CAMAGÜEY.- Los músculos, las articulaciones, los huesos y la mente, se alimentan de una ejercitación continua. No hay vida ni desarrollo, si la inmovilidad y la pereza tomaran el control. Esos son algunos breves tips para la lozanía, logrados por los Joven Club de Computación --nacidos el 8 de septiembre de 1987-- que los ha mantenido activos y, sobre todo, adaptándose a las realidades para no perder la conexión con la familia cubana.

Hacía más de dos años que el Bosque Tecnológico de Joven Club en Camagüey, no acogía un torneo del videojuego de batalla Dota 2. Sin embargo, en abril, sonaron las campanas de guerra y, finalmente, el evento se concretó en una jornada maratónica que duró toda una madrugada. La COVID-19 había sido la culpable de tanta espera. Marcó el tempo, a la sociedad, a los gamers (jugadores)… a la sede del evento.

Frank Echavarría Jiménez, subdirector de comunicación de la entidad, habla con facilidad de su trabajo. Le resulta sencillo porque se identifica con la institución, aunque en ocasiones las labores le exijan permanecer hasta altas horas de la noche en la oficina. Del espacio-tiempo “dominado” por la pandemia, cuenta que “no cesó la interacción de los usuarios a través de la descarga de la Mochila por la Wifi y de otras informaciones con TinoRed, desde las casas”.

Con la llegada de la nueva normalidad, poco a poco regresaron las actividades habituales. “Se fueron incorporando el tiempo de máquina, la navegación de correos, entre otros de los 36 servicios de la cartelera”, dice Frank, y agrega que una de esas ofertas, rehabilitadas, fue la solicitud de instructores para la instalación de periféricos, antivirus y asesoría informática a los hogares.

La vuelta a las rutinas ha comprendido una reactivación de las salas de juego y de video, la realización de festivales en el Bosque, como el Hanami y la competición de cosplay, para elegir el mejor disfraz entre muchachos que representan a su personaje favorito de la ciencia o la ficción. Fuera de las fronteras de la instalación se aprecian por igual las intenciones de generar conocimiento asociado al mundo virtual.

“Durante el verano incorporamos encuentros con GeroClub, conformado por personas adultas mayores, a quienes les proyectamos audiovisuales en el Joven Club Camagüey y      efectuamos visitas a los pequeños sin amparo familiar, que viven en los hogares situados en La Zambrana y Plaza de La Habana. Ellos interactuaron con los dispositivos electrónicos que tenemos disponibles como los robots, que captaron su atención.

“Ese mismo interés lo alcanzamos con el curso estival, Robótica educativa para niños, y un poco antes con la celebración en nuestros predios del Día Internacional de las Niñas con las TiCS. En esos encuentros pretendemos que las participantes, alumnas de la escuela José Martí, utilicen nuestras tabletas, computadoras y reciban charlas sobre temas vinculados con la informática. Deseamos que, en un futuro, si así lo deciden, ellas elijan una carrera relacionada con esa disciplina, o el ámbito científico”, expresa Frank, con anhelo.

LAZOS PROFESIONALES

Según revela Echavarría Jiménez, una de las razones que lo atan a su centro, es el “ambiente laboral agradable, solidario y competente”. El criterio de la directora municipal del Joven Club, Migdalia Arbolai Leiva, corrobora sus palabras: “Siempre tratamos de que prime la hermandad, ese es el primer paso para garantizar un trato y un producto de calidad a nuestros clientes. Este oficio exige superación y nos sentimos comprometidos en apoyarnos mutuamente, en especial a los recién graduados”.

Zaida Muñiz Calderón, una de las jóvenes instructoras, sintió desde su etapa escolar que debía optar por las Ciencias Informáticas cuando pusieran la boleta de las carreras ante sus ojos. Así lo hizo y hoy orienta al público, enseña y transmite “los valores, el uso adecuado de las redes principales como parte de esa educación en las plataformas virtuales”, imprescindibles para un ciudadano cubano, en el contexto actual.

Durante el acto para conmemorar los 35 de los Joven Club, desde el Bosque Tecnológico, fueron congratulados varios trabajadores por sus aportes al desenvolvimiento y consolidación de la entidad.

La instructora Kirenia Peláez Marín resultó una de las laureadas. Comentó que le motiva ampliar las habilidades en su quehacer, “aceptar nuevos retos y fomentar aún más la afinidad y las relaciones con mis colegas, para seguir pensando en el Club como una gran familia”.

Si desde Camagüey se contagia el espíritu renovador, la sede del municipio de Santa Cruz del Sur, destacada a nivel provincial, muestra intenciones de no detener su crecimiento, a través de su directiva Yanet Rodríguez Padrón: “Me desempeño desde 1996 en la instalación de mi territorio y siempre, a partir de mi graduación con Título de Oro, en el Politécnico de Informática, me tracé metas para formar parte de ese sueño que tuvo Fidel, de transformar y propiciar la informatización de nuestro pueblo”.

PERSPECTIVAS

La capacidad de adaptarse a los cambios socioeconómicos ha sido uno de los retos para los Joven Club. Sobre ese particular Echavarría Jiménez abundó: “en estos momentos nuestras aspiraciones van más allá de los objetivos iniciales, por eso estamos inmersos en la creación de productos como softwares, de sitios web para las empresas y nuestros instructores prestan servicios a los centros, tanto estatales como no estatales, no solo a las casas.

“También facilitamos la instalación y venta del antivirus de Segurmática, alquilamos los salones para videoconferencias y reuniones e impartimos a las entidades talleres para redes sociales, como Facebook y Twitter, destinados al uso adecuado de los teléfonos corporativos. Además, elaboramos sitios virtuales para las empresas, así como planes de seguridad informática”.

Otros campos en los que han incursionado ha sido la contribución para materializar iniciativas como la fabricación de una aplicación para el Museo Ferroviario, asociado con la historia del tranvía, la digitalización de los datos de la Oficoda en el territorio y, un proceso similar emprenden con el proyecto Gallen Clinic, vinculado con los archivos e historias clínicas en hospitales y policlínicos.

“Ampliamos nuestro horizonte para gestionar autofinanciamiento”, apunta el comunicador de la institución, pero a su vez aclara que “el objeto social, en beneficio de la familia cubana, nunca se perderá”. Sus esencias y preceptos, concebidos por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, persistirán en las 44 instalaciones y 327 instructores que entregan los saberes y la felicidad de las ciencias informáticas a los camagüeyanos. Mientras conserve tales principios, será sencillo cumplir 35, 70 o 100. Las buenas obras, espantan fatigas, retienen la lozanía.