CAMAGÜEY.- El padre estaba tranquilo, se notaba seguro en lo que hacía y el hijo más callado pero también confiado, lo secundaba para cumplir también con lo que consideran su deber. Los dos tienen bien claro la importancia de lo que hacen y nunca fallan. Rolando Castellanos Álvarez de 51 años de edad y Yasnier Castellanos Francecena de 32, son una de las tantas familias cubanas que se dedican a “salvar vidas”.

Siempre llegan y entran juntos al Banco Provincial de Sangre, ubicado en la Carretera Central km 5 ½ . El primero comienza a donar mientras el hijo tranquilo, espera sentado su turno para cuando acabe el padre extender el brazo en el mismo sillón y como si fueran uno solo completar la tarea.

“A los diecisiete años doné sangre por primera vez mediante los llamados masivos que se hacían en los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Mis padres respetaron mucho aquella decisión, pues conocían la importancia que tiene este gesto y yo me siento muy orgulloso de poder cumplirla y continuarla junto a mi hijo”, explicó Castellanos.

De sus cuatro descendientes, a Yasnier, el mayor, siempre le habló acerca de la humanitaria tarea y poco a poco le fue creando una conciencia que tiene sus resultados todos los meses, cuando les corresponde visitar el centro.

“A los cuatro intento inculcar mi ejemplo, aunque los demás sean menores de edad. Ya lo logré con uno y tengo otro que comenzó a hacer sus primeras donaciones desde el Servicio Militar Activo, espero que continúe", comentó orgulloso el padre, que se desempeña como cuentapropista.

“El grupo sanguíneo de nosotros es O-, compatible con todos los demás. Apenas me enteré de eso, me entusiasmó mucho la idea de poder ayudar a los niños con una parte de mi cuerpo. Comencé en el Médico de la familia, luego mientras laboraba un tiempo en Salud Pública continué donando. Mi padre siempre estaba arriba de mí para que le siguiera los pasos y logró sembrar ese bichito de querer ayudar a las personas.

Aún no tengo hijos, pero puede apostar que trataré por todos los medios de que sigan el humano camino, que conozcan este lugar”, dijo entre sonrisas Yasnier mientras alagaba el excelente trato que recibe en el centro.

Los dos son donantes de sangre de la reserva. Un programa muy importante que aglutina a aquellas personas con grupos escasos. Cada quince días aproximadamente les realizan una extracción para obtener plaquetas de la sangre.

La población desconoce y teme respecto a las donaciones de sangre. Persiste el mito de que provoca malestares y dependencia de por vida. Todo ello es falso. No obstante, el solo conocer que mediante una bolsita llena del plasma se pueden salvar a cuatro personas, es razón más que suficiente para vencer cualquier miedo.

“Contamos con cerca de 15 mil donantes y nos ubicamos como la cuarta provincia a nivel nacional con el plan de donantes más alto, pero necesitamos aumentar más los voluntarios que deseen ayudar. Es un trabajo anónimo y vital para el tratamiento en los centros hospitalarios y fabricación de medicamentos", puntualizó Yoanca Fernández Céspedes, directora del centro.

El programa de sangre en Camagüey cuenta con 16 centros de extracción fija en 12 municipios y con 444 lugares temporales como consultorios, salas de rehabilitación y centros de trabajo. Sin embargo la situación del preciado plasma no es la mejor en estos momentos. Grupos raros y escasos en conjunto con un mayor número de demanda, provocan cierta insuficiencia que solo se suplanta mediante pedidos a otras provincias.

Rolando y Yasnier conocen bien estos beneficios y son de esas personas que transmiten confianza y deseos de seguirlos en lo que hacen. Los cerca de cien trabajadores del lugar los respetan pues también son conscientes del gesto. Ellos no poseen en sus manos el poder de ayudar a las personas, sin embargo tienen algo mejor: llevan la magia en las venas.