ESMERALDA, CAMAGÜEY.- Ahora mismo, la recuperación de la comunidad de Jaronú –más popularmente conocida como Brasil-- es una incógnita que solo podrán dilucidar sus propios habitantes. Así lo confirman los acontecimientos de los últimos días, en los que buena parte de la provincia se ha volcado sobre ese icónico poblado del municipio de Esmeralda, en el que tanto ya se ha hecho… pero donde también queda tanto por hacer.

Por eso contrasta tan marcadamente el desinterés de algunos habitantes de la localidad, que parecieran asumir las labores de recuperación como una responsabilidad ajena. ¿Acaso no son suyas las casas derruidas?, ¿no serán ellos los que vivirán en el nuevo Jaronú que habrá de levantarse luego de esta prueba terrible de la naturaleza?

UN BATEY DESPUÉS DEL “INFIERNO”

Para los que no lo conocen, vale la descripción. Jaronú –o Brasil-- es en realidad una sumatoria de asentamientos menores. Algo así como un pueblo de pueblos, en el que coexisten el batey del central –declarado Monumento Nacional en 2011--, el reparto de los edificios, y las barriadas que han ido creciendo en las salidas hacia la ciudad de Camagüey y el pedraplén.

Solo la zona de los edificios multifamiliares, con inmuebles de la década de 1980 y actuales, quedó libre de daños de consideración. En el resto del área urbana el panorama era dantesco tras el paso de Irma, sobre todo a causa de los árboles caídos y los derrumbes de edificaciones.

“En Donato tengo a mi mamá y a mi hermano menor, en nuestra casa, que sufrió algunos daños. Ellos saben que primero tengo que cumplir aquí”, cuenta Rolando. Fotos: Rodolfo Blanco Cué /ACN“En Donato tengo a mi mamá y a mi hermano menor, en nuestra casa, que sufrió algunos daños. Ellos saben que primero tengo que cumplir aquí”, cuenta Rolando. Fotos: Rodolfo Blanco Cué /ACN

De los primeros, hace rato que Rolando Díaz Rodríguez perdió la cuenta. O al menos, de los que ha cortado con la motosierra que hace cinco días pusieron en sus manos. La mañana en que llegó a Jaronú desde el cercano poblado de Donato venía solo con la idea de ayudar a su abuelo en la reparación de los destrozos que pudiera haberle ocasionado el ciclón; antes de caer esa tarde ya estaba cortando troncos y grandes ramas para ir despejando las calles.

“Aunque soy obrero de la Apicultura tengo experiencia manejando estos equipos porque cuando vivía en Las Tunas trabajaba en la empresa forestal. Es verdad que uno se cansa mucho, y en toda la semana hemos trabajado hasta que se hace de noche, pero me queda la satisfacción de ver cuánto han cambiado las cosas. ¡Si había calles en las que ni con bicicleta se podía pasar!”

Hacer transitables las vías de comunicación, y limpiar los escombros y restos de árboles que quedaron en los patios, es el primer capítulo de un proceso que tiene al restablecimiento de la electricidad y la reconstrucción de las llamadas cuarterías como sus siguientes pasos.

Esos grandes pabellones de vivienda colectiva fueron arrasados por el huracán. “Ninguno puede considerarse habitable”, explicaba al mediodía de este jueves el primer secretario del Partido, Jorge Luis Tapia Fonseca, durante un intercambio con pobladores del lugar que insistían en no trasladarse al centro de evacuación habilitado en el cercano Instituto Politécnico Agropecuario Dagoberto Rojas.

La recuperación de Brasil pasa por la recuperación de su centro histórico, y esta última, por la de los cinco pabellones, cuyos valores arquitectónicos debe intentarse preservar en la medida de lo posible.

De acuerdo con Rigoberto Álvarez Caballero, ejecutor de la Empresa de Construcción y Montaje número Dos, que asumirá los trabajos, “habrá que terminar de demoler todas las paredes que sufrieron daños estructurales y representan un peligro tremendo. Una segunda etapa incluye la fundición de columnas y cerramentos, la instalación de nuevas redes hidráulicas y eléctricas, carpintería, y un techo que respete las características originales. Es un trabajo complejo, pero que les garantizará a estas familias unas viviendas completamente nuevas, muy superiores a las que perdieron con el ciclón”.

Un segundo frente de trabajo también comienza a abrirse en circunscripciones de las afueras del poblado, como Moscú, La Cadena y La 82, donde los propios vecinos y trabajadores de Azcuba van desbrozando la maraña de árboles que dejó por tierra Irma.

En esas comunidades se pueden contar de un vistazo las casas que conservaron su cubierta. El viento no respetó siquiera las bodegas; en Alvarado, otro de los asentamientos de la periferia, los víveres debieron protegerse en casa de una vecina, donde todavía se encuentran; de la tienda solo quedan las paredes y algunas de las vigas que hace menos de una semana soportaban el techo.

En algunos sitio la destrucción recuerda la provocada por una guerra. Las rachas de hasta 200 kilómetros por hora que registró Irma en la zona dejaron sin vivienda a cientos de personas.En algunos sitio la destrucción recuerda la provocada por una guerra. Las rachas de hasta 200 kilómetros por hora que registró Irma en la zona dejaron sin vivienda a cientos de personas.

¿QUÉ FUE DEL CENTRAL?

Jaronú surgió en 1921, al impulso del central que le dio nombre. Del peso del ingenio en la realidad local da fe el hecho de que, pese a que nunca se ha cambiado la denominación oficial del pueblo, hoy todos sus habitantes lo llaman Brasil, asumiendo la identidad que en agosto de 1960 adoptó la industria.

Ni siquiera la influencia de los cayos ha podido restar protagonismo al coloso, principal fuente de empleo de la localidad. Por eso, buena parte de los preocupaciones “poshuracan” se han concentrado en sus instalaciones, que no solo perdieron tejas ante el azote del meteoro.

“De todos los efectos de Irma, el más sensible es el sufrido por nuestros trabajadores, pues más del 40% tiene daños graves en sus viviendas”, aclaró Melba García González, directora adjunta de la Empresa Azucarera de Camagüey. “En el ámbito fabril los trabajos se deberán concentrar en la planta eléctrica y el reforzamiento de muchas estructuras que se afectaron”. Una primera evaluación de las plantaciones también reveló grandes pérdidas en los cañaverales, que venían de atravesar una de las sequías más intensas de los últimos años. “Hay muchas acciones que debemos emprender, pero somos más de 600 miembros de Azcuba movilizados en función de la recuperación, tanto de nuestro sector como de la población en general”, agregó la dirigente.

FUTURO INMEDIATO

Gracias al esfuerzo de los linieros ya resulta más cercano el momento en que todo Jaronú disponga del servicio eléctrico. También el panorama va cambiando en las calles, por cuenta de los propios lugareños, de hombres y mujeres llegados desde todo Camagüey y otras provincias, e incluso internos de la Tarea Confianza. Con tantas manos contribuyendo a un mismo fin, Jaronú no puede tener otro destino que levantarse.

Se recupera todo cuanto se pueda, los restos de una casa destruida pueden ayudar en la recuperación de otra que sufrió menores daños.Se recupera todo cuanto se pueda, los restos de una casa destruida pueden ayudar en la recuperación de otra que sufrió menores daños.

Unos sesenta profesionales de la Salud refuerzan, en condiciones de campaña, el trabajo del policlínico de la localidad.Unos sesenta profesionales de la Salud refuerzan, en condiciones de campaña, el trabajo del policlínico de la localidad.