CAMAGÜEY.- El pregón desapareció con Irma. Pero desde hace pocos días, en los amaneceres, vuelve a escucharse en Camagüey la exclamación con una voz estremecedora: ¡ladrillo, arena, lajas!… lo último fuera que propusiera cemento, clavos y puntillas.

Apenas unos días de iniciada la fase de recuperación por los daños provocados por el huracán Irma, un colega no entendía por qué en la comunidad mineña de Lugareño, donde son levantadas viviendas rústicas para los damnificados, los clavos brillaran por su ausencia con una fábrica de derivados del acero en la cabecera municipal, la cual, entre otros surtidos, produce puntillas de diferentes calibres.

No dejaba de ser razonable la preocupación, pero se interponía la traba de que la propia industria no puede comercializar directamente, si no es a través de la firma Aceros Inoxidables (Acinox) Servicios de Metales, con representación en varias provincias del país.

La entidad manipula una gama amplia de productos: planos, barras, perfiles, canales, tubos de acero negro y galvanizado con cinc y sin costura, alambre y sus derivados, electrodos de soldar, clavos y puntillas, y cables de acero de alta resistencia para refuerzo de hormigón.

Sin embargo, el Departamento de Productos no Alimenticios del Grupo Empresarial de Comercio, canal por donde deben transitar los clavos, no puede adquirirlos directamente en Acinox. Esa entidad elabora la consignación a la mayorista Universal y, a través de ese diabólico entramado burocrático, es que se aproxima la mercancía al consumidor.

No basta. Quedan más pasos. Las empresas municipales de Comercio deben buscar el producto y después distribuirlo en los puntos de venta, o los proveedores lo llevan hacia su destino.

Antes de Irma eran 53 unidades de materiales de la construcción, 20 tiendas Multimac para comercializar todos los productos de terminación hasta áridos y 33 puntos de venta diseminados por la provincia. Después del fenómeno meteorológico se sumaron 17 con carácter eventual para acercar el servicio a la comunidad.

En esta etapa de contingencia las necesidades de los damnificados transitan por las oficinas de trámites. Con el certifico de las fichas técnicas emitidas por personal calificado de la Vivienda es que en los puntos de venta fijos o en los temporales materializan la compra en efectivo, crédito o mediante subsidio.

MIRADA POR DENTRO AL PROBLEMA

Elaine Porro Izquierdo quizá sea la persona más solicitada y a la vez más ocupada del Grupo Empresarial de Comercio. El área que atiende es como un volcán en ebullición. Por el control de ella pasan la supervisión del arribo del cemento, de la arena, la gravilla y de otros materiales de construcción como el clavo y la puntilla.

En este minuto la venta de esos productos críticos es solo para los damnificados y facilitarles la atención, como lo merecen, a las familias con daños en sus viviendas a causa de Irma y, al mismo tiempo, como vía de evitar desvíos y el llamado trapicheo por la izquierda.

Me pareció arriesgado decir que todos esos establecimientos poseen puntillas. Desde hace tiempo en ferreterías y en otros establecimientos de la red comercial de la ciudad de Camagüey era dificilísimo encontrarlas antes del ciclón.

No por gusto el desabastecimiento de clavos se afronta desde el 8 de abril del 2013, fecha en que el periódico Granma publicó: “No hay espacio para un clavo más”: una denuncia por el abarrotamiento de pallets cargados de ese derivado del alambre, producido en la fábrica de Minas.

El periódico Trabajadores en el 2014 volvió a la carga con el tema, bajo el título: Clavos y puntillas: el enredo de una venta,

Ambos artículos fortalecen la idea de que fallan los eslabones de la cadena de la logística.

Elaine aclaró que en la red de productos industriales no hay presencia de clavos por una llamada especialización, puesta en práctica en el 2014 que concede la prioridad única a los puntos de venta, donde los inventarios recogen hoy la presencia de los mismos de tres, cuatro y cinco pulgadas, amén de cifras dedicadas al insumo agropecuario.

En el primer semestre de cada año, el Grupo Empresarial de Comercio demanda los productos a su proveedor mayorista: Universal S.A.

Hay un hecho cierto, en el 2015 se realizó la solicitud, como está prevista, contra inventario en almacenes y la circulación mercantil; sin embargo, Elaine no conoció las causas que originaron el déficit. Al parecer una falta evidente de comunicación en uno y otro sentido.

EN LUGAREÑO, ¿HABÍA O NO CLAVOS?

Las siglas DEC (Dirección Estatal de Comercio) resulta para muchos un nombre enigmático o nuevo, uno más dentro del conjunto de instituciones creadas al amparo de la ley.

En cambio, su representación en Camagüey, subordinada verticalmente al Ministerio de Comercio Interior, tiene entre sus múltiples funciones la de supervisar que las normas establecidas para el sector de comercio se cumplan al pie de la letra.

Mayra Díaz Rodríguez, especialista principal del Departamento de Inspección de la DEC, explicó que en febrero y julio del 2017, a petición de la instancia superior, supervisaron la existencia o no de varios ¿insumos? productos a escala mayorista; específicamente, entre los elementos de fijación, observaron puntillas y clavos.

Elaine habló con firmeza que en lo que va de año —hasta la aparición de Irma—recepcionaron solo “una tonelada y pico de clavos”, y recordó que la Resolución No. 242, emitida por la Ministra de Comercio Interior establece que: “yo debo demandar y asegurar los recursos teniendo en cuenta los inventarios y la circulación mercantil de las ventas a la población”, aclara ella.

