CAMAGÜEY.- Acceder a un centro de evacuados es encontrar diferentes estampas, todas llenas de humanismo y realidad, de seguridad de que más temprano que tarde encontraran solución a sus problemas habitacionales.
Así lo vimos en la escuela de capacitación Luis Fernández Quiroga, de los Ferrocarriles, del reparto Garrido. Hablar con esos hombres y mujeres es sentir un signo de unidad, con palabras sencillas, pero emotivas.
ESTAMPA PRIMERA
El primer año de vida de Daniel Moreno Reyes fue el 16 de septiembre. Todo el mundo lo celebró. Quizá cuando sea grande y tenga conciencia de lo que sucede a su alrededor, Isais Téllez Pérez, la madre, le cuente cómo se organizó la fiesta. Con cake, payasos, refresco y en un ambiente de alegría.
La iniciativa se le ocurrió a Milton Socarrás Valdés, del comité distrital Julio Antonio Mella de la Unión de Jóvenes Comunistas, quien enroló a otras personas para asumir los gastos del festejo.
Vecina del reparto Marquesado, la casa de ella no quedó en pie, pero en medio de esa tristeza agradeció la celebración del cumpleaños del niño.
“Quedó muy lindo. Desde la evacuación el mismo día 8 hemos tenido buena atención; aunque la casa quedó desbaratada estamos a salvo”.
ESTAMPA DOS
Teresa Duque Estrada Agüero estaba en la esquina de uno de los albergues muy comodita, sentada frente a una palangana lavando la ropa de la pequeña hija de un año y del esposo, y situándola en una cubeta para no perder el hábito de higiene.
“Tengo que decir que la atención aquí ha sido bastante buena, no es como en la casa donde vivo en Camujiro, en el reparto El Jardín. Sabemos que hay muchas personas como uno, pero hay que esperar”.
ESTAMPA TRES
En estos días, Ángela Mayra Jiménez Caballero no cambió de ocupación, pero sí de lugar. Dejó el restaurante El Emperador y vino hasta aquí como cocinera a apoyar la elaboración de alimentos para los evacuados.
“Estoy aquí porque hace falta y así apoyo”, y prefirió que otra persona hablara de la calidad de lo que hacen y sugirió a una evacuada que estaba a su lado seleccionando arroz para el almuerzo.
Cuenta Matilde Milagros García, de 61 años, que vive sola en La Lotería, en La Belén, y cuando la delegada la vio y que su hogar sufrió averías, la llevó para la escuela cercana y después la trajeron hasta aquí, donde permanece.
“No tengo quejas, me han atendido bien. Tenemos médico, enfermera y a todos los jefes preocupados por nosotros”, asegura esta noble mujer que durante 40 años laboró en el hospital Amalia Simoni y últimamente se desempeñó como auxiliar de limpieza de la sala de terapia intensiva.
ESTAMPA CUATRO
Mahe Peña Marrero e Irina Xiques Cantero, médico de la familia y la enfermera, respectivamente, forman una pareja ideal.
La doctora del consultorio número No. 7 del reparto Vista Hermosa dispensaba a los pacientes, interrogándolos de sus males. Encontró hipertensos, cardiópatas, asmáticos y con otras dolencias.
Para Irina es la primera experiencia en un ciclón. Cuando el huracán Ike estaba parida, pero le resulta importante prestar este servicio.