Hace apenas unas horas falleció el profe Oliva, el pediatra de muchas generaciones no solo de camagüeyanos; el amigo fiel, el compañero justo. Adelante.cu regresa hoy a una entrevista realizada por motivo de sus 80 años.
No es común que en la Portada de un blog sean publicados más de un texto de una misma persona; sin embargo, esta ocasión es harto especial y no quise desaprovecharla. El Profesor Manuel Oliva Palomino cumple hoy, 16 de diciembre, 80 años. Una buena parte de su vida la ha dedicado a hacer el bien, responsabilidad para la que todos no estamos preparados.
Establecer conversación entre él y yo es muy fácil, lo digo con la vanidad que me ofrece el ser su amiga, y también resulta por poseer él una inteligencia extraordinaria, capaz de eclipsar. Confieso que el reto que cargo encima es el de enamorar a los lectores y encuentren en él algo diferente e igual a la vez. Diferente para no repetir tantas lindas historias e igual, porque obviamente es el mismo ser humano tan querido por tantos.
Al ser considerado un Pediatra de Excelencia en Cuba, estoy segura nunca llegaré a alcanzarlo en toda su grandeza, mas lo intento y lo comparto, una vez más.
—Hace un tiempo y a propósito de otra entrevista me comentó que comenzó a estudiar Medicina a los 29 años y entonces le parecía que estaba mayor para eso. Ahora, al cumplir sus 80 diciembres hoy, ¿qué piensa al respecto?
Este inicio le causó risa al Profe Oliva, como lo llaman, no pudo evitarlo y está convencido de que: “Pude hasta haber comenzado después, era muy joven y no lo sabía, me doy cuenta ahora cuando no lo soy de verdad. Ahora sé que hubo tiempo, solo que entonces no pensé cumpliría tantos años, a esa edad no se analiza”.
—También sé y por usted mismo, que estudió Pediatría prácticamente obligado por el déficit de especialistas en esa época, y ahora le pregunto: ¿Con la experiencia actual, si se gradúa ahora de médico, qué escogería Radiología como quería o Pediatría?
—Pediatría otra vez. El problema es que tenía una carrera, que era de laboratorista, me había pasado parte de mi vida en eso, desde 1950, y de momento ya con más de 30 años no me parecía inteligente incursionar en otro campo tan diferente, pero la necesidad de fortalecer el incipiente Programa de Atención Materno Infantil me obligó y la presión que me hicieron varios compañeros, entre ellos el Dr. Enzo Dueñas, quien era el director del hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, de Camagüey, fue mucha.
“Pensé que nunca lo lograría, esa es la verdad, me asustaban, sobre todo los más pequeñitos; no obstante, me fui dando cuenta de que los podía ayudar y me dediqué a aprender para hacerlo bien”.
—¿Todavía se asusta?
—No, qué va, ya no. Ahora me siento contento al verlos crecer a unos y ya crecidos a otros, eso me demuestra que los he podido ayudar, hoy me vienen a ver todo unos hombres y algunos me llaman de diferentes partes del mundo, son como familia.
—De esta pregunta tengo la respuesta y quiero sea él quien la responda: ¿puede decir que ha sido útil?
—Creo que sí —y ríe de nuevo—, como decía Martí, la obra de la vida la cumplimos.
—¿Cómo calificaría al médico en toda su magnitud?
—Hay quienes son conocedores de la técnica y todo lo relacionado con la profesión; otros son misioneros, y esos ayudan siempre, porque el médico cura algunas veces y no creas que muchas; sin embargo, ayudar siempre es bueno, y esa ha sido mi modesta misión: ayudar, siempre ayudar, y es por eso que he dedicado gran parte de mi vida a una enfermedad tan fuerte, y más en los niños con cáncer, incluso, antes cuando no había tantos adelantos, el hecho de acompañarlos a ellos y sus familias en esos casos es muy importante, difícil y necesario a la vez.
—¿De dónde saca el Profe Oliva tanto amor, paciencia, deseos de explicarlo todo, ofrecer siempre un hálito de esperanza?
—Lo importante es escuchar a las personas. De acuerdo con lo que uno capta de ellas podemos socorrerlas, porque no se trata de un spot, ni de un slogan, cada persona es distinta y puede ser aliviada mediante un proceder heterogéneo, en relación con sus sensibilidades. Hay que nacer con ese espíritu, es como quien viene al mundo para tocar un instrumento, o bailar, yo nací para esto.
