CAMAGÜEY.- La geografía y la arquitectura de nuestra ciudad, situada sobre llanuras fértiles, nos concedió el patrimonio de parques y patios interiores siempre acogedores. Esa tradición lugareña hizo de las flores un atributo del paisaje camagüeyano junto a tinajones y aleros sombreados. Hoy las flores se nos “escapan”, y a la vista variedad y calidad no compaginan con los precios, que “andan” por las nubes.

MIRADAS AL PROBLEMA

Junto al surco, por el reparto Nueva Esperanza, al sur de esta ciudad, Amado Caballero Guerrero nos dice que una vez dejó el timón y se metió a jardinero. “Entonces vine para acá. Primero sembré hortalizas, pero como siempre me han gustado las flores, me dediqué a la jardinería”.

De esos primeros tiempos, Amado recuerda que hubo unos 20 jardines en aquellos alrededores, ahora quedan apenas cinco. El éxodo de floricultores puede tener varias causas, pero el principio del fin comenzó por la inestabilidad del sector de Servicios Comunales del municipio de Camagüey, los incumplimientos de contratos y los atrasos en el pago de la producción a los cooperativistas empezaron a ser frecuentes.

“Y qué decirle del precio que nos pagan por las flores, —abunda Amado—, para que se den cuenta del problema, les diré que Comunales nos está pagando a cuatro pesos la docena de rosas de primera, pero en la calle una sola rosa se vende a cinco pesos. Los gladiolos se los tenemos que vender baratísimos y las azucenas no dan negocio por lo caro que es producirlas y, contradictoriamente, el poco valor que se les da. Hoy en día cultivar flores con destino a Comunales es un problema”.

Horacio Sierra, productor de la cooperativa campesina Renato Guitart, fue en sus buenos tiempos uno de los mejores floricultores de Cuba. En su jardín La Margarita, de 0.47 caballerías de tierra, en el mismo reparto donde labora Amado, Horacio comenzó a sembrar flores hace muchos años, con producciones anuales de hasta 250 000 docenas. Hoy, apenas cultiva cerca de 110 000, pero sabe que las cifras continuarán descendiendo.

“Muchas cosas están enredando la producción, sucede que usted siembra mucho y Comunales no las quiere, te dice que ya tiene bastante. Por otra parte, los pagos son malos y atrasados. Los productos agrícolas han subido, pero las flores tienen el mismo precio de hace veinte años”.

Un tema vital en este análisis con los productores es la necesidad que tienen de recibir no solo determinados insumos, como mangueras, insecticidas y equipos de jardinería, sino también algo tan importante como las semillas de calidad. Por otro lado, las amenazas del cambio climático también son reales en la jardinería.

Anabel y Sonia González Moreno pertenecen a la cooperativa Julio Antonio Mella. Ellas laboran en una pequeña parcela de casi dos hectáreas en el reparto Las Delicias y poseen un punto de venta junto a las tapias del cementerio de la ciudad. Las hermanas confiesan que algunos de los  vendedores que se reúnen en ese lugar compran las flores a otros productores y se dedican a la reventa, lo que, por supuesto, encarece aún más el precio.

“No es fácil invertir en este cultivo porque debes hacer un gasto enorme pagando líquido insecticida, electricidad, la turbina…, y cuando al fin crees que vas a recoger el resultado de la cosecha, se empantana; además, el pago de Comunales se atrasa dos y tres meses. Vivimos del crédito y de seguir así cada vez vamos a tener menos flores”.

NI RECURSOS NI PRECIOS ACEPTABLES

Marlene González Sosa, trabajadora de la funeraria La Caridad, se ocupa de la venta de flores para los servicios necrológicos, motivo por el cual, obligatoriamente, recibe las quejas de la población: “Una solución que veo para resolver este problema es recurrir nuevamente al fomento de jardines, porque desde que se decidió convertir esos terrenos en autoconsumos, dependemos de los productores particulares”.

El jardín El Gladiolo, situado en el camino a Camujiro, puede que sea un superviviente de la “época de oro” de la floricultura en nuestra ciudad, sus cifras de producción en calidad y variedad estaban entre las mejores del país. Orlando Socarrás Chao, el administrador, también refiere a Adelante Digital las dificultades con precios y contratos: “Un problema mayor si no se ataja a tiempo es la falta de semillas de calidad. Resolví 2 000 posturas de manito de la reina y con Holguín establecimos un contrato por 28 000 extraña rosa, pero Comunales del municipio no garantiza ni recursos ni precios aceptables”.

Azada en mano, Víctor Odonell Toledo Gago, jefe de área en la cooperativa Amalia Simoni, nos acompaña por entre los canteros que revientan de girasoles: “Yo considero que el primer problema comenzó con el desajuste de sus precios, aunque esto se ha tratado de solucionar. Lo otro, a mi modo de ver, es la falta de seriedad de Comunales en relación con los convenios, te embarcaban la producción”.

En este momento, una parte de la producción de la “Amalia Simoni” se destina a los Servicios Comunales y la otra es comercializada directamente por los campesinos a través de vendedores particulares que hacen causa común con floricultores también cuentapropistas y que permiten, sin tropiezos burocráticos, que las flores lleguen a la población.

¿HACIA DÓNDE VA EL FUTURO?  

Entre los floricultores surge siempre la misma pregunta: ¿Cuál será el futuro y la solución? Madelín Chávez de Varona, subdirectora de Floricultura y Mobiliario Urbano, en  el municipio de Camagüey, opina que la causa de la reducción de flores se debe a las diferentes temporadas de producción. “Por eso es que en las funerarias a veces se hace difícil la presencia de ramos y coronas. En ocasiones hemos tenido que apoyarnos en otras provincias para cubrir adornos florales para actividades. Tenemos una queja de años relacionada con el bajo precio que pagamos, lo que también es causa de reducción de jardines, pero Comunales no puede pagar más, ese precio se estableció por listado oficial, desde el 27 de abril del 2009”.

Una mañana compartimos con Francisco López Guerra, jefe del departamento de Áreas Verdes y Mobiliario Urbano, y Mayra Wilson Castillo, recepcionista de flores, ambos de la Dirección Municipal de Comunales. Varios son los jardines con los que mantienen vínculos, entre estos los de las cooperativas Julio Antonio Mella, Raúl Gómez García y la Renato Guitart, la 17 de Mayo, del municipio de Minas, y Saimí, de Sierra de Cubitas. Francisco reconoce que: “el precio que se paga en Camagüey a los cultivadores de flores se encuentra entre los más bajos del país”, a pesar —según él— de los esfuerzos por mejorar esa situación.

La amplia colaboración para este trabajo periodístico, tanto de los floricultores como de las direcciones de Comunales provincial y municipal, demuestra la búsqueda de soluciones de unos y otros por eliminar las trabas burocráticas y económicas que por años han caracterizado este asunto.

Por lo pronto, no se avizoran soluciones concretas, pero hay confianza en el esfuerzo de productores y acopiadores para lograr acuerdos que beneficien a todos, pero especialmente al sector más vulnerable, la población, para que no tenga que seguir “deshojando” su cartera.