Cada año la degradación de los suelos avanza y devora cientos de hectáreas en un país que como Cuba tiene forma estrecha y alargada, favoreciendo la influencia marina, en especial en la franjas costeras,

Cuando los componentes salinos del suelo aumentan, disminuye su fertilidad, casi inutilizable, y en provincias como Camagüey, dependientes de la producción agropecuaria, los resultados pueden ser equiparables al desarrollo de una “gangrena” desértica desde la costa al interior.

Las llanuras costeras en nuestro archipiélago tienen una anchura variable entre 10 y 15 kilómetros tierra adentro, que en determinados lugares llegan a unirse (ejemplo Ciego de Ávila) y solo se exceptúan del fenómeno las provincias con formaciones montañosas que comienzan en el borde de la costa.

GÉNESIS SALINA

¿De cuáles factores depende la salinidad y cómo frenarla? Casi todos los estudios apuntan que la salinización de los suelos ocurre por la acción del hombre, porque cuando se deforesta en poco tiempo para la ganadería o los cultivos, los procesos se agudizan, una típica foto de la transformación económica y ambiental que produjo la industria azucarera en los años 30, 70 y también en los 90, más el arroz, los cítricos y la ganadería. A ello añadimos que en la actualidad varios campesinos utilizan la vegetación sub-costera para la fabricación de carbón.

De acuerdo a un estudio, entre 1985 y 1987, el comportamiento de la cantidad de hectáreas salinizadas en las provincias de Ciego de Ávila y Camagüey aumentaron de 7 721,79 a 8 5904 y de 146 262,42 a 152 584 respectivamente, lo cual permite a los especialistas aseverar que en un rango de 20-25 años el índice se triplicó.

La sequía es otro factor que ha contribuido de manera notable a esta situación, que tiene en el presente 2015 su peor exponente a escala nacional en los últimos 105 años, pero resulta un círculo vicioso: sin árboles no hay lluvia, y sin tierra fértil éstos no crecerán.

Camagüey se vio afectado en el 2005 por una crisis intensa que redujo el abasto de agua a 400 000 personas y 219 comunidades, con presas al mínimo (9,4%) y la vuelta al panorama citadino de las casi olvidadas campanas de los aguateros.

Según el reporte de la revista Bohemia desde un año antes los científicos reportaban un déficit de 567, 8 milímetros, el más seco de los últimos 74 años, situación que no mejoró y que en otras provincias, como Las Tunas, reporta en el actual 2015 un alarmante estado de la desertificación.

Según el ilustre meteorólogo camagüeyano Roger Rivero, por el nivel de evaporación que exhibimos la ausencia de aguaceros puede condenarnos a ese destino geográfico manifiesto que nos ubica en una franja de sabanas secas subsaharianas.

Hay que monitorear el agua que se usa, tanto agrícola como en zonas urbanas, pues el despilfarro puede contribuir al aumento de la salinidad.

El 2015 mantiene una situación alarmante en cuanto a los acuíferos y embalses, un aumento notable de la temperatura junto a poquísimas precipitaciones que ya tienen en alerta a muchas comunidades rurales, afectan el suministro de las potabilizadoras en casi todas las principales ciudades y arruinan el precario sector agropecuario. Con semejante situación los problemas degradativos del suelo cobran más víctimas en hectáreas.

MANOS A LAS POSTURAS

Si queremos atacar las causas hay que ir por partes. Aunque los últimos estudios a fondo sobre la salinización datan de dos décadas atrás y se realizan acciones contra el cambio climático y la desertificación, la situación actual del fenómeno en Camagüey ya no es privativa de llanuras acumulativas, abrasivas, bajas y pantanosas, sino también de bateyes, cooperativas, organopónicos y cuencas fluviales.

Al respecto podría comenzarse el mejoramiento de suelos, paso a paso, desde la costa al interior. 

El resurgimiento de los bosques parece ser el método más económico, tanto en la costa como en las márgenes de los ríos, porque reduce la pérdida de humedad a través de la escorrentía y la evaporación para prevenir la conjugación de tantos factores negativos ya expuestos.

Es posible reutilizar los suelos a pesar de su grado de salinización y degradación si germinan y florecen en ellos especies vegetales capaces de sobrevivir a las condiciones desfavorables, que mejoren el substrato para posteriormente plantar otras especies.