Hasta el día de la entrevista reportaban la existencia de ocho toneladas de clavos y puntillas en almacén y la comercialización de 5,6 para los damnificados. Según Maité Acosta Trujillo, jefa del departamento de ventas de Universal Camagüey comercializaron 17 tm a ese grupo hasta el pasado 6 de noviembre.

La funcionaria, sobre el desabastecimiento del producto en el poblado de Lugareño, sostuvo que no es ciento por ciento así. Había de 2 ½ y tres pulgadas, y no de cuatro o cinco, ideales para los parales y viguetas.

En la DEC, la explicación ofrecida por Dayron Cabrera Collazo, especialista principal en organización de los servicios comerciales, fue convincente, al decir que no todo anda suelto.

En inspecciones realizadas —que no son pocas de acuerdo con documentos facilitados— comprobaron que la indicación nacional de vender a los damnificados cinco kilogramos de clavos no se cumplía. La consignaron como deficiencia, subsanada a posteriori a partir de una indicación circulada por el director general del Grupo Empresarial de Comercio, al no contar la provincia con la existencia necesaria.

Encontramos enfoques que corroboran que en la red de productos industriales no se sabe desde qué fecha —al menos desde el 2013— no se recepcionan puntillas y clavos, más que evidente que no todo marcha color de rosa.

LA OBSERVACIÓN DE INVESTIGADORES

Del 9 al 13 de octubre, en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, de la capital, se celebró un seminario sobre temas económicos y la inserción de Cuba en el tablero mundial.

Allí, en la conferencia sobre Los encadenamientos productivos de la economía cubana, el investigador y académico José Acevedo, vicerrector de Economía de la Universidad Tecnológica José Antonio Echeverría (Cujae) trajo al escenario docente la fábrica de derivados del alambre, radicada en la localidad de Minas.

Él y otros analistas de esa Casa de Altos Estudios iniciaron en 1999 a través del Laboratorio de Logística y Gestión de la Producción (Lagespro) una investigación demostrativa de que en materia de logística, las empresas cubanas tienen un nivel medio de desarrollo.

“Desde que se publicó en Granma la situación de los clavos, nosotros hemos monitoreado los mercados industriales de La Habana y no tienen disponibilidad. No puedo decir que estén actuando acorde con la proyección dada por el país en los documentos del Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, de trabajar en cadena. La cadena de todo productor termina cuando alguien lo está consumiendo”, remarcó Acevedo.

Mediante un contacto telefónico con René Fernández Ortega, director de la fábrica de Minas, supimos que desde el 1ro. de octubre del 2015 en que asumió esa responsabilidad, la industria no ha dejado de producir clavos. Esperan cumplir en el 2017 las 1 170 toneladas en las medidas comprendidas entre una pulgada y media hasta seis.

Hasta donde pudimos saber, en Cuba hay dos plantas más, dedicadas a elaborar industrialmente clavos: una en Santiago de Cuba, y la otra, con el nombre de Ogún, en la capital del país, para clientes de la rama tabacalera, azucarera y otras, con transacciones comerciales no realizadas por los productores, sino a través de sus representantes empresariales.

El nombre de Acinox aparece en varios momentos en este trabajo. Felizmente en el contacto con Eduardo Torres Molina, director comercial de la entidad, comprobamos que en el 2017, de 6 975 toneladas de clavos como plan, se le han despachado para la Universal 16 870.

Debo aclarar que no todas las que se consignan son para el Grupo Empresarial de Comercio, de esta cifra sale el producto para subsidios, derrumbes totales y parciales, construcciones con esfuerzo propio, damnificados y casos sociales.

A la vez, la producción de clavos es destinada, además, para el Minagri y sus dependencias, Azcuba, Tabacuba, viviendas estatales, para la compañía de Aviación de Cuba y en la elaboración de sarcófagos.

Cada año en la capital del país se celebra una ronda de negocios para captar las demandas de todos los organismos y que pasan luego al Ministerio de Economía y Planificación (MEP). No siempre todo lo que se solicita es aprobado porque depende del poder adquisitivo que tenga el país para estas y otras necesidades de los organismos de la Administración Central del Estado.

En visitas sorpresivas del equipo de prensa a los mercados concentradores: La Caridad, Arcoiris, frente al hospital provincial Manuel Ascunce Domenech, y en el de Santa Rosa, operados por trabajadores por cuenta propia, encontramos el siguiente panorama:

En el primero, en uno de los espacios había puntillas y clavos de diferentes tamaños, aunque no de fabricación artesanal; en el segundo, el área de venta permanecía cerrada, y en el tercero: Útiles del Hogar, la mejor opción, encontramos clavos de una pulgada, aunque el empleado no sabía si era procesado artesanalmente o en una industria. ¿De dónde salen?

Comprobamos, también, la presencia de clavos en los mercados estatales de los repartos Julio Antonio Mella y América Latina, pero disponibles solo para los damnificados, hasta tanto no surja una nueva orientación.

Como se aprecia, la fábrica de Minas produce; pero la llegada al cliente con agilidad se frena por los intermediarios que se inmiscuyen en el proceso de la logística, y como me dijo alguien, todo el mundo quiere ganar.