Foto: Del AutorFoto: Del AutorCAMAGÜEY.- Como la naturaleza, que toma forma a un ritmo peculiar, los cuadros de Gabriela Dueñas Aragón crecen a la sombra de su autora. Desde pequeña ella soñó que dialogaba en silencio con el lienzo en blanco y vertía sobre él una cascada de ideas. Disparatadas, coherentes o innovadoras... pero eso sí, suyas.

Nunca traicionó sus deseos de la infancia y ahora, con 22 años, mientras blande el pincel dibuja, sin freno, puertas y atajos hacia el éxito.

Una de sus virtudes es su confianza para desafiar lo perecedero y para ello, además del óleo y el acrílico, también cuenta con otra de sus pasiones: la fotografía. Así, en su exposición inaugurada recientemente, Siluetas en el tiempo, en la sede de la Oficina del Historiadorde la Ciudad de Camagüey, demuestra la eficacia de pensar en lo utópico, a través de esa técnica, desde un guiño a su ciudad natal.

“Cuando era niña tenía una costumbre muy particular: todo lo que deseaba lo plasmaba en una hoja de papel e imaginaba que después de pintarlo se materializaría”, expresa Gabriela, quien entre la nostalgia y el recuerdo se sabe orgullosa de su presente, gracias a su pasado.

—¿Qué o quiénes te inspiraron a recorrer los caminos del arte?

—Los máximos impulsores han sido mis padres. Desde pequeña siempre me gustó dibujar y ellos descubrieron que podría crecerme como pintora. Entonces me llevaron junto con mi hermana menor a la Casa de la Cultura Ignacio Agramonte Loynaz, ubicada en la calle Cisneros, donde Rodrick Dickson tenía un taller para niños. Yo vivo en Planta Mecánica y, cada sábado, nos traían a ese sitio.

—Pero... ¿valió la pena el esfuerzo?

—Mucho, apliqué lo aprendido en concursos convocados por mi escuela, la primaria Alfredo Martínez González. En esa institución obtuve varios premios que me motivaron a continuar superándome dentro de este mundo. Así, años después, entré a la Escuela de Arte Vicentina de la Torre y todo el conocimiento que allí acumulé perfiló mis horizontes como creadora.

—¿Sientes en tu obra un sostén espiritual?

—El arte ha sido un punto de partida para elevarme y experimentar diferentes oficios como la fotografía, el diseño, la realización de cómics y la arquitectura, carrera que curso en la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz.

—Un motivo constante en tus trabajos es el concepto del tiempo...

—Creo que toda persona debe dejar una huella importante para la posteridad, algo especial por lo cual deba ser recordada. Me atemoriza pensar en nuestra condición de seres efímeros y pasar por la vida sin haber legado nada.

—¿Cuál ambiente estimula mejor tu imaginación?

—Me encanta acompañarme de música mientras pinto. Cuando busco la inspiración sintonizo Radio Enciclopedia o escucho temas instrumentales. Si la idea me aparece bien clara en la mente, entonces me da lo mismo oir cualquier tipo de melodías.

—Si tuvieras que hacer un autorretrato, ¿cómo lo harías?

—Regaría muchas manchas de pinturas, libremente, sobre el lienzo, y trataría de que todas ellas conformaran mi imagen. Pero siempre poblada con muchos colores.

Con plena certeza, Gabriela me refiere que para crear ella necesita "beber de la mayor cantidad de fuentes de sabiduría", y me remite a libros cargados de parajes fantasiosos, sonoros, y a lugares donde, sensacionalmente, cohabitan la calma y el movimiento. En fin, como diría la pintora, son diminutos fragmentos de un gran mosaico, pero yo diría más, de un cuadro inacabado que es la vida misma de una artista, aún en cierne.