CAMAGÜEY.- Conocer al Che, con apenas 23 años, dejó a Ramiro Manuel García Medina marcado para toda la vida. Él es de esas personas que cuando habla imprime en la expresión un caudal de imágenes fotográficas.

Según cuenta, le parece estar mirándolo todavía en la calle República, a la entrada de la delegación provincial del Ministerio de Industrias, frente a la actual clínica estomatólogica Centro, con su boina negra, con la estrella de Comandante, vestido con uniforme verde olivo de campaña y con la chamarreta y la pistola por fuera.

“El Che era bien parecido, una persona elegante, pero muy recta, respetuosa, aunque imponía respeto por las preguntas que hacía. En aquella época yo era responsable de inversiones del Ministerio de Industrias en Camagüey, tenía que ver con toda la zona de Nuevitas, de Morón y de Ciego de Ávila, y pertenecía al núcleo del Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS) al frente de las tareas de educación”.

Recuerda que el Che era escurridizo con los escoltas, hecho narrado más de una vez por Antonio Mengual Viamontes, quien fuera chofer del delegado de Industrias y le manejó en diversas ocasiones en su recorrido por Camagüey.

Explicó que una de las cualidades del inolvidable guerrillero era conversar no solo con el delegado, sino con los funcionarios, y trajo a colación una anécdota, recogida en el libro Semillas camagüeyanas del Che.

En la delegación, una muchacha paró de mecanografiar para verlo a través de las paredes de cristal, fue muy atento hasta allá y le preguntó si no tenía qué hacer, recomendándole que si eso lo repetía con todo el mundo, no iba a trabajar.

Para que esa y otras muchas historias del Che no se perdieran, Ramiro y Andrés Carreras Cubelo, otro de los fundadores del centro, entrevistaron a todos los que allí laboraron y lo llevaron al libro, publicado por la editorial Ácana en el 2006.

Con su ejemplo, el Che quedó marcado para toda la vida en Ramiro. Foto: Del autorCon su ejemplo, el Che quedó marcado para toda la vida en Ramiro. Foto: Del autor¿Cuántas veces viste al Che?

—En la delegación lo vi dos veces, una cuando el ciclón Flora y trabajando yo en la Empresa Consolidada de la Harina, en un momento en que recorría una de las fábricas en Camagüey. Fui a inspeccionar la panadería de la calle Horca y Damas y allí se encontraba el Che, reunido con el administrador y los trabajadores en un intercambio, cerciorándose de la seguridad de la planta, las condiciones de almacenaje de la harina… Lo que hice fue integrarme a la conversación y siempre lo recordaré como en momentos de tantos peligros por el ciclón. Un ministro, más de la categoría y la historia del Che, estaba entre todos nosotros.

“Pienso que es un ejemplo para las actuales generaciones de dirigentes. El Che no avisaba las visitas, se aparecía donde menos se le esperaba, un estilo que me impregnó, con apenas 23 años, en mi forma de ser, en el trabajo, en el estudio, en mi puntualidad”.

Ramiro no deja de recordar su severidad con quienes incumplían, algo que los requeridos reconocían no como un hecho abusivo, sino como una escuela.

“Deberíamos ser sumamente exigentes por la historia que tenemos, pues a veces la subestimamos, olvidamos esos mensajes, deben recordarse no como un eslogan, el pueblo necesita ver ejemplos para responder a ellos. Nosotros íbamos al trabajo voluntario porque el Che era el primero”.

Traje a colación el enunciado de Fidel en Camagüey el 26 de Julio de 1989, de que el Socialismo es la ciencia del ejemplo.

“Qué más ejemplo que el del Che, que se quitaba la guerrera, la parte superior para refrescarse y cogía una carretilla, como mismo hizo Fidel en Camagüey cortando caña”.

Señaló que el Guerrilero Heroico no pasará de tiempo. “Es una imagen viva por su ejemplo, y los ejemplos nunca pierden vigencia, nunca se olvidan”.

Para perpetuar la memoria del Che en Camagüey se creó —en octubre próximo se cumplirán veinte años— la primera sección de base de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores, formada por aquellos hombres y mujeres que laboraron en la Delegación de Industrias, una iniciativa que no debe perderse. Sus miembros fueron no pocas veces a la Escuela de Comercio y a otros lugares a charlar con los economistas en formación sobre las cualidades del Che, un personaje no idílico que supo ser grande y sencillo.