Fotos: Otilio Rivero Delgado/ AdelanteFotos: Otilio Rivero Delgado/ AdelanteCAMAGÜEY.- Dominga Álvarez Covelo no parece llevar encima 87 años: camina liviana entre un abejeo de curtidos hombres de la agricultura cañera ubepecistas de La Araucana, El Entronque, La Yaya y campesinos de la CPA Antonio Maceo que han llegado desde el municipio de Sibanicú para levantar consistentes casas rústicas en Moscú.

¿Por qué Moscú?, indago con la octogenaria acerca del nombre del lugar donde transcurrió su adolescencia y juventud en medio de férreo bregar. “Fui criada de la administración del entonces central Jaronú y conocí a los tres puntistas comunistas que le pusieron ese nombre”.

No recuerda bien, mas cual ráfagas huracanadas, a Dominga le vienen a la mente solo dos nombres del trío: Miguel y Ramón, dos buenos puntistas que la administración del ingenio los ubicó en ese solitario lugar porque necesitaba de sus conocimientos, pero los quería lejos del resto de los obreros para evitar alborotos sindicales.

Sin embargo, Dominga no olvida el día en que “aquí, en Moscú, durmió la última noche el líder azucarero Jesús Menéndez antes de ser asesinado en Manzanillo y yo lo conocí, vine con mi tío Celestino, que era comunista también”.

¿Qué le pasó a su casa?

—Me la tumbó Irma, aunque logré salvar mis cosas y el televisor Panda que me dieron por los Comités de Defensa de la Revolución, y ahora me están levantando otra mejor y más bonita, no la ve… donde estaba la casita mía.

ABRECAMINOS DEL PEDRAPLÉN DESOBSTACULIZAN ESMERALDA

Los 38 brigadistas del ingeniero Alcibíades Santana Remón, de la Empresa de Construcción y Montaje Uno del Micons, se acantonaron en el pedraplén Jigüey-Romano-Cayo Cruz antes de que el huracán Irma llegara y se abrieron paso en el vial incomunicado para, desde el 8 de septiembre —como muchas fuerzas de apoyo— laborar sin descanso en las labores de recuperación de Esmeralda.

“Hemos recogido más de 42 000 metros cúbicos de escombros y árboles derribados en jornadas de 282 viajes diarios. Para ello disponemos de 18 camiones, cuatro cargadores, dos retroexcavadoras, tres buldóceres y una calidad humana de los constructores tremenda”, respondió a Adelante Santana Remón, en el arrasado barrio Moscú, de Jaronú.

Allí, próximo al ingenio azucarero Brasil —también con averías severas—, los abrecaminos de la otrora Empresa de Ingeniería número 15 contribuyen a la recogida de desechos del destruido caserío, y mientras otras brigadas de agroazucareros del “Siboney”, de Sibanicú, levantan aceleradamente casas rústicas con madera de árboles y palmas derribadas para las familias que perdieron sus hogares, ellos se aprestan, además, a ejecutar las vías de acceso al “nuevo” asentamiento, consistente en calles de base pétrea y desvíos de los cauces naturales desordenados que, paralelamente con los fuertes vientos, destrozaron el endeble fondo habitacional.

JULIÁN, EL JUBILADO, NO ESPERA CON LOS BRAZOS CRUZADOS

Foto: Del AutorFoto: Del AutorA pocos metros de su casita de madera, desde una más sólida de mampostería propiedad de un vecino, Julián Cuesta Martínez vio cómo las matas le caían a la suya, y las ráfagas de Irma, cuyos sonidos —según él— parecían bramidos de locomotoras cuando embistieron paredes y techos.

A la intemperie, debajo de lo que fue el portalito de su casita, narra convicciones: “Perdí todos los muebles, se me mojaron los colchones… pero tanto mi hija Yaimara como yo estamos vivos y hemos sido muy bien atendidos con alimentación y otros servicios. Aquí no ha faltado la presencia de los dirigentes políticos y del Gobierno, del municipio, la provincia y el país”.

“Mi papá, que llegó a Jaronú desde Matanzas y trabajó muy duro como carretero tirando caña de madrugada, me contaba de los gobiernos de antes de la Revolución, peores que los ciclones, cuando nadie se ocupaba de las desgracias del pueblo. Mire cuántas casas se están levantando rápidamente… yo estoy ayudando porque también podré tener de nuevo la mía y mejor que la que me llevó Irma. ¿En otro tiempo en Cuba?. Estuviéramos botados sin nada para vivir, abandonados a la suerte de los pobres, como sucede en muchos países, incluso, en los propios Estados Unidos”, expresó Yaimara.

AMOR CON AMOR SE PAGA

Foto: Del AutorFoto: Del AutorElla siente en su piel la solidaridad y la comparte. Amelia González Durán trabaja en la tienda comercial del politécnico Dagoberto Rojas Montalván, a disposición de los damnificados albergados del “Brasil” y de todo el municipio de Esmeralda.

“Vivo en el barrio Moscú, los vientos arrancaron muchas tejas a mi casa. Aquello fue terrible: en cada cuadra solo dejó dos o tres viviendas en pie y la caída de árboles había que ver aquello, pero estamos a salvo y ya se levantan los nuevos hogares. Mucho trabajo por delante nos espera, pero te repito, estamos vivos y la ayuda solidaria reconforta, porque la Revolución a nadie deja abandonado”.

JESÚS MENÉNDEZ” PRESENTE EN MOSCÚ

Más de 15 campesinos de la Cooperativa de Producción Agropecuaria Jesús Menéndez, del municipio de Carlos Manuel de Céspedes, vinieron con el avituallamiento necesario para trabajar en el renacimiento de Moscú. Entre esos campesinos solidarios encontramos a Ismael Espinosa Velázquez, devenido cocinero para que sus compañeros, tras cada agotadora faena de la recuperación ciclónica, repongan sus energías y las reviertan en beneficios de los humildes habitantes de esa comunidad esmeraldense.

En Esmeralda, Nuevitas, Sierra de Cubitas, Minas, Florida, Camagüey… dondequiera que los embates de Irma perjudicaron viviendas, industrias, escuelas, sembradíos y planes pecuarios, nuevos torbellinos especializados, mixtos, populares… devuelven con trabajo sostenido y en ráfagas de sudor las sonrisas de esperanza que congeló por instantes interminables el devastador fenómeno climático.