El boom de los marcapasos llegó en los años ‘ 50; después de experimentar con dispositivos externos, en 1958 se creó uno interno, que fracasó. Pero los beneficios de esta tecnología eran tan irrefutables, que la investigación cobró auge y años más tarde se alcanzaron técnicas efectivas y cómodas para los pacientes.

En el municipio de Carlos Manuel de Céspedes existe un marcapasos peculiar. Y es que la producción de alimentos tiene en ese territorio un gran corazón en su empresa agropecuaria, y allí la Unidad Empresarial de Base (UEB) de servicios técnicos resulta una suerte de artilugio mecánico que facilita la circulación económica de esta entidad.

Ernel Rodríguez Linares, director de la UEB, expuso como prueba de la laboriosidad del centenar de trabajadores bajo su mando las ganancias de 240 000 pesos por encima del 1 700 000 previsto para el año pasado. Y añadió que si de algo están orgullosos es de no haber perdido los talleres que heredaron del extinto Ministerio del Azúcar, y de sacarles buen provecho.

“Esta UEB representa el 33 % de los ingresos de nuestra empresa, y constituye una muestra de la diversificación que tuvimos que hacer buscando mejorías salariales y solvencia económica”, afirmó Nelson Conde Gutiérrez, director de la “agropecuaria”.

Salud para el corazón

Que una empresa de este tipo logre el grueso de sus finanzas por razones distintas a la producción de alimentos no deja de ser curioso, (eufemismo mío). Pero no por eso deja de ser plausible el desempeño en la UEB, que aunque se dedica a diferentes labores como la preparación de tierras y la reparación de caminos, halla en los talleres su primera fuente de ingreso. En uno de ellos trabaja Jorge Enrique Bermúdez Carmenate. Él participó, junto al destacado innovador Luis Veira Nodal (ya fallecido), en la creación de las novedosas máquinas con los moldes de las persianas de aluminio y de las palas para la construcción.

“Luis fue el de la idea, y nosotros lo seguimos. Eran los años ‘90, así que había que inventar para ganarse la vida. Empezamos por las persianas, después hicimos molinos de viento, que tuvieron tremenda aceptación. Había 10 molinos hechos cuando él murió. Seguimos improvisando y en el 2004 cobró fuerza la producción de palas. Mi vida ha sido de invento en invento; el mismo torno donde trabajo me metí un mes arreglándolo hasta que di con lo que tenía. Es de 1930, pero funciona casi como si fuera nuevo. Aquí lo mismo reparo la dirección de un carro que el buje de las carretillas”.

Para Pedro Raúl Campo González, operario del recortador y del taladro, la hechura de los molinos es el mayor éxito de sus 29 años de experiencia laboral. “Fuimos hasta el foro de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores en La Habana; con la entrada de nuevos molinos al país no hubo más materia prima para hacer los nuestros, de una fortaleza comparable a la de los norteamericanos, por los cuales nos guiamos. De allí nos giramos para las palas y las carretillas, que es lo que más nos piden hoy”.

Para confirmar la demanda de esos productos el director de la UEB, señaló: “Ayer mismo le vendimos a la EPASE de Camagüey 200 palas y 40 carretillas. Hacemos al mes 500 palas y de 80 a 100 carretillas, hiciéramos mucho más si nos aseguraran los suministros”, afirmó el directivo, quien subrayó la destreza de sus empleados también en la confección de piezas para combinadas arroceras y cañeras, un renglón estancado por dificultades logísticas.

Que no venga el paro

Juan Estrada Navarro, operario de máquina-herramienta, habló contento de los 2 100 pesos que devengó en enero, pero no dejó de señalar que la Resolución No.17, que hasta ahora lo beneficia, ha dañado a otros que como él dependen de la provisión de recursos para poder producir. A su compañero de faenas, Rodolfo Roque Núñez, le preocupa sobremanera el desentendimiento del Grupo Empresarial de Logística del Ministerio de la Agricultura con su unidad. “Supongo que deberían asegurarnos alguna cosa, y sin embargo, nunca nos han dado nada, ¡ni una barrena!”, dijo señalando la única que le queda, con apenas 1,3 centímetros de vida útil.

Peor le va al soldador Eliecer Gutiérrez Álvarez. De sus manos han salido hasta módulos enteros para parques infantiles, desde bancos hasta columpios. En los dos primeros meses del año no tuvo mal salario, pero perdió días de trabajo en marzo por no contar con oxígeno ni acetileno. “Pero eso se resuelve. Lo que nunca llega (aquí el periodista no sabe si publicarlo o no, porque de hacerlo los de higiene y seguridad del trabajo lo pueden sancionar, pero escribirlo es la única manera de ayudar a solucionar el problema) son los guantes, y la tenaza, los manómetros y las mangueras están todos viejísimos”.

Ernel Rodríguez explicó que para conseguir las recorterías metálicas con las que fabrican las palas y las carretillas han recurrido a provincias tan distantes como Matanzas. Y en Camagüey no encuentran colaboración de la Agricultura, sino en Planta Mecánica, ACINOX, ATM y la fábrica de alambres de Nuevitas.

De esta última obtienen uno de los recursos con el cual elaboran grampas, que a decir de Ernel “se venden todas las que se hagan. De Villa Clara vinieron aquí a buscar media tonelada; de Chambas también han venido. Es una lástima que Ricardo Pérez Martín, el operario que las hace no esté hoy aquí para que lo conociera. ¡Qué habilidad tiene! Forja dos quintales promedio al día, pero cuando hay algún pedido grande, viene por la noche y trabaja hasta el amanecer, hasta que acaba. Da pena que la falta de alambre no nos deje estabilizar ese producto”.

Como mismo aquellas creaciones del siglo XX colmaron de titulares a la prensa de la época, las buenas nuevas del colombiano Jorge Reynolds Pombo, uno de los creadores del marcapasos, también llenaron los medios actuales. En septiembre del 2014, el célebre investigador, que ha beneficiado con su invento a alrededor de 78 millones de personas, declaró la creación de un marcapasos “que es aproximadamente la cuarta parte de un grano de arroz en tamaño (...), ya no funciona con baterías, sino con la misma contracción del corazón”.

Algo así de exitoso puede ocurrir con la UEB de servicios técnicos de la “agropecuaria” de Céspedes, de asegurarse el suministro de materias primas. Claro, lo ideal es que la empresa produzca alimentos, de modo que no precise tal ayuda mecánica para su funcionamiento. Estos torneros, soldadores y mecánicos han demostrado la posibilidad de alcanzar metas difíciles. Amparar a gente así es asegurar nuestro futuro sin necesidad de marcapasos.

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