SANTA CRUZ DEL SUR, CAMAGÜEY.- “La semilla es lo primero”. Así, fuerte y claro, la UEB Empresa de Semillas Camagüey anuncia al visitante su prioridad, y cómo no va a serlo, si de allí se desprende todo lo demás. Quizás por esto hace 4 años se empeñaron en convertir un viejo banco de simientes de caña, perteneciente al extinto Central Azucarero Jesús Suárez Gayol, en la Finca Integral de Semillas Varias. Hoy está allí, en La Punta San Juan, dando sus primeros frutos.

Quienes comenzaron a desmontar el marabú que brotó, producto del abandono de las tierras al desaparecer el CAI, soñaron con los pies en la tierra y ahora estos sueños transforman lo que hasta hace cuatro años estaba infectado con la invasora planta. Su misión fue clara: la obtención de semillas de alto potencial genético y productivo. Encontrar el lugar no fue fácil, recuerda Norberto Martínez Regull, jefe de producción de la UEB Semillas Camagüey, “pues había que buscar calidad 1 o 2 en los suelos, una infraestructura que permitiera ahorrar tiempo y recursos y fuerza de trabajo capacitada”.

El proyecto de la finca de semillas concibe un área total de 123 hectáreas de tierras, de estas 92,4 destinadas directamente a la producción de semillas, además de 17 hectáreas de Bosque que están en explotación y se van a convertir en una fuente de ingreso más para la Finca. El resto incluye naves para el almacenamiento, un plato de secado, un aula de capacitación, vivienda y alojamiento para los profesionales que estén de tránsito.

Es también una fortaleza el equipamiento que se ha adquirido, incluyendo un enrollador que permitirá alcanzar las 36 hectáreas bajo riego en la primera etapa. La concreción total del proyecto requiere, según los cálculos, un millón 200 000 pesos en ambas monedas, de esos en equipamiento ya se han invertido cerca de 300 000 pesos. Sin embargo, aun cuando no está ejecutado el 100 % de la inversión, ya va generando ingresos. En el 2016 más de 400 000 pesos y en el calendario en curso más de 360 000, aunque el 70% de lo que se genera actualmente se insume dentro de la misma finca.

Se trabaja a partir de la demanda de semillas que tiene la dirección agrícola de la provincia y directamente satisfacer a los productores. Con resultados alentadores en lo que va del 2018, se ha producido más de medio millón de esquejes de boniato, así como semillas de la categoría básica en los granos, incluyendo nuevas variedades de maíz y un jardín con 15 tipos de frijoles para buscar cuáles tienen mayor capacidad de adaptación a los distintas regiones de la provincia. También se introdujeron cuatro variedades de tomate con muy alto potencial productivo, como el Celeste, que puede alcanzar las 120 toneladas por hectáreas, sumando 824 kilogramos de semillas.

Según explicó su director, el Ingeniero Agrónomo Asdel Téllez Santos, el proceso comienza cuando reciben las semillas del  Instituto de Investigaciones de Viandas Tropicales (Inivit), “aquí se potencia, se fortalece, se multiplica y se les vende a los productores”, además agregó que tienen 46 hectáreas sembradas de cultivos varios como maní, plátanos, yuca, boniato, maíz y calabaza. Téllez Santos hizo énfasis en la atención que se les da a los trabajadores de la Finca, pues la estabilidad de la fuerza laboral es esencial para echar adelante este proyecto.

“Esto comenzó muy empírico, nosotros mismos empezamos a sembrar porque no podíamos dejar perder el suelo. Después aquello fue creciendo y de 20 hectáreas tenemos casi 100 y seguirá creciendo”, dijo Eugenio Samber Batista, jefe de servicio que no olvida sus tiempos como obrero.

Con el desarrollo alcanzado y las potencialidad de los suelos, están pensando para la campaña de frío 2018-2019 bajar el porcentaje de frijoles rojos, crecer en negros e introducir el crema para contribuir a la sustitución de importaciones.

Encadenar ambos procesos y cerrar el ciclo verdaderamente, traería productos mucho más resistentes, de mayor calidad y con mayores niveles de rendimientos. Diversificar las producciones de la biofábrica sería otra manera de aportarles posturas de calidad a los campos camagüeyanos que después se revertirán en una mejor cosecha. Esta es la era de la aplicarle la ciencia al campo y para lograrlo no se puede olvidar que la semilla es lo primero.