Camagüey.- El amor por la naturaleza como cultivadora de orquídeas fue la mejor herencia dejada a Zenaida Lluesma Frías por su padre, fotógrafo aficionado y quien sentía el sano orgullo de pertenecer al sector bancario y de tenderle la mano a los que necesitaban de su ayuda desinteresada.

En Cienfuegos jardín particular de orquídeas (VIDEO)

El orquideario de Soroa (Video)

No lo niega. Desde niña ama la naturaleza porque quererla es amarse a si mismo, sostuvo, mientras se atrevía a encarar con una soltura inesperada para mi, un cuestionario de preguntas, cuyas respuestas dejaron entrever su personalidad de hija única y apegada a las raíces familiares y de lealtad a los amigos y amigas.

--¿Desde cuando la inclinación por las orquídeas?

“Mi padre cuando comenzó a cultivar las orquídeas siempre quiso que siguiera sus pasos, pero a raíz de su ausencia física intensifiqué mantener el legado que me dejó”.

Después de la muerte de Alberto José Lluesma Castañal percibo que te has convertido en una experta en el cultivo de la orquídea. ¿Es cierto?

--Falso. Tengo mucho que aprender.

Por lo que veo, mientras fijo mi mirada en el pasillo del apartamento, ubicado en la calle San Martín, del reparto América Latina, le comento: no es solo la orquídea tradicional. ¿Cómo lo logras?

“Mantengo la misma técnica que hacía mi papá y estudiando los libros que me dejó”.

Pensé que no podíamos dejar al lector con dudas e insisto: ¿Cuáles son esas técnicas?

“Bueno, la información de referencia que tengo de mi padre señala que siempre se tiene que hacer los trasplantes a partir del tercer día durante la luna menguante, momento en que la luna está en su madurez astrológicamente hablando”.

En la calle San Ramón, frente a la antigua fábrica de quesos y mantequillas Guarina, el padre mantuvo con celo un orquideario y Zenaida no quiso que desapareciera la tradición y lo trajo hacia el lugar donde vive, aunque con dos elementos en contra, la estrechez del local y la variabilidad de la temperatura del medio ambiente.

“Todo eso lo perciben las orquídeas, aunque le mantenga el riego de agua cada dos días en tiempo de calor y de tres en frío. He perdido variedades preciosas a causa del cambio climático”.

¿Es verdad que el cambio climático afecta?

“Claro que sí”,

¿Cómo te la arreglas para en tan poco espacio para lograr nuevas variedades?

“Es muy difícil de lograr y de mantener. El espacio es muy reducido. Trato de mantener una selectividad dentro de la variación de orquídeas. Mientras más fina, es más difícil de lograrla”.

Zenaida tiene algunas variedades dedicadas a amistades como Luisa Hidalgo, una enfermera excepcional del departamento de electroencefalograma del hospital clínico quirúrgico “Manuel Ascunce Domenech”.

“Ella es mi segunda madre. Todo lo que esté en mis manos, se lo doy”.

La cincuentenaria trabajadora de la salud siguió un proceso neurológico suyo, a partir de la cual se sedimentó una amistad verdadera.

¿Conoces cuántas mujeres cultivan orquídea en Camagüey?

“No. Las únicas que yo sé están dedicadas a ello son Mayra Beltrán, mi profesora en el preuniversitario, e Isela Fraga, una vecina de la calle Santa Rita.

Para Zenaida es un entretenimiento cultivar las orquídeas “es mi pasatiempo y lo disfruto no para fines comerciales ni publicitarios”,

¿Cuántas variedades tienes?

“No te puedo decir con exactitud. Quien manejaba el dato exacto era mi padre. He perdido algunas, pero debo de estar sobre las diez o las quince variedades, incluyendo las tradicionales”.

“¿Qué pasa? Mi padre era un experto por las hojas y yo las identifico por la floración. Son muy caprichosas para florecer. Como el medio ambiente no me ayuda demoro más en identificarlas”.

Sello la conversación hasta que el orquideal esté lleno de flores y transpiren fragancia: “No hay ningún perfume comparado con la fragancia de una orquídea natural florecida”, en tanto leo en sus ojos una inmensa satisfacción.

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