CAMAGÜEY.- El proyecto Ciudad mirando a sus ríos, después de tres años, ha llegado a su mayoría de edad desde el momento en que escapó de los planos para materializarse en los barrios, con el compromiso de darle nuevos aires y de moldear un rostro joven en esa zona patrimonial de Camagüey, bordeada por las márgenes del Hatibonico.

No hay trabajo de envergadura que sea simple, pero tampoco misiones imposibles cuando se trata de labores conjuntas; por eso, las más de 17 instituciones implicadas, en las tres fases constructivas, mezclan esfuerzos y razones para levantar cimientos, puentes y expectativas.

Levantamiento de la cafetería por trabajadores de la Oficina del Historiador de la Ciudad Levantamiento de la cafetería por trabajadores de la Oficina del Historiador de la Ciudad

MARES DE LUCES

Con las reparaciones a lo largo de la calle Matadero iniciaron los compases de la primera etapa. “Su accionar hizo posible la renovación capital de una buena parte de la infraestructura del lugar, que cambió su estética con el mejoramiento de los viales, la creación de una cafetería, de los parques, así como de las canchas de fútbol y baloncesto“, expresó Pedro López García, asesor de inversiones de la EPIA 11.

Para los pobladores de esta localidad el impacto no concluyó con la modificación del entorno. Sus viviendas, según su deterioro, recibieron mantenimiento en las fachadas, la carpintería y en la estructura general. Uno de los beneficiados es Miguel Mariano Yero Pérez, quien refirió cómo “el proyecto facilitó la compra de los materiales a un 30 % menos del costo real y gracias a la mano de obra, que también nos proporcionaron, pude terminar la segunda planta de mi casa para que la habitara mi hija, que en ese momento estaba embarazada”.

Desde el puente Caballero Rojo hasta el área perteneciente a la calle Ignacio Agramonte continuó el avance “Ciudad mirando a sus ríos” en su segunda fase, cuyo costo superó el millón de pesos. Caseríos como el de Montera, Hicacos y Triana han visto nuevos amaneceres con la creación de senderos, parques, áreas verdes, ubicación de luminarias y bancos.

Sobre las tareas en ejecución López García explicó: “En el tramo de Montera se edifican espacios dedicados al deporte, como un gimnasio biosaludable, una cancha de baloncesto y otra de balonmano, un tablero gigante de ajedrez y, además, el lugar contará también con una cátedra deportiva donde radicarán sus docentes.

Durante esta etapa nos exigió un esfuerzo extra el aumento del drenaje pluvial de la ciudad en una longitud, aproximada, de 25 a 30 metros”, agregó el inversionista.

EL PORVENIR DE LA PLANTA

Ya en el siglo XIX habían casas quintas, con colgadizos, en la confluencia de las márgenes del río y las antiguas calles y callejones de acceso. Luego funcionó el Cuartel de Lanceros que protegía a la urbe, pero con la entrada de la modernidad a fines de ese siglo, el impulso industrial hizo que parte del terreno se arrendara en favor de la Empresa de Alumbrado Eléctrico de Camagüey S. A, con maquinarias valoradas en 2 000 pesos oro.

Pasó el tiempo y los dineros, con otras ventas durante la ocupación norteamericana, hasta que en 1904 compró el lugar y sus hierros la Sociedad The Camagüey Electric Co. Limited (Compañía Eléctrica de Camagüey por su nombre en español) la cual a lo largo del siglo hizo muchas reformas técnicas con bombas, calderas, turbinas, turbogeneradores, enfriadores y humeante chimenea entre los puntuales pitazos de los turnos y hasta un taller para carros de tranvías.

También fue el lugar de la acción de un frustrado sabotaje en 1958 por el comando revolucionario de Noel Fernández, la llegada de maquinaria soviética tras el triunfo de la Revolución, el nuevo nombre de Manuel Julién en homenaje al trabajador eléctrico caído en la Limpia del Escambray, las estructuras de la Empresa Cubana de Electricidad y luego Organización Básica Eléctrica (OBE). En fin, es un gran patrimonio industrial y hasta inmaterial cuando de recuerdos populares se habla.

En su rescate se edifica hoy en sus naves y alrededores un Recinto Ferial con más de 21 000 metros cuadrados, con áreas que permitirán la acogida simultánea superior a las 2 000 personas, sin contar otras 2 000 sentadas y 4 000 de pie en el nuevo anfiteatro.

Espacios de bienes y servicios para exposiciones comerciales (más de 1 600 metros cuadrados), restaurantes, cafeterías, tiendas, galerías, parqueos, reestructuración del tránsito vial en el entorno brindarán un espacio único, de infinitas posibilidades al este del país. Es una obra colosal planificada por etapas.

Construcción del anfiteatroConstrucción del anfiteatro

POR JULIO Y EL 26

Hoy cerca de 200 trabajadores de diversas instituciones, entre las que se encuentran la Oficina del Historiador de la Ciudad, la Central de Trabajadores de Cuba, Cupet y la Agricultura, ejecutan a toda marcha las primeras obras de un total de 14.

“En los próximos días deben estar listos el escenario, el camerino y las gradas del anfiteatro, así como las garitas que permitirán el acceso al sitio y la cerca perimetral, lo cual representa alrededor de un 30 % de los 12 a 14 millones de pesos, costo de la inversión general”, dijo López García.

Entre la multitud de constructores abundan también rostros bien jóvenes, algunos pertenecen a las brigadas de la Unión de Jóvenes Comunistas. Uno de ellos, Alexander Abreu Boza, cuadro profesional de esta organización en el distrito Ignacio Agramonte, enfatizó: “Cuando se hizo el llamado desde los comités de base enseguida dimos nuestra disposición, en nombre de la nueva generación y en saludo al XIX Festival Provincial de la Juventud y los Estudiantes, para ayudar aquí, donde hemos tenido presencia, incluso, de jóvenes de otros municipios”.

A orillas del Hatibonico todavía se escucha el ruido de las labores, el eco de la búsqueda no solo del embellecimiento infraestructural o de su uso como polo turístico, sino también, de la complacencia espiritual de los camagüeyanos.