—¿Qué no haría dentro de su carrera si tuviera una máquina del tiempo y la echara hacia atrás? Él me respondió acerca de dos especialidades y le insistí en que en cualquiera lo habría hecho bien, a lo que él agregó:
—Lo que uno vaya a hacer tiene que ser con el mejor de los deseos, eso le digo a mis hijos y, por supuesto, con amor, lo más importante, así uno se siente satisfecho.
—Le comento que a veces nos da la impresión de que él es un poquito adivino...
—Es que los pediatras tenemos que serlo un poco, los bebés no hablan, es muy difícil, y debemos escuchar a las madres, por lo general ellas son las que nos dan el diagnóstico, lo interpretan de diversas maneras, con más o menos miedos, de acuerdo con su nivel y siempre te dicen lo que tiene su hijo porque son quienes lo conocen, uno tiene que oírlas, integrar todo aquello y utilizarlo.
—Si estuviera ahora ante un aula, ¿qué le diría a sus alumnos?
—Que fueran buenos médicos, y sobre todo con sencillez y humildad, y bajo el precepto de respetar siempre a sus pacientes. Una vez fueron a mi consulta dos dirigentes de la provincia y me preguntaron muy asombrados, cómo podía conocerlos a todos porque les daba la mano a los padres o a las madres de los muchachos; y no, no los conocía, me paraba y los saludaba, si tratas con respeto a los padres el niño se deja examinar mejor. Es una máxima a seguir y hace falta.
—Cuando se graduó soñaba con los avances e indicadores actuales en la Salud.
—En parte sí porque se creó un Sistema de Salud Único y eso fue muy bueno, y la revolución científico-técnica favoreció mucho a todos los campos y la Medicina no quedó fuera. Surgen las vacunas, los citostáticos nuevos..., antes se pensaba que era natural que la gente padeciera de difteria, poliomielitis, a la que tanto le temía, y me di cuenta de que íbamos haciendo una base social y había que cambiar y cambiamos.
“He podido ver esas transformaciones porque he vivido, nunca pensé que iba a llegar a los 80 –y sonríe--, es que la vida es como un programa y así son los tejidos del ser humano, hay una muerte programada para esos tejidos y cuando te toca te tocó...”.
—Lo interrumpí y dije que hay que darle vía a ese programa y que siga andando...
—Sí, eso trato de hacer...
—Las personas lo siguen. Teresita, su esposa, ofrece todo tipo de explicaciones. Vienen a saber de él, algunas madres en nombre de sus hijos que no están aquí, lo llaman por teléfono.
—Sí, hay dos doctoras: Mirthica y Daimir y me quieren mucho, desde niñas las seguí como a tu hijo y a tantos otros.
“Antes tenía el concepto de que las hembras eran las que se ocupaban de los padres, conmigo, por suerte no ha sido así. Mis hijos, todos varones están pendientes y los más jóvenes que viven conmigo solo me sienten y ya están levantados para ver si necesito algo”.
—¿Y de los pequeños actuales qué me dice?
—Figúrate que me han venido a ver. Hay uno que se llama Maykol a quien la madre le comentó que yo estaba enfermo y él en su inocencia le dijo: ¿Y él no es médico?, la mamá le respondió sí, de niños, y ¿sabes qué?, vino con una batica de médico a verme para curarme y lo que tiene son cuatro años. Son cosas tremendas...
—¿A qué dedica su tiempo por estos días?
—Trabajo, y fuerte por cierto, en el libro de Semiología para actualizarlo y llevarlo al sistema software, y así los alumnos accedan mediante la computación, esta es la parte de la Medicina que estudia los síntomas de las enfermedades, los cuales constituyen el instrumento de trabajo que permite apreciar la situación clínica de un enfermo y establecer un diagnóstico, con imágenes muy buenas, y en inglés.
Quiere decir que el Profesor Oliva se mantiene activo, ese Pediatra de Excelencia, orgullo de Camagüey y de Cuba, sin olvidar que nació en Manzanillo, un día como hoy de 1935. A él le deseamos muchos cumpleaños felices y que siga ayudando a los demás, con ese don tan especial que le dio la vida.