Aunque a mí me parecieron muchos dicen los trabajadores del Restaurante-Cafetería Las Brisas que este año ha habido menos afluencia de bañistas que en períodos precedentes, a pesar de que se le ha dado prioridad en los aseguramientos para el disfrute de los veraneantes.

Alicia Castillo Domínguez, llegada con su familia desde Jimaguayú en excursión organizada por el centro de trabajo, porque en su municipio “no hay opciones”, destacó a Adelante digital el incremento de soleadores respecto al año pasado, la limpieza de la playa y la variedad de ofertas gastronómicas, respecto a las cuales supimos de insatisfacciones por la falta de condiciones para garantizar las bebidas frías, pues el sábado anterior, pasadas las 10:00 a.m., todavía no había llegado el hielo hasta las cafeterías y estas no tienen capacidad en las neveras para satisfacer la demanda.

El precio del transporte particular para llegar a esta área recreativa, otra opción para los residentes en la cabecera de provincia, fue la demanda de Osmany García Almanza, residente en Camagüey: “Todo está bueno, incluso la cerveza dispensada, lo único que me disgustó fue que los camiones subieron de 10 a 15 pesos y antes tenían al menos consideración con los niños. En el caso de nuestra familia, que vinimos 11, ¿cuánto se nos fue solo por ahí?”.

Sobre las actividades culturales se refirió Lianet Díaz Díaz, pobladora de ese territorio: “Otros años la Casa de Cultura hacía algo todos los fines de semana, y eso ha faltado esta vez. Pero por otra parte hay más opciones gastronómicas y todo está más tranquilo, pues la policía está presente todo el tiempo”.

Así ven el verano entre las aguas del sur los que han escogido esa ruta, que se engalanó para esta etapa con un muelle arreglado y la recuperación de las cabañas a la orilla del mar.

Desde allí también los salvavidas valoraron satisfactoriamente la temporada aunque alertaron que en ocasiones los padres se despreocupan de los niños y ahí está el peligro: “Este año ha habido menos cortaduras y las indisciplinas sobre todo la cometen los ebrios, que no quieren sacar los envases de cristal del agua. Aunque se limpió la orilla seguimos insistiendo en que saquen los muros que allí han quedado, porque tienen mucho lino y las personas resbalan, además de que es el habitad fundamental de los ostiones, responsables de las cortaduras. Tampoco tenemos señalizaciones como bayas y banderas para alertar el peligro y por más que nos cansamos de pedirlos a nuestra entidad no nos responden”.

Así transcurren julio y agosto en este pueblo de agua y sal, que a pesar de alejar las viviendas de las costa para evitar las afectaciones por las inclemencias del tiempo, sigue regresando a ella tanto para el trabajo como para el recreo.

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