Camagüey.- “Mi abuelo me sentaba en sus piernas y me ponía a ordeñar; yo llenaba un jarrito. ʻTomésela  toda, me decía, y así mismo sin hervir ni nada, llenita de espuma, me tomaba toda aquella leche. Tenía siete años”, rememora Hayda Díaz Figueredo, presidenta de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (Anap) en la provincia, cuando le pregunto sobre sus orígenes.

“Soy guajira a mucha honra. Me críe en una casa de tabla y guano allá en Bidot, Jimaguayú. Y no he perdido el encanto por el monte. Cada vez que puedo disfruto de un amanecer o un atardecer en el campo, monto a caballo, miro las vacas… Eso para mí es vida”, puntualiza campechana.

Igual de natural llegó a las 7:40 a.m. repartiendo besos oficina por oficina. A toda carrera la alcanzó la “Niña”, una perrita callejera que salvaron ella y su secretaria Rebeca de la sarna y de los perros acosadores en época de celo.

“Ella forma ese alboroto cada mañana, sube hasta mi oficina, saluda y con la misma baja. Por el día es juguetona, pero los custodios la adoran porque por la noche es una fiera, ¡centinela! No la pudimos dejar en la calle. Parió en la casa de Rebeca, ella hasta se quedó con un perrito. No podía desampararla, soy fanática a los animales. Crío puerco, perro, perico, gallinas, guanajos, patos… Igual que las matas, ¡me encantan! En mi casa tengo unas cuantas y aquí en la Anap también”, y viendo la que me enseña en su oficina, recuerdo las de otras oficinas y las de la escalera.

Y no solo es más bella la Anap. En las manos de esta dama de uñas pintadas y mirada noble y firme hay una fortaleza que impulsa a nuestros guajiros. “Hace tres años, cuando empecé en este cargo eran 66 las cooperativas con pérdidas; quedan cuatro. Avanzamos, pero el reto es traer un acto nacional por el 17 de mayo para Camagüey, que solo ha sido sede una sola vez”.

“Este año, por primera vez en la historia, cumplimos el pago de las MTT en el primer trimestre. Superamos en cuatro millones de litros de leche lo planificado para esta etapa, la más seca del año. Nos queda mucho, pero se trabaja a buen ritmo. Un ejemplo del fomento del movimiento cooperativo, además de la recuperación de unidades de realce histórico como la Cooperativa de Producción Agropecuaria Jesús Suárez Gayol, de Camagüey, es la limpieza de los puntos de venta de las cooperativas. Algunas han dejado cuatro, y tenían decenas. Al guajiro no le gusta la corrupción, es trabajador y honesto.

“He aprendido que hay dos cosas básicas para el éxito con el campesino: No mentirle y acompañarlo en los momentos difíciles.

“Estoy feliz porque soy útil. Mi alegría es mi familia, mi trabajo y mis compañeros. ¿Y la filosofía para dirigir? Sencillo: No cuido puesto, esta es una tarea del Partido, no la pedí, cumplo como mejor puedo, pero sin ansias de poder. Dirigir es duro, y más para la mujer que trabaja doble y hasta triple si tiene hijos. Yo no tengo, pero igual me resulta engorroso. Mi suerte es mi esposo y mis vecinos. Me levanto a las 4:00 a.m., lavo, lo dejo todo tendido y le aviso a Yeni, que vive al lado y ella me recoge la ropa, si llueve. Y la negra, la vecina del frente, me le echa comida a los animales”.

Después de confesar su afición por la cocina y el dominó, y su paradójico temor por las ranas siendo capaz de agarrar a un chipojo o un majá, revela algo genial: Cuando puede, se fuga del mundo del Geely, los informes y las reuniones para montarse en coche y conversar con la gente y visitar amistades.

“He estado en cinco congresos nacionales, dos de la Anap, uno del Partido, uno de la CTC y otro por el Sindicato Agropecuario”, destaca mientras narra su trayectoria laboral, bien intensa para alguien que apenas rebasa el medio siglo de vida. Desde su primer trabajo como técnica de control pecuario en Triángulo 1 ha sido dirigente política y sindical varias veces, igual que de la Anap, en la cual se ha desempañado en diferentes cargos.

“Hay que ser de todo un poco, mientras sean cosas buenas”, confirma Hayda, acaso con la misma sonrisa cuando era amazona del rodeo en Jimaguayú, o quizás todo el valor que implica ser capitana de la reserva de las Far.

Técnico medio en zooctenia y licenciada en Derecho, Haydita, como le dicen todos, se ve a sí misma como gente de acción más que de estudio, no obstante me habla de la superación como un reto. Haydita, tienen que decirle todos, porque da ejemplo con cariño, porque es una mujer que siente hondo; lo revela la “Niña”, el trato con los guajiros y el franco saludo mañanero después de haber estado reunida, según me contó, hasta después de la medianoche.

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