FLORIDA, CAMAGÜEY.- Más de una vez escribimos sobre los destrozos que dejó Irma en Playa Florida, las vulnerabilidades que posee el poblado costero ante fenómenos meteorológicos y la necesidad de que sus habitantes trasladen sus hogares a “puerto seguro”.

Pues les cuento que en el antiguo preuniversitario en el campo Mario Muñoz, de la comunidad La Por Fuerza, a poco más de 20 kilómetros de Playa Florida, ya se construye el nuevo caserío para los damnificados del huracán.

Al llegar al lugar, desde hace varios años abandonado totalmente, presenciamos un panorama magnífico: más de 250 hombres y mujeres acompañaban, con sus instrumentos, conocidas melodías que salían de un baffle ubicado justo en medio del terreno.

UN CUBANO DE VERDAD DA LA VIDA POR SU TIERRA

La voz de Alexander Abreu se escuchaba en su Me dicen Cuba, orquestada por el sonido de decenas de palas y espátulas llenas de mezcla, mientras Roberto Noy Hernández, jefe de obra de la Empresa Provincial Integral de Mantenimiento (EPIM), explica las particularidades de la construcción.

“El proyecto inicial era de 27 casas, pero lo ampliamos a 42 para solucionar el problema a los damnificados por derrumbe total en Playa Florida, y algunos de La Por Fuerza. Nos trazamos la meta de terminar el 29 de octubre, pero no será posible porque hemos tenido que modificar estructuras y reparar otras que estaban más deterioradas de lo que pensábamos”.

También se adaptarán, en lo que fuera el comedor del centro educacional, locales para servicios comerciales, sociales y de salud. “Queremos que este sea un lugar especial en el municipio. Tendrá círculo social, parque infantil, nuevos viales, alumbrado público, un anfiteatro para acoger espectáculos culturales, farmacia, consultorio médico y otros espacios que todavía estamos soñando”, nos dice una enamorada del proyecto, la presidenta del Gobierno en Florida, Beatriz Rodríguez Fernández.

YO PEDIRÉ PARA TI LO MEJOR

Un camagüeyano de los mejores, Adalberto Álvarez, nos recuerda que hay que pedir siempre lo mejor para quienes te rodean. Y esta vez el coro “Voy a pedir pa’ti, lo mismo que tú pa’mí” lo ponían trabajadores del Inder que techaban, más animados que de costumbre, uno de los antiguos dormitorios.

“Cada nave se convertirá en tres viviendas, con dos cuartos, sala, cocina-comedor y baño independiente. Esto no es para ninguno de nosotros, la gente necesita apoyo y estamos movilizados para ayudar en lo que sea. Yo no sé mucho de esto, lo mío es la pelota, pero con asesoramiento mira ya por donde vamos”, grita desde lo alto Carlos, sin dejar de colocar tejas.

Osmany Barreiro Consuegra, director de Episur, empresa santacruceña que tiene una Unidad Empresarial de Base en Playa Florida, es otro de los que está a tiempo completo a pie de obra. “Trajimos un grupo de muchachos de Santa Cruz del Sur para darle un impulso a esto. La mayoría de los locales que estamos reconstruyendo son para trabajadores de la pesca. Además, no olvidamos que otros nos han ayudado en momentos de dolor similares a este. Por eso estamos aquí, albergados, lejos de la familia, y no nos vamos hasta que nuestros trabajadores tengan un techo y cuatro paredes”.

No son los únicos que en La Por Fuerza trabajan, y no por la fuerza, también hay gente de la Agricultura, el CAI arrocero, las industrias azucareras Agramonte y Argentina, varias unidades productivas y cooperativas, la dirección municipal de Salud y la Dirección Integral de Supervisión. Todos juntos en eso de “pedir —y hacer— pa’ti, lo mismo que tú pa’mí”.

PA’FUERA EL DOLOR, PA’FUERA EL ESTRÉS

Cuando ese ciclón de cantante que es Laritza Bacallao interpretó por primera vez el hit Solo se vive una vez, no imaginó que entrara como anillo al dedo en una situación como la que viven hoy quienes perdieron su hogar en la noche de Irma.

Tampoco presumí encontrarme a Yosbel Maura Gregori, aquel muchacho que vi llorar frente al mar, sentado en las ruinas de su casa, a tres días del paso del huracán. El mismo que contó su triste historia a Adelante Digital nos saludó lleno de entusiasmo y energías, pese a llevar toda la mañana dando mandarria para abrir lo que pronto será la puerta de su nueva morada.

“Cómo no voy a cambiar la cara, compadre, mira esto. Después que nos vimos me pasé como diez días más que no levantaba cabeza, no me daban ganas ni de pescar, pero desde que nos trajeron y nos explicaron lo que cada cual tenía que hacer, no pienso, solo trabajo”.

Mientras me enseña el interior de cada habitación, le pido hacernos una selfie para ponerlo en Facebook, y que la gente que leyó su historia vea que se está recuperando. “Dale, para que no piensen que uno es un llorón”, me responde y posa.

Como él, decenas de damnificados se mezclan con los constructores en las más difíciles tareas. La mayoría ha borrado la desgracia de su pensamiento y ahora baila y trabaja como diciéndose que hay que levantarse porque, en definitiva, “solo se vive una vez”.