Santos Bernal, Roberto Ollet y Arturo Mugarra acompañaron a Serapio, quien aparece en la foto, en la acción que este 29 de junio cumple 60 años. Foto: Otilio Rivero Delgado/ AdelanteSantos Bernal, Roberto Ollet y Arturo Mugarra acompañaron a Serapio, quien aparece en la foto, en la acción que este 29 de junio cumple 60 años. Foto: Otilio Rivero Delgado/ AdelanteCAMAGÜEY.- La misión encomendada por el Movimiento 26 de Julio a Serapio Escobar era en extremo riesgosa: asaltar la recién inaugurada Radio Cadena Agramonte y difundir a través de sus ondas un llamado al pueblo a declinar las fiestas del carnaval de junio de 1957.

Dos días antes de la celebración de San Pedro, que tradicionalmente se festeja el 29 de junio, Serapio, quien era jefe de una célula del 26, en unión de Arturo Mugarra, otro activo joven luchador contra Batista, estuvo en el edificio para observar cuanto detalle favoreciera la entrada y salida del lugar y cómo burlar la presencia de la Policía en caso de aparecer.

Como a las 10:00 p.m. del 29 de junio, a 20 días de fundado ese medio radial, se consumó la acción revolucionaria y fue el propio Mugarra el que leyó la arenga, mientras el locutor de turno, Francisco López Escobedo, se mantenía atento a la evolución de los hechos, al igual que Isidro Ramírez, el operador de audio.

López Escobedo, fallecido, es la voz que identifica la emisora hace seis décadas. Él conocía a Serapio de cuando visitaba su hogar para jugar ajedrez con Emilio, hermano del locutor quien, al decir del jefe del comando, era un experto en el juego ciencia.

Cuenta Serapio que días antes de empezar a funcionar RCA, más exactamente el 28 de mayo, se producía el combate de El Uvero, el primer enfrentamiento de importancia de la guerrilla del 26 de Julio, comandada por Fidel con el ejército del dictador, en la localidad costera El Uvero.

Salieron victoriosos los revolucionarios en la Sierra Maestra frente a la guarnición de soldados acantonados en el lugar. Ello fue como una inyección de optimismo para los camagüeyanos, quienes desplegaron acciones de apoyo.

El programa concebido para el 29 de junio, de atraer la atención de las personas que disfrutaban del carnaval y de la música difundida por la emisora y multiplicada a través de equipos de audio, comprendió la distribución de proclamas, colocación de banderas del 26 de Julio y de explosivos en diferentes puntos de la ciudad.

Serapio llevaba consigo una pistola, y otro de los asaltantes, el cual permanecía abajo, un revólver. Reconoce que hubo mucha tranquilidad. “Dijimos que permanecieran tranquilos, porque no iba a sucederles  nada”.

Isidro Ramírez, a la luz de 60 años de acaecido el hecho, nos explicó que para evitar una sobremodulación de voz bajó el nivel de audio y evitó que el transmisor se fuera de frecuencia y el mensaje perdiera efectividad.

La retirada se produjo sin contratiempos. La acción demostró que en Camagüey había un movimiento pujante.

“No se cómo explicarte. Los compañeros de la emisora se comportaron formidablemente bien. Algunos de ellos nos conocían, como López Escobedo, hijo de un policía. Jamás nos delató”.

Después del asalto, Isidro, Esteban González Ortiz, quien empezó en la emisora como auxiliar de limpieza y fue ascendiendo después del triunfo de la Revolución como jefe de transmisión; Ricardo Zaldívar, productor musical, y el propio López Escobedo, fueron citados dos veces para la unidad de la Policía de la calle Avellaneda, pero de los labios de ninguno de ellos salió una palabra que pusiera en riesgo la vida de los revolucionarios.

Pero es que el nivel de compartimentación era tal que Mugarra, amigo personal del locutor de la emisora, José Luis Cadenas, jamás le comentó nada; incluso, del asalto supo, sin detalles, al salir de una de las oficinas donde laboraba, junto a su esposa, también como contador.

La revista Bohemia, en su sección En Cuba, se hacía eco una semana después del asalto, lo que erróneamente se mencionó como el autor a Gustavo Caballero, dirigente estudiantil de la Escuela Normal para Maestros, absuelto por el Tribunal por la ausencia de pruebas.