárez Cabrera, técnico en rehabilitación, asisten a los ancianos semana por semana. “Los miércoles y viernes les imparto quinesioterapia grupal, una mezcla de ejercicios chinos, que les ayuda a mejorar la calidad de vida y aliviar algunas afecciones que tengan en el sistema osteo-muscular-articular”, dijo Suárez.

Charlas sobre la importancia de la higiene personal y comunitaria, exámenes físicos generales, chequeos de salud periódicos y el control de los signos vitales; se interrelacionan con la labor de la trabajadora social. A los diversos juegos de agilidad mental, caminatas, actividades culturales, y otras en las que intervienen, hicieron referencia los adultos de juventud acumulada.

Juana Berberena Quintana, manifestó ser muy buena en el dominó. “Fui campeona provincial en Manzanillo. El tiempo no pasa por gusto y a veces mi mente no anda bien, pero no hay nadie que me de “pollona”. Allá en oriente le dicen “zapatero”.

El envejecimiento poblacional no se detiene, tampoco las soluciones oportunas destinadas a atender ahora y en el mañana al adulto mayor Familia, sociedad socialista, las organizaciones políticas y de masas, unidas al sector de la Cultura, el Instituto Nacional de Deportes, Cultura Física y Recreación (INDER) y la Salud Pública cubanas están responsabilizados en proporcionarle total calidad de vida a ese segmento poblacional que jamás quedará desamparado.