CAMAGÜEY.- Muestra de una sociedad inclusiva, cimentada en la igualdad de derechos y oportunidades, son las más de dos mil 100 personas con discapacidades visuales, auditivas y físico-motoras que en la actualidad están insertadas al trabajo en la provincia.

Además de laborar en centros ordinarios o como trabajadores no estatales, gran parte de ellas se integra a los cinco talleres especiales para personas con discapacidad del territorio, que se ubican en los municipios de Minas, Sibanicú, Nuevitas, Florida y en la capital provincial, y se incluyen dentro de los 150 de su tipo existentes en el país.

Con casi 30 años de creada, destaca entre esas unidades, afiliadas a las Industrias Locales Varias, del Ministerio de la Industria Ligera de Cuba, la del municipio cabecera, donde alrededor de 50 discapacitados se dedican a las confecciones y otros trabajos de artesanía a partir de desechos textiles, que son comercializados en la red de tiendas de productos industriales.

En sus inicios, la misión que se perseguía con el taller era adiestrarlos e incorporarlos luego al trabajo en sectores como salud pública y comunales, hoy constituye una importante fuente de empleo.

La entidad acoge también a personas con retraso mental moderado que por sus habilidades y destrezas pueden participar en el trabajo socialmente útil que aquí se realiza, puntualizó  Suanamí Ramos, su directora.

Junto a los quehaceres habituales, logrados con suministros de las Empresas de Materias Primas de Camagüey, Ciego de Ávila y La Habana, los operarios de este taller se vinculan a diversas producciones de la industria química en la demarcación, y contribuyen según sus capacidades en el lavado de frascos, y en los procesos de envase y etiquetado.

Entre esos hombres que a diario enfrentan el reto de trabajar a pesar de las discapacidades está Antonio Hernández, a quien su ceguera no le frenó nunca los deseos de sentirse útil y aportar a la sociedad.

Como fundador de ese taller especial, agradece al Comandante en Jefe Fidel Castro por pensar durante la clausura del Primer Congreso de la Asociación Cubana de Limitados Físico Motores (Aclifim), celebrado en 1987, en la iniciativa de desarrollar en toda Cuba esta oportunidad de empleo.

Por su parte,  Glicerio Verdecia, vicepresidente de la Aclifim en el municipio Camagüey y trabajador de la unidad desde hace 27 años, comparte el regocijo de poder contribuir con esfuerzo propio a susustento y no depender totalmente de la familia.

A la vez, lamenta que muchos discapacitados tengan deseos, voluntad y aptitudes para incorporarse a centros de este tipo, y no puedan hacerlo porque es limitada la cantidad de operarios en ellos.

Mientras, otro de los empleados con mayor tiempo de permanencia en la entidad, Armando Espinosa, también vicepresidente de la filial municipal de la Asociación Nacional del Ciego, aboga por el intercambio de experiencias entre los diferentes talleres de la nación.

La existencia de espacios como los talleres especiales, que les posibilitan a las personas con discapacidad ser miembros activos de la sociedad, son el mejor ejemplo de cómo se fomentan en Cuba proyectos amparados en el respeto a los derechos humanos.