CAMAGÜEY.- Eso de los perros lazarillos que guían a los ciegos solo lo había visto en películas, y película al fin, creía que tenía más de ficción que de la vida real. Por eso quedé tan impresionada cuando conocí a Mike y Hurley, no solo por todo lo que Mike contó que hace su guía, sino por la tranquilidad que mantiene mientras lleva puesto el arnés y cómo se transforma cuando se lo quitan, se vuelve una mascota como cualquier otra que pueda tener usted en casa, parece increíble.

Mike Calvo es un estadounidense fruto de padres cubanos. Su amigo inseparable, Hurley, es un Vizsla de nacionalidad húngara que estuvo en un proyecto piloto por la alta actividad de la raza, pero no abundan: “El costo de uno de estos perros oscila entre los 30 y 40 000 dólares, por el tiempo de entrenamiento que necesitan, pero este proyecto no fructificó porque mientras el Labrador o Pastor Alemán de cada 10 que entran al programa, siete son escogidos, y de estos solo terminan cuatro”.

-- ¿Confías plenamente en él?

-- Con ellos se usa una forma de entrenamiento que le decimos desobediencia inteligente. Yo le doy la orden y no es que la cumpla al momento, sino que espera a que se pueda. Por ejemplo, si le ordeno que doble a la derecha, por supuesto que no me lleva contra la pared, él espera que lleguemos a la esquina y entonces dobla, igual para cruzar la calle. Cuando le digo vamos al gimnasio o a tomar café, ya él solo me lleva, sabe dónde están los lugares. Eso me permite una independencia que nunca experimenté con el bastón.

-- ¿Siempre es así, tan tranquilo?

-- Cuando lleva puesto su arnés, él sabe que está trabajando: no va tras los gatos, no coge ninguna comida que le den, si ve a otros perros se agacha, posiblemente se porte mejor que muchas personas; pero en casa es una mascota: juega con los niños y si tocan a la puerta te recibe con su hueso de juguete en la boca.

-- ¿Cómo llegaron a Cuba?

-- Tengo una empresa (Serotek) que se dedica a la creación de herramientas y software que permiten a las personas invidentes ser parte de la era digital y en el 2007 creamos la fundación Air Foundation, una organización sin ánimo de lucro que se ha propuesto llevar tecnologías a países en vía de desarrollo y promover un mayor acceso a la misma. Tuvimos muy buenas experiencias en países de África, como Uganda, y en Colombia, y un amigo me habló de las oportunidades que tienen aquí las personas ciegas y me incitó a venir.

“Por otra parte, mis padres son cubanos, mi papá es de Morón, y por eso esta fue la primera ciudad que escogí cuando vine en el 2012 y por donde quiero comenzar el proyecto. En aquella ocasión traje unos relojes que hablan, que aquí nunca se habían visto, y me sorprende que algunas personas con las que he intercambiado todavía los tienen.

“Las primeras veces vine con el bastón, hasta que abrieron a los perros, y cuando llegamos ya nos sentimos como en casa, a él le hacen su chequeo y todo nos va bien”.

-- ¿Qué impresiones te llevas?

-- En Cuba me han tratado muy bien, es la patria de mis padres. Hay cosas tanto aquí como en Estados Unidos que no me gustan, pero aquí el ciego tiene una posición, tiene el respeto del pueblo. ¿Qué ciego aquí no tiene trabajo? Allá hay un 95 % de desempleados.

“Hoy los ciegos en Cuba tienen educación, universidad, empleo, un lugar en la sociedad que no existía antes, porque cuando mis padres vivían aquí antes del triunfo de la Revolución, el ciego lo que hacía era tocar guitarra y recoger quilitos”.

-- ¿Es frecuente este tipo de discriminación en tu país?

- Imagínate que cuando voy a un lugar a buscar trabajo me demoro más explicando cómo me visto o cómo voy a llegar hasta mi puesto de labor que explicando mi calificación y competencias. A veces la gente teme decirte “después nos vemos”, ¿y eso qué tiene de malo? Yo no me puedo molestar por eso y si lo hiciera, el que tiene problemas con la ceguera soy yo.

“La historia de mi papá es un poco triste porque él un día dijo que si tenía un hijo ciego lo ahogaba como a un gato, y unos años después nací yo. Ellos no sabían qué hacer conmigo y me crié en la calle. Cuando a los 18 años perdí totalmente la visión, dejé los estudios y empecé en la vida de las discotecas y pandillas para demostrarles a todos de qué estaba hecho, pero solo conseguí herir a mis seres más queridos y lastimarse a mí mismo. Entonces apareció Jesús y mi vida cambió, mas mi primer hijo a los 21 me exigía responsabilidad.

“Empecé a trabajar en un banco donde debía usar computadora y fue cuando comprendí la enorme barrera de la accesibilidad: se creaban condiciones tecnológicas para que los ciegos fueran más productivos, pero se desatendía lo que ellos querían disfrutar en sus horas de descanso. Por ahí empezaron a volar mis sueños que todavía no terminan”.

-- ¿Cómo has vivido este último viaje?

-- La noche antes de venir fue la muerte del Comandante, una persona que tiene un lugar reservado en la historia aunque estés o no de acuerdo con él. Su sueño lo veo reflejado en mi comunidad (la invidente), porque fue él quien de verdad le dio el respeto que hoy tiene.

“Menos por lo del perro, Cuba ha sido como un sueño para mi. El cubano es muy cariñoso, uno se siente en familia. Mis padres siempre me hablaron de Cuba, Estados Unidos se acababa en la puerta de mi casa”.

-- ¿Qué quisieras decir al mundo sobre tu comunidad?

-- El ciego es una persona más difícil de entrenar, y yo mismo no sé qué haría si tengo un hijo ciego, pero soy la prueba de que logrando el entendimiento de la sociedad y con el apoyo tecnológico el ciego puede vivir como otra persona cualquiera. A eso he dedicado mi vida. Quiero ser ejemplo. Mi mayor sueño es vivir en un mundo donde todos se entiendan y se respeten.