Según la propuesta de la Unidad de Ciencia y Técnica Básica del Instituto de Suelos y Fertilizantes en Camagüey el restablecimiento ecológico y mejoramiento hidrogeológico mediante la reinstauración del bosque debe realizarse en los suelos de las llanuras costeras hasta uno y medio o dos metros de altura sobre el nivel del mar, para el establecimiento de fajas que constituyan barreras protectoras.

Las labores dependerían del grado y tipo de salinidad para cada zona, de lo cual hay mucho conocimiento, pero de las especies arbóreas más apropiadas no se ha logrado mucho, ya sea por su nivel de tolerancia a los diferentes grados de salinidad, resistencia y sensibilidad, a no ser en el caso de los cítricos.

Las fajas permitirían crear condiciones mínimas con especies de rápido crecimiento, luego introducir especies maderables, aunque es un proceso lento, con beneficios en un plazo de 5 a 15 años.

La recomendación agronómica es que sea la casuarina, por su alta adaptación, la especie que jerarquice la primera etapa de la repoblación costera, en un ancho mínimo no menor de 500 metros ni superior a un kilómetro. Junto a la Casuarina equisetifolia, Forts hay otras nueve especies de plantas resistentes, como el eucalipto, el cayeput, la uva caleta y el almendro de la India.

Un segundo cinturón verde tendría como plantaciones a la yana, el júcaro, la yanilla, el júcaro bravo y la sabina, que son de lento crecimiento y bajo índice de sobrevivencia, por tanto requieren de más atención silvicultural.

Además, es muy importante el desbroce del marabú y la vegetación arbustiva (a excepción de las palmas) y el cambio de uso de los suelos donde el arroz, la caña y otros cultivos cada vez tienen más desfavorables resultados productivos.

En Camagüey es factible la estrategia pues ya ocurrieron bruscas deforestaciones, con usos posteriores y actualmente esos cultivos no tienen buenos rendimientos en zonas de las Unidades Básica de Producción Cooperativa (UBPC) arroceras Rodolfo Ramírez Esquivel (Florida), el Cenizo (Vertientes), o en otros casos desaparecieron como en la antigua UBPC cañera Los Raúles (Santa Cruz del Sur).

Ojalá las empresas agrícolas se responsabilizaran con la siembra efectiva, constante  y fiscalizada de las posturas adecuadas, con la asesoría de la Empresa Forestal de la provincia, pues no es rentable ni lógico agotar pocos recursos sin disciplina técnica.

A FIN DE CUENTAS

En el intento de frenar el avance salino desde la costa (sin contar otras acciones de preservación) podrían lograrse 20 000 hectáreas de bosque con 44-50 millones de posturas, con un costo entre 4,9 y 5.6 millones de pesos (estimado en 1998), precio que unido a otros gastos de preparación de tierra y tres mantenimientos anuales ascendería entre 15 y 16 millones de pesos.

El costo por hectárea puede oscilar entre 20 y 25 000 pesos, más gastos adicionales de infraestructura y recursos materiales que lo expanden hasta 50 millones de pesos.

La cifra puede espantar a los más escépticos en pleno proceso de ahorro de insumos y perfeccionamiento del modelo económico cubano, sin embargo, el bosque es el método más barato en una nación pobre y la Estrategia Ambiental Nacional (AEN) identifica a la degradación de los suelos como el principal problema ambiental de Cuba, dentro del cual la salinidad ocupa el 14% de la superfície.

De acuerdo a una ponencia del Instituto de Suelos la extensión total de las fajas de casuarinas y otras plantas propuestas alcanzaría entre 1,6 y 2.4 millones de metros cúbicos, con un valor (en dependencia de las especies) de entre 10 y 15 millones de pesos si se utilizan como leña, pero que llegaría a 180 millones si se trata de madera rolliza (coníferas, semidura y dura). Se puede pagar la inversión a largo plazo, ya así suena viable, pero lo más importante es un beneficio ambiental de proporciones incalculables: restablecimiento de flora y fauna, mejoramiento climático (régimen de lluvias), reservas maderables y mejoramiento de las aguas subterráneas.

Es apenas la enunciación de la punta de un iceberg y una posible solución porque ya aparecen zonas afectadas al centro de la provincia y en la propia ciudad de Camagüey, complicación que requiere de otras tareas de mejoramiento ecológico, prevención y protección de agrosistemas urbanos.

El bosque es el primer escalón, el resto requiere de trabajos complejos y multifactoriales tanto en Camagüey como en otras llanas regiones que pierden día a día su tierra fértil.  

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